Actitud

Si el hombre sólo quisiera ser felíz lo lograría, pero lo que desea es ser más felíz que otros; y esto es lo dificil, porque cree que los demás son más felices de lo que realmente son.

Montesquieu

La palabra magica

La primer cosa que deseo que entiendas es que existe una manera de vivir para ser feliz todos los días de tu vida. La felicidad no llega a unas y otras por el destino o la suerte. Sí has tenido esta idea en el pasado ya es buen tiempo para desecharla; la felicidad puede predecirse con seguridad. Tu puedes tener todas las cosas que deseas, TODAS, y las tendrás si es que haces de este mensaje tu manera de pensar, una parte de tu manera de vivir.

Este es el plano de construcción de LA FELICIDAD, si tu lo sigues, los resultados serán automáticos. La palabra mágica es LA ACTITUD.

LA ACTITUD se define como la posición o talento que indica acción, sentimiento, o humor de ánimo.

Todo funciona según la Ley de causa y efecto.

Tenemos a nuestro cargo el producir causas. Los efectos, o premios de nuestras acciones tendrán cuidado de sí mismos.

Buena actitud… buenos resultados. Mediana actitud… medianos resultados. Mala actitud… malos resultados.

ACTITUD de fracaso y estamos derrotadas antes de empezar. LA ACTITUD es el reflejo de una persona, lo que sucede adentro se muestra afuera.

Hablemos de las personas que son felices y que tienen felicidad, este 5% que está arriba de la demas gente y que va navegando en la vida de una felicidad a otra. No importa lo que hagan… mujeres y hombres, profesionistas, esposas, y madres, estudiantes… dondequiera que encuentres personas felices, ahí encontrarás a las personas que tiene la actitud adecuada, tienen una actitud sana hacia ellas mismas… y como resultado natural… hacia la vida y las cosas que desean lograr.

No sería posible calcular el número de empleos que se han perdido, el número de ascensos que se han escapado, el número de matrimonios que se han echado a perder. Pero se pueden calcular por millones los matrimonios que se toleran pero que son infelices, los hogares descuidados y sucios, todo a causa de las mujeres que están esperando que su esposo, sus hijos y los demás cambien hacia ellas, en lugar de ser lo suficientemente grandes e inteligentes para cambiar ellas y resolver los problemas. Los estudios que se han hecho de las vidas de miles de mujeres felices han demostrado que estas mujeres irradian confianza, seguridad ¡ellas esperaban la felicidad y la obtuvieron! y se pueden distinguir por la manera de caminar, por la manera en que miran y actúan. Puede sentírseles cuando entran a un lugar. Puede que sean gorditas y de corta estatura, o altas y delgadas, o de todas las combinaciones intermedias pero todas ellas llevaban consigo la actitud que atrae la felicidad.

Pero; ¿Cómo hace una persona para tener esta clase de actitud? Los medios más fáciles y efectivos para formarse una buena actitud como hábito es empezar a actuar como si tuvieras una buena actitud, positiva, expectante hacia la vida. ¡Eso es!, ahora empieza a caminar, a actuar y a parecer como si pertenecieras a ese grupo.

La vida es aburrida, solo para la gente aburrida. Podría haberse dicho: la vida es de felicidad sólo para la gente feliz.

Lo que estoy tratando de decirte es que debes primero convertirte…desde el punto de vista de la actitud en eso que tu deseas obtener…Sentirte con felicidad y ser feliz antes de que la felicidad que buscas vengas. Esto ya ha sido estudiado científicamente y si lo practicas, te encontrarás juntándote a este pequeño grupo feliz y te encontrarás como persona de suerte, y tus problemas se resolverán solos.

Así que durante 30 días, actúa hacia los demás y hacia el mundo en general exactamente de la misma forma que tu deseas que el mundo y los demás actúen hacia ti. Trata a tu esposo, como la persona que realmente es : LA MAS IMPORTANTE, y lo mismo con tus hijos.

Lleva al mundo, todas las mañanas durante 30 días la clase de actitud que tendrías si fueras la persona de más felicidad y la más feliz sobre la tierra; inmediatamente se notará el cambio. Cuando alguien te molesta por la calle o actúa en alguna otra forma grosera que muestra su ignorancia y falta de cortesía; no te rebajes a su nivel, tenle lástima…porque esto es lo único que se merece, y si actúas igual que esa persona…entonces, perteneces a ese grupo.

Así pues… la Palabra mágica es LA ACTITUD

1.- La actitud hacia la vida determina la actitud de la vida hacia nosotros.

2.- Antes de que una persona pueda lograr la clase de vida que desea, debe convertirse en esa clase de persona… debe PENSAR, ACTUAR, HABLAR, CAMINAR Y CONDUCIRSE en todos los sentidos… como se conduciría la persona en que desea convertirse.

3.- Puesto que nada se gana teniendo pensamientos negativos, ten sólo pensamientos positivos.

4.- No malgastes tu tiempo proclamando tus problemas personales. Eso no te ayudará… y tampoco ayudas a los demás.

5.- Sólo habla de tu salud cuando es buena.

6.- Irradia la actitud de bienestar de la persona que sabe adonde va.

7.- Finalmente, durante los próximos treinta días trata a todas las personas con quienes tienes contacto como si fueran las más importantes en el mundo.

Por favor lee este mensaje tantas veces como puedas. Para terminar, recordemos estas palabras: LA FELICIDAD O LA INFELICIDAD SE CAUSAN POR LA ACTITUD MENTAL MAS AUN QUE POR LA CAPACIDAD MENTAL O LA INTELIGENCIA.

Earl Nightingale

Piense y hágase rico

Los pensamientos son cosas

La fuerza que señala al éxito, es la fuerza de su mente.

COMO obligar a la vida a decir SI en lugar de NO a sus planes y ambiciones.

Ciertamente, «los pensamientos son cosas» y cosas muy poderosas cuando están mezclados con firmeza de propósito, perseverancia y un ardiente deseo de traducir todo aquello en riqueza u otros objetos materiales.

Hace algunos años, Edwin C. Barnes descubrió cuán cierto es que los hombres «meditan y se hacen ricos». Su descubrimiento no se produjo repentinamente. Llegó poco a poco, comenzando con un ardiente deseo de llegar a ser socio del gran Edison.

Una de las principales características del deseo de Barnes era la «determinación». Quería trabajar con Edison, y no «para el». Observe usted cuidadosamente como convirtió en realidad sus deseos y comprenderá mucho mejor los principio que conducen a la riqueza.

Cuando este deseo o impulso de pensamiento estalló por primera vez en la mente de Barnes, no se encontraba en posición de actuar directamente. Había dos dificultades para ello. La primera, era que no conocía a Edison, y la segunda, que carecía de dinero para costearse un billete de ferrocarril hasta East Orange, Nueva Jersey.

Estas dificultades eran suficientemente fuertes como para desanimar a la mayoría de los hombres a llevar a la práctica su deseo. ¡Pero sucedía que el de Barnes no era un deseo ordinario!

Edison le miró…

Se presentó personalmente en el laboratorio de Edison y anuncio lisa y llanamente que se había presentado allí para tomar parte de los negocios del inventor. Al hablar, años mas tarde, del primer encuentro entre Barnes y Edison, este último dijo:

«se hallaba en pie ante mí y tenía todo el aspecto de un vagabundo corriente, pero había algo en la expresión de su rostro que daba la impresión de que estaba firmemente decidido a conseguir lo que buscaba. En mis relaciones con los hombres, a través de años de experiencia, yo había aprendido que una persona cuando realmente desea una cosa tan profundamente que está dispuesta a apostar todo su futuro contra una simple vuelta de la rueda para alcanzarla, es seguro que es persona siempre gana. Le concedí la oportunidad que buscaba porque vi que estaba decidido a resistir hasta alcanzar el éxito».

Los acontecimientos posteriores demostraron que no se había cometido ninguna equivocación.

El aspecto del joven no pudo haber sido el que le dio la oportunidad de trabajar en el despacho de Edison, ya que tal aspecto estaba en contra de él totalmente. En realidad fue lo que «meditaba».

Barnes no fue socio de Edison, naturalmente, desde un principio. Consiguió entrar en las oficinas del inventor ganando un salario normal.

Transcurrieron los meses. Aparentemente nada importante sucedía para que Barnes se acercara a su ambicionado objetivo, al deseo que albergaba su mente como «propósito importante y definitivo». Pero si estaba sucediendo algo importante en la mente de Barnes. Y la cosa era sencilla… Se intensificaba constantemente su deseo de llegar a ser socio de Edison.

Los psicólogos han dicho correctamente que «cuando uno está dispuesto a hacer una cosa, se nota hasta en su aspecto físico». Barnes estaba dispuesto a ser un asociado de Edison; además, estaba decidido a mantener su idea hasta que lograse lo que buscaba.

No se dijo a si mismo: «Bueno, ¿y para que? Supongo que algún día cambiaré de idea y me conformaré con un buen empleo de vendedor»; sino que se dijo: «Vine aquí para ser socio industrial de Edison y llegaré a serlo. Aunque me muera en el empeño». ¡Lo deseaba con tal fuerza! ¡Cuan diferentes serían las historias que nos relatarían los hombres si adoptaran propósitos firmes y se ciñesen a tales propósitos hasta que llegara a convertirse en una obsesión!.

Es posible que el joven Barnes no lo supiera entonces, pero su testaruda determinación y su persistencia en ceñirse así a un solo deseo eran factores que estaban destinados a barrer toda oposición y concederle la oportunidad que estaba buscando.

La oportunidad llegó por la puerta trasera

Cuando llegó la oportunidad, apareció en formas y en dirección diferentes a las que esperaba Barnes. Ese es precisamente uno de los trucos de la oportunidad. Tiene el hábito socarrón de deslizarse por la puerta trasera y a menudo llega disfrazada en forma de desgracia o derrota temporal. Quizás esta sea la razón por la cual muchísimas personas fracasan en reconocerla.

El señor Edison acababa de perfeccionar un nuevo dispositivo para oficinas conocido en aquella época bajo el nombre de Máquina Dictadora Edison. Sus vendedores no estaban muy entusiasmado con la nueva máquina. No creían que se pudiera vender sin realizar grandes esfuerzos.

Barnes sabía que podía vender la Máquina Dictadora Edison. Se lo sugirió al propio Edison y pronto tuvo su oportunidad. Vendió la máquina. En realidad, la vendió con tanto éxito, que Edison le firmó un contrato para distribuirla por toda la nación. Aparte de esta asociación comercial, Barnes se hizo rico, también logró algo infinitamente mas grande. Demostró que uno puede realmente «meditar y hacerse rico».

Carezco de datos para poder asegurar lo que produjo aquél deseo original de Barnes. Quizás le proporcionaría dos o tres millones de dólares, pero la cantidad, sea cual fuere, llega a ser insignificante cuando se compara con el valor que Barnes adquirió en la forma de un conocimiento definitivo de que «un intangible impulso del pensamiento puede traducirse en recompensas materiales» mediante la aplicación de principios conocidos.

Barnes literalmente «pensó» en sí mismo como socio de Edison, pensó en sí mismo como poseedor de una enorme fortuna. No tenía nada para empezar, excepto la capacidad de saber lo que quería y la determinación de ceñirse a su deseo hasta conseguirlo.

El hombre que abandonó demasiado pronto

Una de las causas más comunes del fracaso es el hábito de «abandonar» cuando uno es derrotado temporalmente. Creo que todas las personas son culpables de esto en uno u otro momento de su vida.

Un tío de R.U. Darby se sintió envenenado por la «fiebre del oro» en la época en que se había extendido por toda la nación esa «epidemia».

Y así partió para el oeste simplemente con objeto de cavar y hacerse rico. Nunca había oído el dicho: «Se ha extraído mucho mas oro de los pensamientos de los hombres que de la tierra». Registró una parcela de tierra y comenzó a trabajar con pico y pala.

Tras semanas de dura labor fue recompensado con el descubrimiento del brillante mineral. Necesitaba maquinaria para llevar el mineral a la superficie. Con toda calma, volvió a cubrir la mina, regresó a Williamsburg, Maryland, y comunicó a parientes y amigos el descubrimiento que había realizado. Entre todos reunieron dinero para adquirir la maquinaria que se necesitaba e inmediatamente la enviaron por vía marítima. Darby y su tío volvieron a la mina para trabajar en ella.

La primera vagoneta de mineral se extrajo por fin y se mandó a un fundidor. ¡Inmediatamente quedó demostrado que poseían una de las minas más ricas de Colorado! Unas cuantas vagonetas más aclararían las dudas. Luego llegarían los grandes beneficios.

Los taladros descendieron y las esperanzas de Darby y su tío subieron. Entonces sucedió algo. ¡La veta de oro había desaparecido! Habían llegado al final del arco iris y el oro ya no estaba allí. Continuaron trabajando desesperadamente intentando encontrar de nuevo la veta de oro… pero sin el menor éxito.

Finalmente, decidieron abandonar la empresa.

Vendieron la maquinaria a un chatarrero por unos cientos de dólares y tomaron el tren de regreso a casa. El hombre que acababa de adquirir toda la maquinaria llamó a un ingeniero de minas para que estudiara aquella mina ya abandonada y realizara unos cálculos. El ingeniero informó de que el proyecto había fracasado porque sus propietarios no estaban familiarizados con las «fallas geológicas». Sus cálculos demostraban que la veta de oro tenía que encontrarse justamente a una distancia de tres pies de donde los Darby habían detenido su labor. ¡Y allí fue exactamente donde se volvió a encontrar la veta!

El hombre ganó millones de dólares con aquella mina porque tuvo la prudencia de solicitar consejo a un experto antes de abandonar la partida.

Éxito dando un paso más allá de la derrota

Bastante tiempo después desde que el señor Darby se recuperase de sus pérdidas muchas veces, fue cuando hizo el descubrimiento de que el deseo puede transformarse en oro. El descubrimiento llegó cuando se dedicó a vender pólizas de seguros de vida.

Recordando que había pedido una fortuna por haberse detenido a tres pies de distancia del oro, Darby aprovechó la experiencia en su nuevo trabajo diciéndose a sí mismo: «Me detuve a tres pies del oro, pero jamás me detendré cuando los hombres digan que no ante la venta de una póliza».

Darby se convirtió muy pronto en uno de los pocos hombres que vendían mas de un millón de dólares en pólizas de seguros anualmente. Debía su «testarudez» a la lección que había aprendido con su «debilidad» en el negocio minero.

Antes de que el éxito llegue en la vida de un hombre, es seguro que ha de encontrarse con muchas derrotas temporales y quizás hasta con algún buen fracaso de importancia. Cuando la derrota abruma a un hombre, la actitud más lógica y más fácil es abandonar. Y eso exactamente es lo que hacen l mayoría de los hombres.

Mas de quinientos hombres de los de más éxito de Norteamérica han declarado al autor de este libro que su mayor éxito lo obtuvieron siempre al dar un paso mas allá del punto de la derrota. El fracaso es un bromista que posee un agudo sentido de la ironía. Le divierte colocar zancadillas cuando uno está a punto de alcanzar el éxito.

La niña que dominó a un hombre

Poco después de que el señor Darby se hubiese licenciado en el «Colegio de Golpes Duros»· y decidiera beneficiarse con la experiencia lograda en el negocio minero, tuvo la buena suerte de estar presente en una ocasión que le demostró que el «no», no significaría necesariamente no.

Una tarde estaba ayudando a su tío a moler trigo en un viejo molino. El tío era dueño de una granja grande en la que vivían cierto número de obreros agrícolas de color. La puerta se abrió suavemente y entró una niña negra, hija de un arrendatario. La pequeña atravesó el umbral de la puerta y luego permaneció inmóvil.

El tío alzó la cabeza, vio a la niña y le habló, un tanto rudamente:

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó.

Tímidamente, la niña respondió:

Mi mamá dice que me de usted cincuenta centavos.

Nada de eso – replicó el tío –. Y ahora vete a casa.
Pero no se movió de su sitio.

El tío continuó en su trabajo, tan entretenido, que no prestó mucha atención a la pequeña, que aún no se había ido. Cuando volvió a alzar la cabeza y la vio allí, le grito:

¡Te dije que te fueras a casa! Ahora, vete… o te daré unos azotes.
La niña replicó:

Si, señor.
Pero no hizo el menor movimiento para marcharse. El tío dejo caer al suelo un saco de grano que estaba a punto de verter en el tolva, asió una duela de barril y se acercó amenazadoramente a la niña, con una expresión en el rostro que denotaba su mal humor.

Darby contuvo la respiración. Estaba seguro de que iba ser testigo de una brutalidad porque sabía que su tío tenía un temperamento excesivamente fogoso.

Cuando llegó donde se hallaba la pequeña, ésta avanzó rápidamente un paso, le miró a los ojos y chilló con todas sus fuerzas:

¡Mamá ha de tener esos cincuentas centavos!
Se detuvo, miró a la niña durante un minuto y lentamente dejó la duela en el suelo, introdujo una mano en el bolsillo y extrajo medio dólar que entregó a la niña.

La pequeña cogió el dinero y lentamente retrocedió hasta la puerta sin apartar los ojos del hombre que acababa de conquistar, de vencer. Una vez que la niña se fue, el tío se sentó sobre un cajón y por una ventana miró a la lejanía durante mas de diez minutos, silenciosamente. Estaba terriblemente asombrado del vapuleo que acababa de recibir.

El señor Darby también estaba reflexionando. Era la primera vez en su vida que había visto a una niña de color dominar deliberadamente dominar a una persona adulta y blanca. ¿Cómo lo había hecho? ¿Qué es lo que le había ocurrido a su tío para que perdiese de repente su normal fiereza y se convirtiera en un manso cordero? ¿Qué extraño poder emanaba de aquella niña para adueñarse de la situación? Estas y muchas mas preguntas pasaron por la mente de Darby, pero no encontró la respuesta años más tarde cuando relató el hecho.

Y cosa curiosa, la historia de esta experiencia poco corriente fue referida al autor de este libro en aquel viejo molino, el mismo lugar donde el tío recibiera su vapuleo.

El «sí» detrás del «no»

Mientras estábamos en aquel viejo y ya oxidado molino, el señor Darby repitió la historia de aquella conquista tan poco usual y terminó preguntando:

¿Qué deduce usted de eso?. ¿Que extraño poder empleó aquella pequeña para vapulear a mi tío en forma tan completa?.
La respuesta a esta pregunta se hallaba en los principios que se exponen en este libro. La respuesta es total y completa. Contiene detalles e instrucciones suficiente para que cualquiera comprenda y utilice la misma fuerza a que recurrió aquella niña.

Manténgase usted alerta y observará cuan fue exactamente la fuerza que acudió en ayuda de la niña. En el próximo capítulo lo verá. En algún lugar de este libro hallará usted una idea que estimulará sus cualidades receptivas y pondrá a su disposición y para su servicio idéntica e irresistible fuerza. Puede que usted repare en ésta en el primer capítulo o en cualquier otro. Puede llegar hasta usted en forma de una sencilla idea. O es posible que aparezca como un plan o un propósito. Y, ¡como no!, es muy posible, asimismo, que le haga recordar sus pasadas experiencias de fracaso y aflore a la superficie alguna lección a través de la cual pueda recuperar todo aquello que perdió en la derrota.

Al acabar de describir al señor Darby la energía desplegada por la negrita, me hizo un relato completo de sus treinta años de experiencia como agente de seguros y con toda la seguridad reconoció que su éxito en tal campo de trabajo se debía, en gran parte, a la lección que había recibido de aquella niña.

El señor Darby dijo:

–Cada vez que un presunto cliente trataba de despedirme sin comprarme, me acordaba de aquella pequeña con sus ojos brillantes por el desafío y me decía a mi mismo: «Tengo que vender ésta póliza».y le aseguro a usted que el tanto por ciento más brillante de ventas que he hecho en estos años ha sido precisamente cuando los clientes han dicho que no.

Recordaba también su equivocación, cuando abandonó la empresa a tres pies de distancia del oro.

Pero aquella experiencia –añadió– fue una autentica bendición para mí. Siempre creí que el dicho: «No hay mal que por bien no venga», era algo muy autentico. Aquella experiencia me enseñó a insistir en persistir, aunque esto resulte una redundancia (y perdónenme), sin importar cuan dura fuese la empresa o el deseo, y era una lección que sin duda yo necesitaba aprender antes de que pudiera tener éxito en algo.

Las experiencias del señor Darby eran sencillas y hasta más que sobadas; empero, era la respuesta a su destino en la vida; por lo tanto, eran importantes para él, tanto como la propia vida. Aprovechó estas dos dramáticas experiencias porque «las analizó» y vió que le brindaban una buena lección que aprender. Pero, ¿y el hombre que no tiene tiempo ni inclinación a analizar los fracasos para buscar conocimientos que le lleven al éxito? ¿Cómo y donde ha de aprender el arte de convertir la derrota en escalones que le enfrenten a la oportunidad?.

Este libro se escribió para responder a esas preguntas.

Con una profunda idea usted puede lograr el éxito

La respuesta exige una descripción de trece principios, pero recuerde al leer, que la respuesta que usted pueda estar buscando a tales preguntas formuladas sobre la extrañeza de la vida puede hallarse «en su propia mente», a través de alguna idea, plan o propósito que pueda surgir en su cerebro al leer éste libro.

Una buena idea, una idea que tenga profundidad, es todo cuanto uno necesita para alcanzar el éxito. Los principios que se describen en este libro contienen las formas y medios de crear ideas útiles.

Antes de seguir adelante en nuestra aproximación a la descripción de tales principios, creemos que tiene usted absoluto derecho a que se le haga esta importante sugerencia:

«Cuando las riquezas comienzan a llegar lo hacen tan rápidamente, con tal abundancia, que uno se pregunta donde han estado oculta durante los últimos años».

Esta es, sin duda, una declaración asombrosa, mucho más cuando recordamos la creencia popular que asegura que las riquezas van a parar solamente a las manos de aquellos que trabajan dura y largamente.

Cuando usted comience a meditar y hacerse rico, observará que la riqueza empieza por un estado mental en el que prevalece la determinación de propósito, con muy poco trabajo o ninguno. Usted y todas las demás personas deben interesarse por saber cómo adquirir ese estado mental que atrae las riquezas. He pasado veinte años investigando esto porque deseaba saber «cómo lo hombres ricos llegan a tal estado mental».

Observe usted atentamente. Tan pronto como domine los principios de esta filosofía y comience seguir las instrucciones para aplicar aquellos principios, su estado financiero comenzará a mejorar y todo cuanto toque se transformará en valores que redundará en su propio beneficio. ¿Imposible? ¡Nada de eso!.

Una de las debilidades de la humanidad es la normal familiaridad del hombre con la palabra «imposible». El hombre conoce todas las reglas que no surtirán efecto. Conoce todas la cosas que no se pueden hacer. Este libro ha sido escrito para aquellos que buscan las reglas que han conducido al éxito a otros, y que están dispuesto a «apostarlo todo» a esas reglas.

El éxito lo obtienen aquellos que están seguros de él.

El fracaso abruma a aquellos que indiferentemente admiten dejarse aplastar por el desfallecimiento.

Otra debilidad normal en mucha gentes es el hábito de medir todas las cosas y a todo el mundo por «sus propias» impresiones y creencias. Algunas personas que lean esto creerán que no pueden meditar y hacerse ricos porque sus hábitos de pensamientos se han iniciado en la pobreza, deseos, fracasos y derrotas.

Estas desgraciadas personas me recuerdan a un prominente chino que llegó a América para instruirse de acuerdo con las normas americanas. Muy pronto ingresó en la Universidad de Chicago. Un día, el presidente Harper encontró al citado joven oriental en los terrenos de juegos de la Universidad, se detuvo a charlar con él durante unos minutos y luego le preguntó qué era lo que más le había impresionado como característica más notable del pueblo americano.

-Bien -replicó el estudiante-. La rara inclinación de sus ojos. ¡Sus ojos están desnivelados!.

¿Qué decimos nosotros acerca de los chinos?.

Nos negamos a creer aquello que no comprendemos. Estúpidamente creemos que nuestras propias limitaciones son la adecuada medida de la limitación. Seguro, los ojos de los orientales son sesgados, oblicuos, porque no son iguales a los nuestros.

Lo quiero y lo conseguiré

Cuando Henrry Ford decidió fabricar su famoso motor V-8, optó por construir un dispositivo en el que fuesen fundidos los ocho cilindros en un bloque, y así dio instrucciones a sus ingenieros para que diseñaran tal motor. Y efectivamente, se realizaron los planos… sobre el papel, claro está, pero los ingenieros convinieron al unísono en que era completamente «imposible» fundir en una sola pieza un bloque con ocho cilindros.

Ford dijo:

-De todas formas, fabríquenlo.

-¡Pero si es imposible! –replicaron ellos.

-Adelante –ordenó Ford-. Y dedíquense a esa labor hasta que logren el éxito; sin importarles el tiempo que puedan tardar.

Los ingenieros siguieron adelante. No les quedaba mas remedio que hacerlo así si deseaban seguir perteneciendo a la «Ford». Transcurrieron seis meses y nada sucedió. Pasaron otros seis y la cosa seguía igual. Los ingenieros probaron todo plan posible para ejecutar los órdenes de Ford, pero no hacían mas que tropezar con la palabra «¡Imposible»!.

Al final de aquel año, Ford se reunió con todos sus ingenieros y nuevamente le informaron que no había forma, humanamente posible, de llevar a cabo sus deseos.

-Aún así –replicó Ford-, les ruego que prosigan con sus esfuerzos. Quiero ese bloque y lo conseguiré.

Le obedecieron, y entonces, como respondiendo a un golpe de varita mágica, se descubrió el secreto.

¡La fuerte determinación de Ford había vencido una vez más!.

Puede que la historia que antecede no se describa aquí con absoluta exactitud en cuanto se refiere al tiempo, pero si es correcta su suma y sustancia. Usted que desea meditar y hacerse rico, deduzca de ella el secreto de los millones de Ford, si puede, naturalmente hacerlo. No tendrá que buscar mucho, ni tampoco ir muy lejos para hacerlo así.

Hery Ford fue un hombre de éxito porque comprendió y «aplicó» los principios del mismo: Uno de estos es el deseo, saber lo que uno quiere. Recuerde usted esta historia de Ford a medida que vaya leyendo y escoja las líneas en las que sea ha descrito el secreto de sus maravillosos éxitos. Si puede usted hacer esto, si es capaz de colocar su dedo índice sobre el particular grupo de principios que hicieron rico a Ford, podrá igualar los logros de aquél hombre en todo campo para el que esté particularmente dotado.

Un poeta vio la verdad

Cuando Henley escribió las proféticas líneas: «soy el dueño de mi destino y el capitán de mi alma», debía habernos informado que todos somos dueños de nuestros destinos y capitanes de nuestras almas «porque» tenemos el poder de dominar nuestros pensamientos.

Debió habernos dicho que nuestros cerebros se magnetiza con los pensamientos dominantes que sostenemos en la mente y que este magnetismo atrae a las fuerzas, a la gente, y a as circunstancias de la vida que armonizan con la naturaleza de nuestros pensamientos «dominantes».

Debió habernos dicho también que antes de acumular riquezas en gran abundancia, debemos magnetizar a nuestras mentes con un intenso deseo hacia las riquezas, que debemos llegar a ser «consciente monetariamente» hasta que ese deseo por el dinero nos impulse a establecer planes definidos para adquirirlo.

Pero al ser poeta y no filósofo Henley se contentó con establecer una gran verdad en forma poética, dejando a sus seguidores que interpretasen el significado filosófico de sus líneas.

Poco a poco, la verdad ha ido apareciendo por sí sola hasta que se evidenciado que los principios descritos en este libro guardan el secreto del dominio sobre nuestro destino económico.

Un joven ve su destino

Ahora ya estamos preparados para examinar el primero de estos principios. Es necesario mantener el espíritu receptivo y recordar, a medida que se va leyendo, que no son invención de ningún hombre. Los principios han dado excelentes resultados a muchos hombres. Usted también puede utilizarlos en su propio beneficio.

Y descubrirá que es cosa fácil hacerlo así.

Hace algunos años pronuncié el discurso de comienzo de curso en el en el Salem College, Salem de West Virginia. Destaqué el principio que se describe en el siguiente capítulo y lo hice con tanta intensidad que uno de los miembros de la clase se lo apropió definitivamente e hizo de él parte de su filosofía personal. El joven llegó a ser miembro del congreso y factor importante en la Administración de Franklin D. Roosevelt. Me escribió una carta que estatuía claramente su opinión sobre el principio del siguiente capítulo, que decidí publicar la misiva como introducción a tal capítulo. Le dará a usted una idea de la recompensa que puede esperar:

«Mi querido Napoleón:

«Mis servicios como miembro del Congreso me han proporcionado cierta perspicacia y comprensión de los problemas de hombres y mujeres, y así escribo estas líneas para brindar una sugerencia que espero pueda servir de ayuda a miles de meritorias personas.

«En el año de 1922 usted pronunció un discurso de comienzo de curso en el Salem College, cuando yo era miembro de una clase. En aquél discurso fijó usted en mi mente una idea que ha sido responsable de la oportunidad que ahora disfruto de servir a los habitantes de mi país, y que asimismo será responsable de todo éxito que yo pueda alcanzar en mi carrera.

«Recuerdo como si aun fuese ayer la maravillosa descripción que usted hizo del método empleado por Henry Ford poseyendo en aquél entonces muy poca cultura, sin un dólar, sin amigos influyentes, y sin embargo, elevándose en muy poco tiempo a gran altura. En tal ocasión me decidí yo, me decidí incluso antes de que usted terminara su discurso, decidí que algún día llegaría a ocupar un cargo de importancia fuesen cuales fueren las dificultades que tuviera que vencer.

«Miles de jóvenes terminarán sus estudios en esto años y dentro de los próximos años. Cada uno de ellos debe buscar el mensaje de estímulo práctico que yo recibí de usted. Querrán saber hacia donde caminar, qué hacer, cómo empezar a vivir. Usted puede decírselo porque usted ha resuelto o ayuda a resolver los problemas de infinidad de personas.

«Hay miles de personas en América hoy día a quienes les gustaría saber como convertir sus ideas en dinero, y son personas que deben comenzar arañando el camino, sin financiación alguna y sin apoyo de ninguna clase. Si hay alguien que puede ayudarlos, ese alguien es usted.

«Si publica usted el libro, me gustaría poseer el primer ejemplar que salga de imprenta personalmente autografiado por usted.

«Con mis mejores deseos, sinceramente suyo:

«Jennings Randolph».

Treinta y cinco años después de haber pronunciado yo aquél discurso, constituyó un gran placer para mí volver al Salem College en el año 1957 a fin de pronunciar otro en la apertura de curso de bachillerato. En aquellos días recibí el grado honorario de doctor en Literatura del Salem College.

Desde el año de 1922 siempre observé cómo Jennings Randolph iba ascendiendo a los primeros puestos ejecutivos de la nación, como gran orador y magnífico senador de Estados Unidos de West Virginia.

Puntos importantes que recordar

Al igual que Edwin Barnes, cualquier hombre puede ir mal vestido y sin llevar un solo centavo en el bolsillo, y aun así sus ardientes deseos pueden proporcionarles la oportunidad de su vida.

Cuanto más trabaje usted en la verdadera dirección más cerca se hallará del éxito. Demasiados hombres abandonan cuando están a punto de alcanzar su meta. Y la dejan para que otros la consigan.

El propósito es la piedra de toque de cualquier logro, ya sea grande o pequeño. Un hombre fuerte puede resultar derrotado por una niña que tenga un propósito en su mente. Dirija usted bien sus hábitos de pensamiento hacia el significado de su labor y muy a menudo podrá lograr lo que parece imposible.

Al igual que Henry Ford, usted puede trasmitir su propia fe y perseverancia a otros y hacer que se haga bien los «imposible»

Cualquier cosa que pueda concebir y creer la mente humana, podrá conseguirse.

Paso primero hacia la riqueza: Deseo

Los sueños se convierten en realidad cuando el deseo los transforma en acción concreta. Pida a la vida grandes dones y anime a la vida a que se los entregue a usted.

Cuando Edwin C. Barnes se apeó del tren de mercancías en East Orange, N. J., hace más de cincuenta años, acaso tendría todo el aspecto de un vagabundo, ¡pero sus pensamientos eran los de un rey!.

Cuando emprendió el camino desde las vías del ferrocarril hasta las oficinas de Thomas A. Edison, su mente trabajaba febrilmente. Se veía a si mismo «en presencia de Edison». Se escuchaba a si mismo pidiendo una oportunidad al señor Edison para trocar en realidad la obsesión de su vida, el ardiente deseo de llegar a ser socio industrial del gran inventor. ¡El deseo de Barnes no era una simple «esperanza»! era un deseo fuerte, maduro, persistentes que avasallaba todo lo demás. Era algo muy definido y definitivo.

Pocos años después, Edwin C. Barnes se hallaba de nuevo en presencia de Edison y en el mismo despacho donde pro primera vez le conoció. Esta vez su deseo se hallaba convertido en una realidad tangible. «Era socio industrial» de Edison. El sueño dominante de su vida era ya un hecho concreto.

Barnes tuvo éxito porque eligió una meta definida, determinada, precisa, y dedicó todas sus energías, toda su fuerza de voluntad y todo su esfuerzo a alcanzar aquella meta.

No existe ruta de retirada

Transcurrieron cinco años antes de que se presentara la oportunidad que esperaba. Para todo el mundo, excepto para sí mismo, parecía ser otro diente mas en el engranaje industrial de Edison, pero en su propia mente era socio de Edison cada minuto que pasaba y que había transcurrido desde el día en que comenzó a trabajar allí.

Este es un ejemplo notabilísimo de lo que puede el deseo. Barnes llegó a la meta porque deseaba ser un asociado industrial de Edison mucho mas que cualquier otra cosa. Creó un plan mediante el cual pudiese llegar a su objetivo. Pero quemó todos los puentes que quedaban detrás de él. Se ciñó a su deseo hasta que este llegó a convertirse en una verdadera obsesión, en el objetivo principalísimo de su vida y, finalmente, en un hecho concreto.

Cuando fue a East Orange no se dijo a si mismo: «Intentaré que Edison me conceda un empleo cualquiera», sino que se dijo: «Veré a Edison y le haré saber que he venido a ser socio suyo».

Barnes no dijo: «Mantendré los ojos bien abiertos par aprovechar cualquier otra oportunidad en el caso que me falle lo que deseo en la organización de Edison». Por el contrario, Barnes dijo: «Sólo hay una cosa en el mundo que he decidido conseguir y es ser socio industrial de Thomas A. Edison. Quemaré todos los puentes que quedan a mi espalda y apostaré todo mi futuro por lograr lo que tanto anhelo».

«No se dejó a si mismo un posible camino de retirada. ¡Tenía que ganar o perecer!»

¡Y esta es la historia del éxito de Barnes!.

Quemó sus naves

Hace mucho tiempo un gran guerrero se enfrentó a una situación que hizo necesario tomase una decisión para asegurar el éxito en el campo de batalla. Estaba a punto de enviar a sus ejércitos contra un poderoso enemigo cuyas fuerzas eran muy superiores a las suyas. Embarcó en naves a sus soldados y navegó hasta las costas del país enemigo, donde desembarcaron tropas y equipo. Luego dio la orden de que se quemaran las naves que les había conducido hasta allí. Y dirigiéndose a sus hombres, poco antes de la primera batalla, les dijo:

–En este momento estáis viendo como arden nuestras naves. Eso significa que no podremos abandonar estas costas vivos, a menos que venzamos. Ahora no tenemos elección… ¡A vencer o morir!.

Y vencieron.

Cada persona que vence en una empresa debe ansiar quemar sus naves y cortar todos los caminos de retirada. Sólo haciéndolo así puede uno mantener ese estado mental conocido como ardiente deseo de vencer, factor esencial para todo éxito.

La mañana que siguió al gran incendio de Chicago, un grupo de comerciantes se hallaba en State Street contemplando las humeantes ruinas de lo que antes fueran sus almacenes. Se reunieron en conferencia, y en el mismo lugar de los sucesos, para decidir si reconstruirían o abandonarían Chicago definitivamente a fin de iniciar sus negocios en otro sitio mas prometedor del país. Llegaron todos a una decisión menos uno… Abandonar Chicago.

El comerciante que decidió quedarse y reconstruir señaló con un dedo los restos de su almacén y dijo:

–Caballeros, en este mismo lugar construiré el almacén mas grande del mundo y siempre lo haré aun cuando se quemara muchas veces.

Esto sucedió hace casi un siglo. Se construyó el almacén; y allí está todavía, como monumento a la fuerza mental de aquél hombre, a esa fuerza mental conocida como «ardiente deseo».

La cosa mas fácil para Marshall Field debía haber sido la que hicieron sus demás colegas. Cuando las cosas se pudieron feas y el futuro parecía negro, los demás frenaron y partieron hacia donde las cosas les resultaran mas fáciles.

Fíjese bien en la diferencia que hubo entre Marshall Field y los otros comerciantes, porque es la misma diferencia que distinguen prácticamente a los que tienen éxito en la vida, de los que fracasan.

Todo ser humano que alcanza la edad de la comprensión en cuanto se refiere al propósito del dinero, anhela éste. Pero el anhelo no trae las riquezas. Solamente la conseguirán cuando a ese deseo se le dé forma concreta hasta que se convierta en obsesión y se tracen planes y medios definidos para adquirir tales riquezas, y se actúe con persistencia, con una persistencia «que no reconozca el fracaso».

Seis pasos que convierten en oro los deseos

El método mediante el cual el «deseo» de riquezas puede traducirse a su equivalente financiero consiste en llevar a cabo los siguientes seis pasos, definidos y prácticos:

Fije en su mente la cantidad exacta de dinero que desea. No es suficiente decir: «Quiero mucho dinero». Sea exacto en cuanto se refiere a la cantidad. (Hay una razón psicológica respecto a esta exactitud, que se describirá en otro capítulo).

Determine exactamente lo que está dispuesto a «dar» a cambio del deseo que desea. No existe tal cosa como «algo por nada».

Establezca una fecha definitiva en la que intenta poseer el dinero que desea.

Forme un plan bien definido para realizar sus deseos y comience «en seguida», esté preparado o no, a poner en práctica su plan.

Escriba una declaración clara y concisa sobre la cantidad de dinero que piensa usted tener, estatuya lo que trata de dar a cambio por ese dinero y describa claramente el plan mediante el cual lo acumulará.

Lea su declaración escrita en voz alta dos veces, al día, una antes de acostarse por la noche y otra después de levantarse por la mañana. La mismo tiempo que lee… Vea, sienta y crea que ya está en posesión de ese dinero.
Es importante que siga usted las instrucciones descritas en esos seis pasos. Es especialmente importante que observe y siga las instrucciones del párrafo sexto. Puede que usted alegue que es «imposible» verse a si mismo en posesión de tal cantidad de dinero antes de poseerlo. Aquí es donde el «deseo ardiente» ha de acudir en su ayuda. Si realmente desea dinero con tanta fuerza que su deseo constituye una obsesión, no tendrá dificultad en convencerse a si mismo de que lo obtendrá.

Principios que valen cien millones de dólares

A los no iniciados que no han sido formados en los principios de trabajo de la mente humana, es posible que estas instrucciones se le antojen poco prácticas. Así, pues, quizás sirva de ayuda a todos los que dejan de reconocer la fuerza y verdad de los seis pasos, saber que esta información que ahora reciben fue facilitada por Andrew Carnegie, quién comenzó como peón en unos hornos de acero, pero se las arregló, a pesar de sus humildes comienzos, para hacer que estos principios les proporcionasen una fortuna superior a los cien millones de dólares.

También es probable que les sirva de ayuda el hecho de que estos seis pasos fueron cuidadosamente estudiados por el fallecido Tomas A. Edison, quien les dio su visto bueno no sólo por ser esenciales para la acumulación de dinero, sino por que son la base del alcance de toda conquista.

Estos pasos no precisan de «trabajo duro». No exigen ningún sacrificio. No requieren que uno aparezca ridículo o crédulo. Para aplicarlos tampoco se precisa una gran cultura. Mas para que estos pasos tengan éxito en su aplicación, si que se necesita suficiente «imaginación», una imaginación que de lugar a ver y a comprender que la acumulación de dinero no puede dejarse al azar, a la casualidad. Es preciso darse cuenta de que todos aquellos que han acumulado grandes fortunas, soñaron primero con ellas, albergaron esperanzas, las desearon fuertemente e hicieron proyectos «antes» de poseer realmente el dinero.

Y ahora mismo antes de seguir adelante, es conveniente que sepa que nunca podrá tener riquezas en gran cantidad «a menos que» en usted nazca y se desarrolle un deseo ardiente hacia el dinero y que en realidad «crea» que lo llegará a poseer.

Los grandes sueños pueden convertirse en riquezas

Los que emprendamos esta carrera hacia la riqueza debemos sentir estímulo mediante el conocimiento de que en este alterado mundo en que vivimos cada día se precisan nuevas ideas, nuevas formas de hacer las cosas, nuevos dirigentes, nuevas invenciones, nuevos métodos de enseñanza, nuevos procedimientos para los mercados, nuevos libros, nueva literatura, nueva características para la televisión, y en el fondo de esta demanda de cosas mejores y nuevas existe una cualidad que hay que poseer para vencer y esta es la «determinación de propósito», el conocimiento de lo que uno quiere y un ardiente deseo de poseerlo.

Los que deseamos acumular riquezas debemos recordar que los auténticos dirigentes del mundo siempre han sido hombres que han dominado y encauzado, llevándolas a la práctica, a las fuerzas intangibles e invisibles de la oportunidad aún no nacida, y han convertido esas fuerzas (o impulsos del pensamiento) en rascacielos, ciudades, fábricas, aviones, automóviles y toda forma de utilidad que hace la vida mas agradable.

Al proyectar la adquisición de su parte de riqueza, no permita usted que alguien se interfiera para despreciar al soñador. Para ganar las grandes apuestas en este mundo alterado, debe usted captar el gran espíritu de los pioneros del pasado cuyos sueños han dado a la civilización todo cuanto posee de valor, el espíritu que sirve de sangre vivificadora a nuestro propio país… tanto su oportunidad como la mía para desarrollar y vender nuestros talentos.

Si lo que usted desea es correcto y «cree en ello», ¡adelante y hágalo! Lleve a cabo sus sueños y que nunca le importe lo que «ellos» digan si tropieza con una derrota temporal, porque «ellos» ignoran que cada derrota traen consigo la semilla de un éxito equivalente.

Thomas A. Edison soñó con una lámpara que pudiese funcionar mediante la electricidad, llevó a la práctica su sueño y a pesar de mas de «diez mil fracasos» se ciñó al mismo hasta que lo convirtió en realidad física. ¡Los soñadores prácticos jamás fracasan!.

Whelan soñó con una cadena de almacenes de cigarros, transformó sus sueños en algo práctico y hoy día la Union Cigar Stores, ocupa uno de los mejores lugares de América.

Los hermanos Wright soñaron con una máquina que pudiese volar. Hoy día todo el mundo puede ver que aquellos sueños eran sólidos.

Marconi soñó con un sistema para dominar y encauzar las intangibles fuerzas del éter. La prueba de que no soñaba en vano la vemos hoy en cada aparato de radio y televisión que existe en el mundo. Puede que le interese a usted saber que los «amigos» de Marconi le encerraron y le examinaron en un hospital para psicópatas cuando anunció que había descubierto el principio mediante el cual podía enviar mensajes por el aire sin necesidad de alambres u otros medios físicos y directos de comunicación. A los soñadores de hoy en día les va mucho mejor con sus cosas.

El mundo está lleno de oportunidades que nunca conocieron los soñadores del pasado.

Los deseos detrás de sus sueños

Un ardiente deseo que hay que hacer realidad a toda costa es el punto de donde ha de partir todo soñador. Los sueños no nacen de la indiferencia, de la pereza o de la falta de ambición.

Recuerden que todos los que han alcanzado éxito en la vida casi siempre tuvieron duros principios y atravesaron muy malos tiempos antes de «llegar». El auténtico cambio en la vida de aquellos hombres de éxito usualmente llega en el momento de una crisis mediante la cual son presentados a su «otro yo».

John Bunyan escribió Pilgrim’s Progress, obra que figura entre los mejores libros ingleses, tras haber estado encerrado en la cárcel, severamente castigado, a causa de sus puntos de vista sobre religión.

O. Henry describió el gran genio que dormía en su cerebro después de haberse enfrentado con la desgracia y ser encerrado en una celda de la prisión de Columbus, Ohío. Al verse obligado, por la desgracia, a enfrentarse con su otro yo, y a emplear su imaginación, descubrió que era una gran autor en lugar de ser un pobre delincuente.

Charles Dickens comenzó pegando etiquetas de crema para calzado. La tragedia de su primer amor penetró tanto en las profundidades de su alma, que le convirtió en uno de los mas grandes autores del mundo. Aquella tragedia produjo primero David Coperfield, y mas tarde una sucesión de otras obras que hicieron de este mundo un lugar mas rico y mejor para todo el que las lee.

Helen Keller poco después de nacer se quedó ciega, sorda y muda. A pesar de su formidable desgracia su nombre ha quedado escrito en la página de la historia de los Grandes. Toda su vida fue una demostración tangible de que»nadie es derrotado hasta que la derrota se acepta como una realidad».

Robert Burns era un mozo sin cultura alguna. Parecía estar apadrinado desde su nacimiento por la pobreza y hasta llegó a ser un borracho. Pero el mundo se convierte en un lugar mejor por haber vivido aquél hombre que arropó en poesía bellos pensamientos y así arrancó un espino y plantó una rosa en su lugar. Repito que era un humilde campesino sin estudios escolares de ninguna clase y que incluso su vida fue desordenada. Pero «llegó».

Beethoven era sordo y Milton estaba ciego, pero sus nombres perdurarán mientras el mundo exista porque soñaron y tradujeron sus sueños a una realidad concreta.

Hay diferencia entre desear una cosa y estar en disposición de recibirla. Nadie está dispuesto a tal recepción hasta que «cree» que puede hacerlo, que puede adquirirla. El estado mental debe ser «creencia» y no simple deseo o esperanza. Para la creencia es esencial una mente liberal y receptiva. Las denominadas mentes cerradas no inspiran fe, valor o creencia.

Recuerde usted que no se requiere realizar mas esfuerzos para apuntar alto en la vida o para exigir abundancia y prosperidad que el que precisa realizar para aceptar la miseria y la pobreza. Un gran poeta ha estatuido muy correctamente esta gran verdad universal en las líneas siguientes:

Pacté con la Vida por un penique,
y la Vida no pagó más.

Sin embargo, mendigué por la noche
cuando conté mi parco acopio.

Pues la Vida no es más que patrón
que da lo que se le pide,
pero una vez se fija el salario,
¡oh!, es preciso seguir adelante con el trabajo.

Trabajé por el jornal de un lacayo
sólo para aprender, acongojado,
que cualquier jornal que hubiese pedido a la Vida
ella me lo hubiese dado.

El deseo consigue lo «imposible»

Y como adecuado final de este capítulo deseo presentarles aquí a una de las personas mas particulares que he conocido. Le vi pocos minutos después de nacer. Vino al mundo sin la menor señal física del sentido del oído, y el doctor admitió, cuando se le presionó para que diera su opinión sobre el caso, que la criatura quizás fuese sorda y muda para toda su vida.

Desafié y puse en duda la opinión del doctor. Tenía perfecto derecho a hacerlo así porque yo era el padre de aquél niño. También llegué a una decisión y tuve mi opinión, pero exprese ésta silenciosamente, en el secreto de mi corazón.

Yo estaba seguro de que mi hijo tenía que oír y hablar. ¿Cómo? Estaba seguro de que tenía que haber alguna forma, algún camino, y que tenía que encontrarlo. Y pensé entonces en las palabras del inmortal Emerson: «El curso que siguen todas las cosas tienden a enseñarnos lo que es la fe. Sólo necesitamos obedecer. Hay un guía para cada uno de nosotros, y escuchando humildemente, oiremos la verdadera palabra».

¿La verdadera palabra? ¡Deseo! Más que nada en el mundo yo deseaba que mi hijo no fuese sordomudo. Y no abandoné tal deseo ni un segundo siquiera.

¿Qué podía hacer yo? De alguna manera tenía que transplantar a la mente de aquél niño mi ardiente deseo de hallar medios y formas de llevar el sonido a su cerebro sin la ayuda de un par de oídos.

Tan pronto como el niño fuese lo suficientemente mayor como para cooperar, llenaría su mente con el ardiente deseo de oír, y lo haría de tal forma, con tanto anhelo, que la naturaleza, usando sus propios métodos, traduciría aquél anhelo en una realidad física.

Todo este proceso se desarrolló en mi propia mente, pero no hablé con nadie sobre ello. Cada día renovaba la promesa que me había hecho a mi mismo de que mi hijo no sería un sordomudo.

A medida que crecía y empezó a darse cuenta de las cosas que le rodeaban, observamos que oía un poco. Y al llegar a la edad en que la mayoría de los niños rompen a hablar, el no mostró la menor señal de hacerlo aún cuando comprendimos, por sus acciones, que podía oír ligeramente ciertos sonidos. ¡Eso era todo cuanto yo deseaba saber! Estaba convencido de que si el niño podía oír aunque fuese ligeramente, se podría desarrollar su capacidad auditiva mucho mas. Luego sucedió algo que me infundió esperanzas. Y la cosa surgió de la fuente más inesperada.

Encontramos un camino

Compramos un fonógrafo. Cuando el niño escuchó la música por primera vez, se quedó como extasiado e inmediatamente se apropió de la máquina. En una ocasión tocó el mismo disco durante casi dos horas, permaneciendo en pie ante el fonógrafo «con los dientes clavados en el borde de la caja». El significado de este hábito no fue claro para nosotros hasta años mas tarde, ya que no conocíamos entonces las propiedades de conducción del sonido que poseían los huesos.

Poco después de que el niño se apropiase del fonógrafo descubrí que podía oírme bien y claramente cuando yo hablaba con los labios apoyados en su hueso mastoides, en la base del cráneo.

Estando ya seguro de que el pequeño oía el sonido de mi voz claramente, empecé a transferir a su mente el deseo de oír y hablar. Pronto descubrí también que al pequeño le encantaban los cuentos a la hora de irse a la cama, de forma que e puse a inventar historias con la intención de desarrollar en él la seguridad en sí mismo, la imaginación y «un ardiente deseo de oír y ser normal».

Había en particular una historia que yo adornaba con nuevas pinceladas cada vez que se la contaba. La historieta tenía la intención de hacerle pensar que su padecimiento no era en realidad una incapacidad física, sino mas bien un gran valor. A pesar del hecho de que toda la filosofía que yo había asimilado claramente indicaba que la adversidad siempre trae consigo la semilla de una ventaja equivalente, debo confesar que por aquellos día yo no tenía la mas ligera idea de «como» aquél padecimiento podía convertirse en un valor.

Nada podía detenerle

Cuando miro hacia atrás y analizo la experiencia, veo que la «fe que tenía mi hijo en mi» tuvo mucho que ver con los asombrosos resultados obtenidos. No ponía en duda nada de lo que yo le decía. Le inculqué la idea de que el poseía una «ventaja» clara sobre su hermano mayor, y que tal ventaja se reflejaría por si sola de muchas formas. Por ejemplo, los profesores en la escuela observarían que no oía y, en consecuencia, mostraría hacia él especial atención y le tratarían con extraordinaria amabilidad. Y así lo hicieron siempre. También le inculqué la idea de que cuando fuese lo suficientemente mayor para vender periódicos (su hermano mayor, ya era un buen comerciante en tal terreno), el tenía una gran ventaja sobre su hermano mayor por la sencilla razón de que la gente le pagaría un dinero extra por sus artículos de venta, razonando que era un muchacho trabajador y brillante a pesar del hecho de que carecía de oído.

Aproximadamente a os siete años de edad dio la primera muestra de que nuestro método de «programar» su mente estaba dando frutos. Durante meses había estado solicitando el privilegio de vender periódicos, pero su madre no daba su consentimiento a tal proyecto.

Finalmente obró por su cuenta y riesgo. Una tarde, al quedarse sólo en casa con los criados, trepó por la ventana de la cocina y se marchó. Pidió prestados seis centavos al zapatero de la vecindad, los invirtió en periódicos, los volvió a vender, invirtió de nuevo el capital, y así estuvo operando hasta ultima hora de la tarde. Después de hacer balance de su capital y devolver los seis centavos que había pedido prestado al zapatero, le quedó una ganancia líquida de cuarenta y dos centavos. Cuando nosotros llegamos a casa aquella noche, le encontramos profundamente dormido en su cama con el dinero bien encerrado en un puño.

Su madre le abrió la mano, le quitó las monedas y lanzó una exclamación de asombro y angustia. Me parecía poco adecuado llorar sobre la primera victoria de mi hijo. Mi reacción fue totalmente opuesta. Me eché a reír de buena gana porque ya estaba seguro de que mi empresa de inculcar en el niño fe en si mismo se había hecho realidad.

Su madre veía, en aquella primera ventura comercial, solamente a un niño sordo que había salido a las calles arriesgando su vida para ganar dinero. Sin embargo, yo veía a un comerciante muy pequeño, pero ambicioso y seguro de si mismo, una seguridad que había aumentado en un ciento por ciento porque se había metido en negocios impulsado por su propia iniciativa y había ganado. Aquello me complació mucho porque vi que el niño acababa de dar muestras de una resolución que le acompañaría durante toda su vida.

Un camino mediante la escucha

El muchacho sordo superó con éxito todos los grados de escolaridad, segunda enseñanza y colegio sin poder oír a sus profesores excepto cuando le gritaban fuerte y a cerca distancia. No asistió a una escuela para sordos. No le permitimos aprender el lenguaje de signos. Estábamos decididos a viviese una vida normal y que alternase con niños normales, y nos mantuvimos en tal actitud aún cuando nos costó grandes discusiones con los profesores.

Cuando cursaba la segunda enseñanza probo un dispositivo eléctrico para oír, pero sin resultado alguno.

Durante su última semana en el colegio sucedió algo que señaló el mas importante cambio en su vida. Acaso debido a lo que parecía ser una mera casualidad, entró en posesión de otro dispositivo eléctrico para oír, que le habían enviado para que lo probase. Al principio se mostró lento en la prueba debido a la decepción últimamente sufrida con otro aparato. Al fin, mas o menos desganadamente, se lo ajustó a la cabeza y ¡allí estaba!…, como obedeciendo a un golpe de varita mágica el deseo de oír que había experimentado toda su vida, acababa de hacerse realidad. Por primera vez en su existencia oía prácticamente tan bien como cualquier persona de oído normal.

Medio loco de alegría por aquél mundo cambiado que le habían proporcionado mediante el dispositivo eléctrico, corrió al teléfono para hablar con su madre y oyó la voz de ésta perfectamente. Al día siguiente oyó las voces de sus profesores en clase con toda claridad por primera vez en su vida. Y también por primera vez podía conversar con otras personas libremente, sin necesidad de tener que hablar en voz alta. Ciertamente, acababa de entrar en posesión de un mundo diferente.

El muchacho sordo ayuda a otros

Sin darse totalmente cuenta del significado de lo que había conseguido, pero intoxicado con la alegría de haber descubierto un nuevo mundo de sonido, escribió una carta al fabricante del audífono en la que, entusiásticamente describía su experiencia. Algo que decía aquella carta hizo que la compañía le invitara a ir a Nueva York. Cuando llegó a la ciudad fue acompañado hasta la fábrica y mientras hablaba con el jefe de ingenieros, refiriéndole muchas cosas de aquél mundo nuevo que había caído en sus manos, una idea, una inspiración, una corazonada, o llámese como se quiera, nació en su mente. Fue «ese impulso de pensamiento» lo que convirtió su padecimiento en un valor destinado a producir dividendos, tanto en dinero como en felicidad, a miles de personas en el futuro.

La suma y sustancia de aquél impulso de pensamiento fue la siguiente: se le ocurrió que podía servir de ayuda a los millones de sordos que caminaban por la vida sin gozar del beneficio de un dispositivo mecánico para oír si el hallaba la forma de referirles la historia de aquél «nuevo mundo».

Durante un mes se enfrascó en una intensa investigación, a través de la cual analizó todo el sistema de ventas del fabricante de audífonos, y creó medios y métodos de comunicarse con los duros de oído de todo el mundo con el propósito de compartir con ellos su recientemente descubierto mundo. Cuando acabó tal labor presentó el plan a la compañía e instantáneamente se le concedió un puesto en la misma para que convirtiera en realidad sus deseos.

Cuando comenzó a trabajar, muy poco podía saber el muchacho que estaba destinado a llevar esperanzas y alivio práctico a miles de personas sordas que, sin su ayuda, hubiesen permanecido condenadas para siempre al mundo del silencio.

No me cabe la menor duda de que Blair hubiese sido un sordomudo toda su vida si su madre y yo no nos las hubiésemos arreglados para moldear su mente como lo hicimos.

Cuando le inculqué el deseo de oír, hablar y vivir como una persona normal, a este impulso le acompañó alguna extraña influencia que obligó a la naturaleza en convertirse en constructora de un puente, salvando así la distancia que separaba su cerebro del mundo exterior.

Ciertamente, un ardiente deseo dispone de tortuosos caminos para transformarse en su equivalente físico. Blair deseaba disfrutar de un oído normal. ¡Ahora ya lo tiene! Había nacido con una desventaja física apta para enviar a cualquiera, con un deseo menos definido, a la calle provisto de un platillo para pedir limosna.

La pequeña «mentira piadosa» que inculqué en su mente cuando aún era un niño, haciéndole creer que su padecimiento se convertiría en un gran valor, se justificó plenamente. En verdad que no hay nada, ya sea correcto o erróneo, que la creencia, mas un ardiente deseo, no pueda convertir en realidad. Estas cualidades están a disposición de cualquiera.

El deseo obra maravillas para una cantante

Un breve párrafo publicado en la prensa y relacionado con madame Schummann – Heink, facilita una pista para descubrir el éxito magnífico de esta mujer como cantante. Transcribo el párrafo porque su contenido no revela otra cosa que el ardiente deseo.

A principios de su carrera, madame Schumann – Heink visitó al director de la Ópera de Viena para que le probase la voz, pero el hombre no lo hizo. Después de lanzar una ojeada a aquella muchacha desgarbada y pobremente vestida, es director dijo no muy cortésmente:

«Con esa cara y sin personalidad alguna, ¿cómo puede usted esperar tener éxito en el campo de la ópera? Querida muchacha, abandone la idea. Cómprese una máquina de coser y póngase a trabajar. Nunca será usted una cantante».

La palabra «nunca», es tiempo demasiado largo. El director de la Ópera de Viena sabía muchas cosas acerca de la técnica del canto. Pero muy pocas sobre la fuerza del deseo cuando éste alcanza la proporción de una obsesión. Si hubiese sabido mas cosas de esa fuerza, no habría cometido la equivocación de condenar al genio sin concederle una oportunidad.

Hace varios años uno de mis asociados comerciales enfermó a medida que fue transcurriendo el tempo se pudo peor y finalmente tuvo que ser trasladado al hospital a fin de practicarle una operación. El doctor le advirtió que había pocas esperanzas… o ninguna, de que volviese a verle vivo. Pero ésta era solamente la opinión del doctor. No era la opinión del paciente. Muy poco antes de ser trasladado al quirófano murmuró, débilmente: «No se preocupe, jefe, estaré fuera de aquí dentro de unos días». La enfermera me miró con cara de circunstancias. Pero el paciente salió bien de la operación. Después que todo terminó, su médico me dijo: «Nada a no ser el ardiente deseo de vivir, le ha salvado. Nunca hubiera salido bien de esto si no se hubiese negado a aceptar la posibilidad de una muerte».

Creo en la fuerza del deseo apoyada por la fe porque he sido testigo de cómo esta fuerza elevaba a muchos hombres desde sus humildes comienzos a puestos de poder y riqueza; he visto como esa fuerza salvaba de la muerte a muchas víctimas; la he visto servir como medio por el cual los hombre volvían a ponerse en pie tras haber sufrido cien diferentes derrotas; y he visto también como esa fuerza proporcionaba a mi hijo una vida normal y feliz a pesar de que la naturaleza le había lanzado al mundo sordo.

¿Cómo puede uno caminar y dirigir esa fuerza del deseo? Esto ha sido contestado en parte y seguirá contestándose a través de los demás capítulos de este libro.

Mediante algún extraño y poderoso principio de «química mental» que jamás ha divulgado, la naturaleza contiene en el impulso de un fuerte deseo «ese algo» que no reconoce la palabra «imposible», y no acepta tal realidad como fracaso.

Puntos importantes que recordar

Cuando el «deseo» enfoca grandes fuerzas hacia su victoria, usted no necesita disponer de una vía de retirada; la victoria es segura.

Los seis pasos que se describen en este capítulo convierten al deseo en oro. Estos principio proporcionaron a Andrew Carnegie la cantidad de cien millones de dólares.

El deseo hace que se produzca una victoria tras la derrota temporal. Fue el deseo el que construyó uno de los almacenes mas grandes del mundo, que antes se había convertido en un montón de cenizas.

Un muchacho sordo aprendió a oír. Una mujer «sin oportunidad» llegó a ser una cantante de ópera. Un hombre enfermo, desahuciado por los médicos, siguió disfrutando de la vida. El deseo fue la fuerza que ayudó a estas personas mediante alguna extraña, pero natural «química mental».

«No hay limitaciones para la mente excepto aquellas que admitimos».

Napoleón Hill

Desiderata

Camina plácidamente entre el ruido y las prisas, y recuerda la paz que puede haber en el silencio.

Siempre que sea posible, sin rendirte, llévate bien con todas las personas.

Di tu verdad claramente y con serenidad; y escucha a los demás, incluso al torpe y al ignorante; también tienen una historia que contar.

Evita a las personas ruidosas y agresivas; son vejaciones para el espíritu.

Si te comparas con los demás, puedes volverte vanidoso o amargado, pues siempre habrá personas mejores y peores que tú.

Disfruta de tus logros tanto como de tus planes. Conserva el interés en tu profesión, por humilde que ésta sea; es una posesión real en los turbulentos cambios de la fortuna.

Sé precavido en los negocios, porque el mundo está lleno de astucias. Pero que esto no ciegue tus ojos ante la virtud que existe; muchas personas luchan por altos ideales, y en todas partes la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo. Sobre todo, no finjas afecto. Tampoco seas cínico con el amor; porque, ante la aridez y el desencanto, es tan perenne como la hierba.

Acepta mansamente el consejo de la edad, y renuncia con elegancia a las cosas de la juventud.

Nutre la fortaleza de tu espíritu para que sea tu escudo ante la desgracia inesperada. Pero no te turbes con negras fantasías. Muchos miedos nacen del cansancio y la soledad.

Más allá de una sana disciplina, sé suave contigo mismo. Eres una criatura del Universo, no menos que los árboles y las estrellas; tienes derecho a existir.

Y tanto si lo ves claramente como si no, el Universo evoluciona tal como debe. Por lo tanto, vive en paz con Dios, no importa cómo Lo concibas.

Y sean cuales sean tus afanes y aspiraciones, en la ruidosa confusión de la vida, vive en paz con tu alma.

Con todos sus fraudes, su rutina y sus sueños rotos, es un mundo hermoso. Sé alegre. Lucha por ser feliz.

Max Ehrmann

El vendedor más grande del mundo

Pergamino # 1

Hoy comienzo una nueva vida.

Hoy mudaré mi viejo pellejo que ha sufrido, durante tanto tiempo, las contusiones del fracaso y las heridas de la mediocridad.

Hoy nazco, de nuevo y mi lugar de nacimiento es una viña donde hay fruto para todos.

Hoy cosecharé uvas de sabiduría de las vides más altas y cargadas de fruta de la viña, porque éstas fueron plantadas por los más sabios de mi profesión que han venido antes que yo, de generación en generación.

Hoy saborearé el gusto de las uvas frescas de las vides, y ciertamente me «tragaré la semilla del éxito encerrada en cada una y una nueva vida retoñará dentro de mí.

La carrera que he escogido está repleta de oportunidades, y al mismo tiempo está llena de angustia y desesperación, y los cadáveres de aquellos que han fracasado, si se los pusiera uno encima del otro, proyectarían su sombra por encima de todas las pirámides de la tierra.

Y sin embargo no fracasaré como los otros, puesto que en mis manos sostengo las cartas de marear que me guiarán a través de corrientes peligrosas hasta las playas que sólo ayer me parecían un sueño.

El fracaso no será mi recompensa por la lucha. Así como la naturaleza no ha hecho provisión alguna para que mi cuerpo tolere el dolor, tampoco ha hecho provisión para que mi vida sufra el fracaso. El fracaso, como el dolor, es ajeno a mi vida. En el pasado lo acepté como acepté el dolor. Ahora lo rechazo y estoy preparado para abrazar la sabiduría y los principios que me sacarán de las sombras para internarme en la luz resplandeciente de la riqueza, la posición y la felicidad, muy superiores a mis más extravagantes sueños hasta que aún las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides no parecerán otra cosa que mi justa recompensa.

El tiempo le enseña todas las cosas a aquel que vive para siempre, pero no puedo darme el lujo de la eternidad. Y sin embargo dentro del tiempo que se me ha asignado debo practicar el arte de la paciencia, porque la naturaleza no procede jamás con apresuramiento. Para crear el olivo, el rey de todos los árboles, se requieren 100 años. Una planta de cebolla es vieja después de 9 semanas. He vivido como una planta de cebolla. Pero no he estado conforme con ello. Ahora quisiera ser el más grande de los árboles de olivo, y en realidad el más grande de los vendedores.

¿Y cómo lo lograré? Porque no tengo ni los conocimientos ni la experiencia para alcanzar la grandeza, y ya he tropezado en ignorancia y caído en el charco de la compasión por mí mismo. La respuesta es sencilla. Comenzaré mi viaje sin el estorbo de los conocimientos innecesarios o la desventaja de una experiencia carente de significado. La naturaleza me ha proporcionado ya el conocimiento y el instinto muy superiores a los de cualquier bestia en el bosque; y a la experiencia se le ha asignado un valor exagerado, especialmente por los viejos que asienten sabiamente con la cabeza y hablan estúpidamente.

En realidad la experiencia enseña sistemáticamente, y sin embargo su curso de instrucción devora los años del hombre de manera que el valor de sus lecciones disminuye con el tiempo necesario para adquirir su sabiduría especial. Y al final se ha malgastado en hombres que han muerto. Además, la experiencia se compara con la moda. Una acción o medida que tuvo éxito hoy será irresoluble e impráctica mañana.

Solo los principios perduran y éstos poseo, porque las leyes que me conducirán a la grandeza figuran en las palabras de estos pergaminos. Me enseñarán más a evitar el fracaso que a alcanzar el éxito, porque ¿qué es el éxito sino un estado mental? ¿Qué dos personas, entre mil sabios, definirán el éxito con las mismas palabras? Y sin embargo el fracaso se describe siempre de la misma forma. El fracaso es la incapacidad del hombre de alcanzar sus metas en la vida, cualesquiera que sean.

En realidad, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido éxito reside en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. De manera entonces que la primera ley que obedeceré, y que precede a todas las otras es la siguiente: Me formaré buenos hábitos, y seré el esclavo de esos hábitos.

Cuando era niño, era esclavo de mis impulsos, ahora soy esclavo de mis hábitos, como lo son todos los hombres crecidos. He rendido mi libre albedrío a los años de hábitos acumulados y las acciones pasadas de mi vida han señalado ya un camino que amenaza aprisionar mi futuro. Mis acciones son gobernadas por el apetito, la pasión, el prejuicio, la avaricia, el amor, temor, medio ambiente, hábitos, y el peor de estos tiranos es el hábito. Por lo tanto si tengo que ser esclavo de los hábitos, que sea esclavo de los buenos hábitos.

Los malos hábitos deben ser destruidos y nuevos surcos preparados para la buena semilla.

Adquiriré buenos hábitos y me convertiré en su esclavo. ¿Y cómo realizaré esta difícil empresa? Lo haré por medio de estos pergaminos, porque cada uno contiene un principio que desalojará de mi vida un hábito malo y lo reemplazará con uno que me acerque al éxito. Porque hay otra ley de la naturaleza que dice que sólo un hábito puede dominar a otro. De manera que para que estas palabras escritas cumplan la tarea para la cual han sido designadas, debo de disciplinarme a mí mismo y adquirir el primero de mis nuevos hábitos que es el siguiente: Leeré cada pergamino durante 30 días en esta forma prescrita, antes de proceder a la lectura del pergamino siguiente.

Primero, leeré las palabras en silencio cuando me levanto por la mañana. Luego leeré las palabras en silencio después de haber participado de la comida del mediodía. Finalmente leeré las palabras de nuevo antes de acostarme al finalizar el día, y aún más importante, en esta oportunidad leeré las palabras en alta voz.

Al día siguiente repetiré este procedimiento, y continuaré de esta manera durante 30 días. Luego empezaré el siguiente pergamino y repetiré este procedimiento durante otros treinta días. Continuaré de esta forma hasta que haya vivido con cada uno de los pergaminos durante 30 días y mi lectura se haya convertido en hábito.

¿Y qué realizaré mediante este hábito? Reside aquí el secreto oculto de todas las realizaciones del hombre. Al repetir diariamente las palabras, se convertirán pronto en parte integral de mi mente activa, pero aún más importante, se filtrarán también hasta la otra mente mía, ese misterioso venero que nunca duerme, que crea mis sueños, y con frecuencia me hace proceder en una forma que no comprendo.

A medida que las palabras de estos pergaminos son absorbidas por mi misteriosa mente, comenzaré a despertar, todas las mañanas, con una vitalidad que no he conocido nunca. Mi vigor aumentará, mi entusiasmo se acrecentará, mi deseo de enfrentarme con el mundo dominará a todos los temores que antes me asaltaban al amanecer, y seré más feliz de lo que jamás había pensado que fuese posible en este mundo de luchas y de dolor.

Finalmente, descubriré que reacciono ante todas las situaciones que me confrontan como los pergaminos me ordenaron que reaccionara, y pronto estas acciones y reacciones serán fáciles de realizar, porque todo acto se hace fácil con la práctica.

De manera entonces que nacerá un hábito nuevo y bueno, porque cuando un acto se hace fácil mediante la repetición constante se convierte en un placer realizarlo, y si es un placer realizarlo corresponde a la naturaleza del hombre el realizarlo con frecuencia. Cuando lo hago con frecuencia se convierte en un hábito y yo me convierto en su esclavo y puesto que éste es un buen hábito, ésta es mi voluntad.

Hoy comienzo una nueva vida.

Y me hago un solemne juramento de que nada retardará el crecimiento de mi nueva vida. No interrumpiré ni un día estas lecturas porque el día que pierda no podrá recobrarse jamás ni podré substituirlo por otro. No debo interrumpir, no interrumpiré este hábito de la lectura diaria de estos pergaminos, y en realidad, los pocos momentos que pase todos los días en este nuevo hábito serán un precio insignificante que tendré que pagar por la felicidad y el éxito que serán míos.

Y mientras leo y releo las palabras de los pergaminos siguientes, no permitiré jamás que la brevedad de cada pergamino ni la simplicidad de sus palabras me lleven a tratar livianamente el mensaje del pergamino. Miles de uvas se prensan para llenar una botella de vino y el hollejo y la pulpa son arrojados a los pájaros. Así es con estas uvas de sabiduría de los siglos. Mucho se ha filtrado y arrojado a los vientos. Solo la verdad pura yace destilada en las palabras que vendrán. Beberé según las instrucciones y no derramaré ni una gota. Y la semilla del éxito ingeriré.

Hoy mi viejo pellejo se ha vuelto como polvo. Caminaré erguido entre los hombres y no me reconocerán, porque hoy soy un nuevo hombre, con una nueva vida.

Pergamino # 2

Saludaré este día con amor en mi corazón.

Porque éste es el secreto más grande del éxito en todas las empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aún destruir la vida, pero sólo el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre, y hasta que no domine este arte no seré más que un mercachifle en el mercado. Haré del amor mi arma más poderosa y nadie a quien yo visite podrá defenderse de su fuerza.

Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desconfiar de mis discursos; podrán desaprobar mi manera de vestir; podrán rechazar mi rostro; y hasta podrán sospechar de mis ofertas especiales; y sin embargo mi amor les derretirá el corazón, a igual que el sol cuyos rayos entibian la más fría arcilla.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo lo haré? De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos; pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me enseña las estrellas. Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituyen para mí un desafío.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en amigos míos. Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos. Ahondaré siempre en busca de razones para elogiar; nunca me allanaré a buscar excusas para el chisme. Cuando sienta la tentación de criticar, me morderé la lengua; cuando me sienta inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos.

¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la naturaleza toda hablan con la música de la alabanza para su creador? ¿No puedo acaso hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré este secreto que cambiará mi vida.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres porque cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas.

Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son solo humanos; amaré a los humildes porque son divinos. Amaré a los ricos porque sufren la soledad; amaré a los pobres porque son tantos. Amaré a los jóvenes por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la, sabiduría que comparten. Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Pero cómo reaccionaré ante la conducta de los demás? Con amor. Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte. Con el uso se fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo pondré a un lado y caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo haga, mi nombre será enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me encuentro? De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que le amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a mis labios, y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel que se negará a comprar mis mercancías cuando en su corazón sienta mi amor?

Saludaré este día con amor en mi corazón.

Y principalmente me amaré a mí mismo. Porque cuando lo hago, vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída por el mal y la desesperación, sino que más bien la estimularé con los conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este momento todo el odio ha sido extraído de mis venas porque no tengo tiempo para odiar, sólo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré mis ventas en un ciento por ciento y me convertiré en un gran vendedor. Aunque no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito con el amor solo. Sin el amor fracasaré aunque posea todos los conocimientos y habilidades del mundo.

Saludaré este día con amor, y tendré éxito.

Pergamino # 3

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

En el Oriente los toros jóvenes son puestos a prueba en cierta forma para la corrida en la plaza. Estos toros son traídos a la plaza y se les deja atacar al picador que los pica con una lanza. La bravura de cada toro se calcula entonces con cuidado, según las veces que demostró su disposición de embestir a pesar de la picadura de la lanza. De aquí en adelante reconoceré que todos los días la vida me pone a prueba en igual forma. Si persisto, si sigo probando, si continúo embistiendo alcanzaré el éxito.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

En este mundo no nací en derrota, ni el fracaso corre por mis venas. No soy una oveja que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy un león y me niego a hablar, a caminar o a dormir con las ovejas. Me abstendré de escuchar a aquellos que lloran y se quejan, porque la enfermedad es contagiosa. Que ellos se unan a las ovejas. El matadero del fracaso no es mi destino.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y no cerca del comienzo, y no me corresponde a mí saber cuántos pasos son necesarios a fin de alcanzar mi meta. Puede aún sobrecogerme el fracaso al dar mi milésimo paso, y sin embargo quizá el éxito se oculte detrás del siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuan cerca estoy del éxito a menos que doble la curva.

Siempre daré un paso más. Si ése no es suficiente daré otro y aún otro. En realidad, un paso por vez no es muy difícil.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como un golpe de la hoja del hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá ni cause temblor en el árbol, ni el segundo ni el tercero. Cada golpe en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin consecuencia. Y sin embargo como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se tumbará. Y así será con mis esfuerzos de hoy.

Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se llevan la montaña; la hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la tierra; el esclavo que construye una pirámide. Edificaré mi castillo usando un ladrillo por vez porque yo sé que los pequeños intentos, repetidos, completarán cualquier empresa.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como abandono, no puedo, imposible, irrealizable, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada; porque son palabras de necios. Huiré de la desesperación, pero si esta enfermedad de la mente me atacara, seguiría trabajando en medio de la desesperación. Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos que se yerguen a mis pies, y mantendré los ojos fijos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré para mi beneficio.

Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Toda vez que escuche un no, me aproximará al sonido de un sí. Toda vez que me encuentre con una mirada de desaprobación recordaré que sólo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana. Debo contemplar la noche para apreciar el día.

Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Persistiré, persistiré y persistiré de nuevo. Cada obstáculo que se me presente, lo consideraré como un mero rodeo en el camino que me lleva a la meta, y un desafío a mi profesión. Persistiré y desarrollaré mis habilidades como el marino desarrolla las suyas, aprendiendo a dominar la furia de cada tormenta.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de aquellos que sobresalen en su trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener en cuenta si ha sido un éxito o fracaso, procuraré realizar una venta más. Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado cuerpo a retornar a la casa, resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta más. Haré un intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa haré otro. No permitiré jamás que ningún día termine en fracaso. De esta manera plantaré la semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable sobre aquellos que cesan de trabajar a una hora proscripta. Cuando otros ponen fin a la lucha, la mía habrá comenzado, y mi cosecha será amplia.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Ni permitiré tampoco que los éxitos del ayer me hagan caer en el sopor de la complacencia del hoy, puesto que ésta es el gran fundamento del fracaso. Me olvidaré de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen buenos o malos, y saludaré el nuevo día con confianza de que éste será el mejor día de mi vida.

Mientras haya hálito en mí, persistiré. Porque ahora sé uno de los grandes principios del éxito; si persisto lo suficiente alcanzaré la victoria. Persistiré, alcanzaré la victoria.

Pergamino # 4

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Desde el comienzo del mundo, nunca ha existido otro con mi mente, mi corazón, mis ojos, mis oídos, mis manos, mi cabello, mi boca. Nadie ha podido, ni puede ni podrá caminar y andar y moverse y pensar exactamente como yo. Todos los hombres son hermanos míos y sin embargo soy diferente de cada uno de ellos. Soy una criatura única.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Aunque figuro en el reino animal, lo animal solo no me satisfará. Dentro de mí arde una llama que ha pasado a través de incontables generaciones, y su calor constituye un constante incentivo para mi espíritu de ser mejor de lo que soy y lo seré. Avivaré esta llama de la disconformidad y proclamaré mi singularidad ante el mundo.

Nadie puede manejar el pincel ni el cincel como yo; nadie puede imitar exactamente mi caligrafía; nadie podrá engendrar a mi hijo y en realidad nadie tiene la habilidad de vender exactamente como yo. De aquí en adelante, me aprovecharé de esta diferencia puesto que es un factor que debo promover hasta lo sumo.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

No haré más intentos vanos de imitar a otros. En cambio exhibiré mi singularidad en el mercado. La proclamaré, sí la venderé. Comenzaré ahora a acentuar mis diferencias; a ocultar mis similitudes. Así también aplicaré este principio a las mercancías que vendo. Un vendedor y su mercancía, diferente de todos los demás, y orgulloso de la diferencia.

Soy un ser único de la naturaleza.

Soy una cosa rara, y existe valor en todo lo raro; por lo tanto soy de valor. Soy el resultado de miles de años de progreso; por lo tanto estoy mejor equipado, tanto mental como corporalmente, que todos los emperadores y sabios que me precedieron.

Pero mi habilidad, mi mente, mi corazón y mi cuerpo se estancarán, se corromperán y morirán a menos que les dé buen uso. Tengo un potencial ilimitado. Empleo solo una pequeña porción de mi cerebro; ejercito solo una ínfima porción de mis músculos. Puedo mejorar en un ciento por ciento más mis éxitos de ayer, y esto haré, a comenzar desde hoy.

Nunca jamás quedaré satisfecho con los éxitos del ayer, ni me entregaré tampoco a la alabanza personal por hechos que en realidad son demasiado pequeños para aún ser reconocidos. Puedo realizar mucho más de lo que he realizado y lo haré, porque ¿por qué razón el milagro que me produjo debe terminar con mi nacimiento? ¿Por qué no puedo extender ese milagro a mis hechos de hoy?

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

No estoy de casualidad en esta tierra. Estoy aquí con un propósito, y ese propósito es crecer hasta convertirme en montaña, y no encogerme hasta parecer un grano de arena. De aquí en adelante concentraré todos mis esfuerzos a transformarme en la montaña más elevada de todas, y exigiré a mi potencial hasta que me pida tregua.

Acrecentaré mis conocimientos de la humanidad, de mí mismo, y de las mercancías que venda, de manera que mis ventas se multiplicarán. Practicaré y mejoraré y puliré las palabras que pronuncio para vender mis mercancías, porque éste es el cimiento sobre el cual edificaré mi carrera y nunca me olvidaré que muchos han alcanzado grandes riquezas y éxito mediante un solo discurso de ventas pronunciado con excelencia. Asimismo procuraré constantemente mejorar mis modales y atractivos, puesto que son el azúcar hacia la cual todos son atraídos.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Concentraré todas mis energías a hacer frente al desafío del momento, y mis actos contribuirán a que me olvide de todo lo demás. Los problemas de mi casa los dejaré en casa. No pensaré en mi familia cuando estoy en el mercado, porque esto ensombrecerá mis pensamientos. De igual manera los problemas inherentes al mercado serán dejados en el mercado y no pensaré en mi profesión cuando estoy en mi casa, puesto que esto apagará mi amor.

No hay lugar en el mercado para mi familia, ni hay lugar tampoco en mi casa para el mercado. Divorciaré al uno del otro y de esta manera permaneceré unido a ambos. Deben permanecer separados o morirá mi carrera. Esta es la paradoja de los siglos.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Se me han dado ojos para que vea y una mente para que piense y ahora sé un gran secreto de la vida porque percibo por fin que todos mis problemas, mis desánimos y sufrimientos son en realidad grandes oportunidades veladas. Nunca me engañaré por el disfraz que lleven, porque mis ojos están abiertos. Miraré más allá del disfraz y no seré engañado.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Ni las bestias, ni las plantas, ni el viento, ni la lluvia, ni las rocas, ni los lagos tuvieron el mismo comienzo que yo, porque fui concebido con amor y traído a este mundo con un propósito. En el pasado no consideré esta verdad, pero desde ahora en adelante le dará forma a mi vida y la guiará.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Y la naturaleza no conoce derrota. Con el tiempo, emerge victoriosa, y así lo haré yo, y con cada victoria la próxima lucha no será tan difícil.

Venceré, y me convertiré en un gran vendedor, puesto que soy único, singular.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Pergamino # 5

Viviré este día como si fuese el último día de mi vida.

¿Y qué haré con este último día de valor incalculable que me queda? Primero, sellaré el contenido de la vida de manera que ni una gota se derrame sobre la arena. No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer, porque ¿por qué debo desperdiciar lo que es bueno en lo malo?

¿Puede la arena deslizarse hacia arriba en el reloj? ¿Saldrá el sol donde se pone y se pondrá donde sale? ¿Puedo vivir de nuevo los errores del ayer y corregirlos? ¿Puedo hacer que retornen las heridas del ayer y sanarlas? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo desdecirme del mal que he hablado, anular los golpes que he asestado, el dolor que he provocado? No, el ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.

Viviré hoy como si fuera el último día de mi existencia.

¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Por qué arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la arena del mañana correr por el reloj antes que la de hoy? ¿Nacerá el sol dos veces esta mañana? ¿Puedo realizar las tareas del mañana mientras me hallo en la senda del hoy? ¿Puedo poner el oro del mañana en la bolsa del hoy? ¿Puede el niño del mañana nacer hoy? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿Debo preocuparme de acontecimientos que quizá nunca contemple? ¿Debo atormentarme con problemas que tal vez nunca ocurran? ¡No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él. Viviré este día de mi existencia.

Este día es todo lo que tengo, y estas horas son ahora mi eternidad. Saludo este amanecer con exclamaciones de gozo, como un preso a quien se le conmuta la sentencia de muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento por este don inapreciable de un nuevo día. Así también me golpearé el pecho con gratitud al considerar a todos los que saludaron la salida del sol del ayer y que hoy no figuran entre los vivos. Soy en realidad un hombre afortunado, y las horas de hoy Constituyen algo extra, inmerecido. ¿Por qué se me ha permitido vivir este día extra, cuando otros, mucho mejores que yo, han muerto? ¿Será acaso que han cumplido su propósito mientras que el mío está aún inconcluso? ¿Es ésta otra oportunidad de convertirme en el hombre que yo sé que puedo ser? ¿Existe un propósito en la naturaleza? ¿Es éste mi día para distinguirme?

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Tengo tan sólo una vida, y la vida nada es sino una medida del tiempo. Cuando malgasto una destruyo al otro. Si malgasto el hoy destruyo la última página de mi vida. Por lo tanto, trataré con ternura y afecto cada hora, porque no retornará jamás. No puede conservarse hoy para ser usado mañana, ¿quién puede atrapar al viento? Asiré con ambas manos cada minuto de este día y lo acariciaré con afecto puesto que su valor es incalculable. ¿Qué hombre moribundo puede comprar el hálito de otro aunque esté dispuesto a dar por él todo su oro? ¿Qué valor asignaré a las horas que me quedan? Las consideraré inapreciables.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Eludiré con ahínco a todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión destruiré con la acción; sepultaré las dudas bajo la fe; el temor destruiré con la confianza. No escucharé a los labios ociosos; no me quedaré donde hay manos ociosas; a personas ociosas no visitaré. De aquí en adelante sabré que el cortejar la ociosidad equivale a robar alimentos, ropas y calor de aquellos a quienes amamos. No soy ladrón. Soy un hombre que siente cariño en su corazón y hoy es mi última oportunidad de demostrar mi cariño y mi grandeza.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Los deberes de hoy cumpliré hoy. Hoy acariciaré a mis hijos mientras son niños aún; mañana se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no estará ni yo tampoco; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará pidiendo ayuda, ni tampoco yo podré oír su clamor. Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo; mañana no tendré nada que dar, y no habrá nada que recibir.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

V si es mi último día, será mi monumento más grande. Este día haré el mejor de mi vida. Este día aprovecharé los minutos hasta su máximo. Lo saborearé y daré gracias. Aprovecharé Indas las horas y a los minutos canjearé solo por algo de valor. Trabajaré con más ahínco que nunca y exigiré a mis músculos hasta que pidan el alivio, y aún así continuaré. Haré más visitas que nunca. Venderé más mercancías que nunca. Ganaré más oro que nunca. Cada minuto de hoy será más fructífero y fecundo que las horas de ayer. Mi último día deberá ser mi mejor día.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Y si no lo es, caeré de rodillas y daré gracias.

Pergamino # 6

Hoy seré dueño de mis emociones.

La marea sube; la marea baja. Pasa el invierno y llega el verano. Declina el verano y aumenta el frío. El sol sale; el sol se pone. La luna está llena; la luna es negra. Llegan los pájaros; y luego parten. Florecen las flores; las flores se marchitan. Se siembra la semilla; se recoge la cosecha. La naturaleza toda es un ciclo de estados de ánimo y yo soy parte de la naturaleza, y así como la marea, subirán mis estados de ánimo; mis estados de ánimo bajarán.

Hoy seré dueño de mis emociones.

Es una de las estratagemas de la naturaleza, escasamente comprendida, que cada día amanezco con estados de ánimo que han cambiado desde ayer. El gozo de ayer se convertirá en la tristeza de hoy; sin embargo la tristeza de hoy pasará a ser el gozo del mañana. Dentro de mí hay una rueda, que cambia constantemente de la tristeza al gozo, de los transportes de alegría a la depresión, de la felicidad a la melancolía. A igual que las flores, los capullos de gozo de hoy se marchitarán y abatirán, y sin embargo recordaré que las flores secas de hoy llevan la semilla del pimpollo del mañana; así también la tristeza de hoy contiene la simiente del gozo del mañana.

Hoy seré dueño de mis emociones.

¿Y cómo dominaré estas emociones para que cada día sea productivo? Porque a menos que mi estado de ánimo sea el correcto, mi vida será un fracaso. Los árboles y las plantas dependen del tiempo para florecer, pero yo elaboro mi propio tiempo, que digo, lo llevo conmigo. Pero si yo les ofrezco a mis clientes lluvia y lobreguez y tinieblas y pesimismo, reaccionarán con tristeza, tinieblas y pesimismo y no me comprarán nada. Si les ofrezco gozo y entusiasmo y claridad y alegría a mis clientes, reaccionarán con gozo y entusiasmo, claridad y alegría, y mi tiempo me producirá una cosecha de ventas y un granero de oro.

Hoy seré dueño de mis emociones.

¿Y cómo dominaré a mis emociones para que todos los días sean días felices y productivos? Aprenderé este secreto de los siglos: Débil es aquel que permite que sus pensamientos controlen sus acciones; fuerte es aquel que compele a sus acciones que controlen sus pensamientos. Todos los días cuando despierto seguiré este plan de batalla antes de ser capturado por las fuerzas de la tristeza, de la autocompasión y del fracaso:

Si me siento deprimido cantaré.

Si me siento triste reiré.

Si me siento enfermo redoblaré mi trabajo.

Si siento miedo me lanzaré adelante.

Si me siento inferior vestiré ropas nuevas.

Si me siento inseguro levantaré la voz.

Si siento pobreza pensaré en la riqueza futura.

Si me siento incompetente recordaré éxitos del pasado.

Si me siento insignificante recordaré mis metas.

Hoy seré dueño de mis emociones.

De aquí en adelante, sabré que sólo aquellos con habilidad inferior podrán estar siempre a su nivel más alto, y yo no soy inferior. Habrá días cuando tenga que luchar constantemente contra fuerzas que me desgarrarían. Aunque el desánimo y la tristeza son fáciles de reconocer, hay otros que se nos aproximan con una sonrisa y con un amistoso apretón de manos pero también pueden destruirnos. Contra ellos, también, debo estar siempre alerta:

Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.

Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena vida, recordaré hambres pasadas.

Si siento complacencia, recordaré mis competidores.

Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.

Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.

Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.

Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de debilidad.

Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.

Hoy seré dueño de mis emociones.

Y con este nuevo conocimiento comprenderé también y reconoceré los estados de ánimo de aquel a quien visite. Toleraré su enojo y su irritación de hoy porque no sabe el secreto de dominar su mente. Puedo resistir sus saetas e insultos porque ahora sé que mañana cambiará y será un gozo visitarlo.

No juzgaré más a un hombre por una sola visita; no dejaré jamás de visitar de nuevo mañana a aquel que hoy me demuestra odio. Hoy no comprará carrozas de oro por un centavo, y sin embargo mañana canjeará su casa por un árbol. El conocimiento que tengo de este secreto será la llave que me abre las puertas de la riqueza.

Hoy seré dueño de mis emociones.

De aquí en adelante reconoceré e identificaré el misterio de los estados de ánimo de toda la humanidad, y en mí. Desde este momento estoy preparado para dominar cualquier tipo de personalidad que se despierta en mí todos los días. Dominaré mis estados de ánimo mediante una acción positiva, y cuando haya dominado mis estados de ánimo, controlaré mi destino.

Hoy controlo mi destino, y mi destino es el de convertirme en el vendedor más grande del inundo.

Seré dueño de mí mismo.

Seré grande.

Pergamino # 7

Me reiré del mundo.

Ningún ser viviente puede reírse, con la excepción del hombre. Los árboles tal vez se desangren cuando son heridos, y las bestias del campo se quejarán de dolor y de hambre, y sin embargo sólo yo tengo el don de la risa y es un don que puedo usar cuando quiero. De aquí en adelante cultivaré el hábito de la risa.

Sonreiré y mi digestión mejorará; me reiré y mis cargas serán aliviadas; me reiré y mi vida será alargada, porque éste es el gran secreto de la larga vida y es ahora mío.

Me reiré del mundo.

Y especialmente, me reiré de mí mismo porque el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio. Nunca caeré en esta trampa de la mente. Porque aunque sea el más grande milagro de la naturaleza, ¿no soy aún un mero grano de arena sacudido por los vientos del tiempo? ¿Sé en realidad de dónde vine y a dónde voy? ¿Mi preocupación por este día no parecerá nada dentro de diez años? ¿Por qué permitiré, que los acontecimientos insignificantes del hoy me perturben? ¿Qué puede acontecer antes de que se ponga este sol que no parecerá insignificante en el río de los siglos?

Me reiré del mundo.

¿Y cómo me reiré cuando me confronta un hombre o acciones que me ofenden y que provocan mis lágrimas y maldiciones? Tres palabras aprenderé a repetir hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que inmediatamente aparecerán en mi mente siempre que el buen humor amenace apartarse de mí. Estas palabras, transmitidas por los antiguos, me harán triunfar en la adversidad y mantendrán mi vida en equilibrio. Estas tres palabras son: Esto pasará también.

Me reiré del mundo.

Porque todas las cosas mundanales cesarán, cuando me sienta profundamente acongojado me consolaré pensando que esto pasará también; mando me sienta orgulloso del éxito me advertiré que esto pasará también. Cuando me sienta oprimido por la pobreza me diré que esto pasará también; cuando esté agobiado de riquezas Recordaré que esto pasará también. Ciertamente, ¿dónde está aquel que edificó la pirámide? ¿No está sepultado dentro de sus piedras? ¿Y la pirámide algún día no quedará sepultada bajo la arena? ¿Si todas estas cosas pasarán, por qué debo preocuparme del hoy?

Me reiré del mundo.

Pintaré este día con risas; pondré marco a esta noche con una canción. Nunca trabajaré para ser feliz; más bien trabajaré con ahínco para no estar triste. Disfrutaré hoy de la felicidad de hoy. No es grano para ser almacenado en una caja. No es vino a guardarse en una vasija. No puede conservarse para mañana. Debe sembrarse y cosecharse el mismo día y esto haré de hoy en adelante.

Me reiré del mundo.

Y con mi risa todas las cosas quedarán reducidas a su justa medida. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños; me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor. Me reiré del mal, que sucumbirá sin ser probado. Me reiré de la bondad, y ésta prosperará y abundará. El día será triunfante sólo cuando mis sonrisas provoquen sonrisas en otros, y esto lo hago por interés, porque aquellos a quienes les hago mal gesto no compran mis mercancías.

Me reiré del mundo.

De aquí en adelante derramaré solo lágrimas de sudor, porque las lágrimas que nacen de la tristeza, del remordimiento, de la frustración no tienen valor en el mercado, mientras que cada sonrisa puede ser canjeada por oro y cada palabra bondadosa, hablada desde el corazón, puede edificar un castillo.

Nunca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan grave y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi mundo. En este asunto seguiré siempre siendo un niño, porque solo como un niño se me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo.

Me reiré del mundo.

Y mientras pueda reírme no seré jamás pobre. Este es entonces uno de los mayores dones de la naturaleza, y no lo malgastaré más. Solo con la risa y la felicidad puedo convertirme en un verdadero éxito. Sólo con la risa y la felicidad puedo disfrutar de los frutos de mi trabajo. Si no fuera así, sería mejor que fracasara, porque la felicidad es el vino que afina el gusto de la comida. Para disfrutar del éxito debo tener felicidad, y la risa será la doncella que me sirve.

Seré feliz; tendré éxito; seré el más grande vendedor que el mundo ha conocido.

Pergamino # 8

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Una hoja de morera tocada por el genio del hombre se convierte en seda. Un campo de arcilla tocado por el genio del hombre se convierte en un castillo.

Un ciprés tocado por el genio del hombre se convierte en un santuario. Un vellón de lana tocado por el genio del hombre se convierte en un manto para un rey.

Y si es posible que las hojas y la arcilla y la madera y la lana multipliquen su valor en un ciento por ciento, qué digo, en un mil por el hombre, ¿no puedo hacer lo mismo con la arcilla que lleva mi nombre?

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Soy como el grano de trigo a quien le confrontan tres futuros. El trigo puede ser puesto en una bolsa y arrojado en un chiquero para alimentar a los puercos. O puede molerse y convertirse en harina y luego en pan. O puede sembrarse en la tierra para que crezca hasta que sus espigas de oro produzcan mil granos de uno.

Soy como un grano de trigo, con una diferencia. El trigo no puede escoger ser de alimento para los puercos, molido para el pan, o plantado para que se multiplique. Yo tengo la facultad de elección y no permitiré que mi vida sea alimento de los puercos ni dejaré que sea molida bajo las piedras del fracaso y la desesperación, y así quebrantado, ser devorado por la voluntad de otros.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Para que crezca y se multiplique es necesario plantar el grano de trigo en la oscuridad de la tierra, y mi fracaso, mi desesperación, mi ignorancia y mis inhabilidades son la oscuridad en la cual he sido plantado a fin de madurar. Ahora, como el grano de trigo que brotará y fructificará solo si es nutrido por la lluvia y el sol y los vientos tibios, yo también debo nutrir mi cuerpo y mi mente para cumplir mis sueños. Pero para crecer hasta llegar a su plenitud el trigo debe esperar los caprichos de la naturaleza. Pero yo no necesito esperar porque tengo el poder para escoger mi propio destino.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

¿Y cómo lograré esto? Primeramente fijaré metas para el día, la semana, el mes, el año y mi vida. Así como la lluvia debe caer antes de que el grano de trigo rompa su cáscara y germine, así yo también debo tener metas y objetivos para que mi vida cristalice. Al fijarme metas recordaré mis mejores trabajos del pasado y los multiplicaré en un ciento por ciento. Este será el nivel según el cual viviré en el futuro. Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado elevadas, puesto que ¿no es mejor acaso apuntar mi lanza a la luna y herir solo a un águila que apuntar mi lanza al águila y pegarle solo a una roca?

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

La magnitud de mis metas no me asombrará aunque quizá tropiece antes de alcanzarlas. Si tropiezo me levantaré de nuevo y mis caídas no me preocuparán porque todos los hombres deben de tropezar con frecuencia antes de llegar a su hogar. Sólo el gusano está libre de la preocupación de tropezar. Y yo no soy gusano. No soy una cebolla tampoco. No soy una oveja. Soy hombre. Que otros construyan una cueva con su arcilla. Por mi parte construiré un castillo con la mía.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Y así como el sol debe calentar la tierra a fin de producir la plantita de trigo, así también las palabras de estos pergaminos calentarán mi vida y convertirán mis sueños en realidad. Hoy sobrepasaré toda acción que realicé ayer. Subiré a la montaña de hoy con toda la habilidad que tengo, y sin embargo mañana subiré más alto que hoy, y el día siguiente más alto que ayer. El sobrepasar los hechos de los otros carece de importancia; el sobrepasar mis propios hechos es lo que significa todo.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Y así como el viento caliente hace madurar el trigo, los mismos vientos llevarán mi voz a aquellos que me escucharán y mis palabras les anunciarán mis metas. Una vez pronunciado, no me atrevo a revocar lo que he dicho por temor a la humillación. Seré como mi propio profeta, y aunque todos se rían de mis declaraciones, oirán mis planes, conocerán mis sueños. Y de esta manera no habrá escape para mí hasta que mis palabras se conviertan en hechos realizados.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

No cometeré el terrible crimen de apuntar demasiado bajo.

Realizaré la labor que un fracasado no realizará.

Siempre extenderé mi brazo más allá de lo que está a mi alcance.

No quedaré nunca contento con mi actuación en el mercado.

Siempre ampliaré mis metas tan pronto como las haya alcanzado.

Procuraré siempre hacer que la próxima hora sea mejor que ésta.

Proclamaré siempre mis metas al mundo.

Y sin embargo, nunca proclamaré mis éxitos. Que el mundo en cambio se me acerque con alabanza y que tenga yo la sabiduría de recibirlo con humildad.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Un grano de trigo cuando se multiplica en un ciento por ciento producirá cien tallos. Multiplique éstos en un ciento por ciento, diez veces, y alimentarán a todas las ciudades del mundo. ¿No soy yo más que un grano de trigo?

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

Y cuando haya realizado esto, lo repetiré de nuevo, y de nuevo, y se producirá el asombro a la maravilla ante mi grandeza, en circunstancias que las palabras de estos pergaminos se cumplen en mí.

Pergamino # 9

Mis sueños carecen de valor alguno, mis planes son como el polvo, mis metas son imposibles.

Todo ello carece de valor a menos que sea seguido de la acción.

Procederé ahora mismo.

Jamás ha existido un mapa, por muy exactos que hayan sido los detalles y la escala, que transportara a su dueño un centímetro de distancia. Jamás ha existido un documento jurídico, por justo que fuese, que haya impedido un crimen. Jamás ha existido un pergamino, aún como el que yo sostengo ahora, que se haya ganado un centavo, o producido una sola palabra de aclamación. Solo la acción es la chispa que enciende el mapa, el documento, este pergamino, mis sueños, mis planes, mis metas, hasta convertirlos en una fuerza viviente. La acción es mi alimento y bebida que nutrirá mi éxito.

Procederé ahora mismo.

La demora que me ha retrasado fue hija del temor y ahora reconozco este secreto, extraído de las profundidades de corazones valientes. Ahora sé que para conquistar el temor debo siempre proceder sin vacilación y los estremecimientos de mi corazón desaparecerán. Y ahora sé que la acción reduce al león del terror a una hormiga de ecuanimidad.

Procederé ahora mismo.

De aquí en adelante, recordaré la lección de la luciérnaga que proyecta su luz solo cuando vuela, solo cuando está en acción. Me convertiré en luciérnaga y aún durante el día se verá mi resplandor a pesar del sol. Que otros sean como las mariposas que se acicalan las alas, y que sin embargo dependen de la caridad de una flor para vivir. Seré como una luciérnaga y mi luz iluminará el mundo.

Procederé ahora mismo.

No eludiré las tareas de hoy ni las postergaré para mañana, porque sé que el mañana nunca llega. Déjenme proceder ahora aunque mis acciones no traigan la felicidad o el éxito, porque es mejor proceder y fracasar que quedarse inactivo y salir del paso a duras penas. La felicidad, en realidad, quizá no sea el fruto arrancado mediante mi acción, y sin embargo sin la acción todo fruto morirá en su tallo.

Procederé ahora mismo.

Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. De aquí en adelante, repetiré estas palabras constantemente, cada hora, cada día, todos los días, hasta que las palabras se conviertan en un hábito como el respirar y las acciones que sigan sean algo tan instintivo como el pestañear. Con estas palabras puedo preparar la mente para realizar todo acto necesario para mi éxito; con estas palabras puedo preparar la mente para hacer frente a todo desafío que el fracasado elude.

Procederé ahora mismo.

Repetiré estas palabras una vez tras otra. Las pronunciaré cuando despierte al saltar de mi cama, mientras el fracasado duerme una hora más.

Procederé ahora mismo.

Cuando entre al mercado las pronunciaré e inmediatamente confrontaré a mi primer cliente, mientras el fracasado medita con detenimiento sobre la posibilidad de que se lo desaire.

Procederé ahora mismo.

Cuando me encuentre frente a una puerta cerrada, las pronunciaré, y luego llamaré mientras que el fracasado espera afuera con temor y temblor.

Procederé ahora mismo.

Las pronunciaré cuando me confronte la tentación, y procederé de inmediato para sacarme a mí mismo del mal.

Procederé ahora mismo.

Cuando esté tentado a abandonar la lucha para comenzar mañana, pronunciaré estas palabras y procederé de inmediato a consumar otra venta.

Procederé ahora mismo.

Solo la acción determina mi valor en el mercado, y para multiplicar mi valor multiplicaré mi acción. Transitaré allí donde el fracasado teme andar. Trabajaré cuando el fracasado busque descanso. Hablaré cuando el fracasado permanece en silencio. Visitaré a diez personas que pueden comprar mis mercancías, mientras que el fracasado se formula planes grandiosos para visitar a uno solo. Afirmaré que la labor está cumplida antes que el fracasado diga que es demasiado tarde.

Procederé ahora mismo.

Porque el ahora es todo lo que tengo. Mañana es el día reservado para el trabajo de los haraganes. Yo no soy haragán. Mañana es el día cuando lo malo se vuelve bueno. Yo no soy malo. Mañana es el día cuando el débil se vuelve fuerte. Yo no soy débil. Mañana es el día cuando el fracasado tendrá éxito. Yo no soy un fracasado.

Procederé ahora mismo.

Cuando el león siente hambre, come. Cuando el águila siente sed, bebe. Si no procedieran, si no actuaran, ambos morirían.

Yo siento la sed del éxito. Siento sed de felicidad y de paz mental. Si no procedo, si no actúo, pereceré en una vida de fracaso, de miseria, de noches de insomnio.

Impartiré órdenes y obedeceré mis propias órdenes.

Procederé ahora mismo.

El éxito no esperará. Si demoro, será como una novia que se casará con otro y la perderé para siempre. Ahora es el momento oportuno, éste es el lugar, yo soy el hombre.

Procederé ahora mismo.

Pergamino # 10

¿Qué hombre tiene tan poca fe que en un momento de gran desastre y de angustia no ha invocado a su Dios? ¿Quién no ha clamado cuando se ha visto confrontado con el peligro, la muerte, o un misterio superior a su comprensión o experiencia normal? ¿De dónde procede este profundo instinto, que se expresa por la boca de todos los seres vivientes en momentos de peligro?

Agite la mano rápidamente ante los ojos de alguno, y sus párpados pestañearán. Déle a otro un golpecito en la rodilla y la pierna dará un salto. Confronte a otro con una historia de horror y sus labios dirán: «Dios mío», en virtud del mismo impulso.

Mi vida no tiene que estar saturada de religión para reconocer este gran misterio de la naturaleza. Todos los seres que andan por la tierra, incluso el hombre, poseen el instinto de clamar pidiendo ayuda. ¿Por qué es que poseemos este instinto, este don?

¿No son nuestros clamores una forma de oración? ¿No sería incomprensible, en un mundo gobernado por las leyes de la naturaleza, otorgar a un cordero o a una mula, o a un pajarillo o al hombre el instinto de clamar pidiendo ayuda, si alguna mente superior no hubiese también determinado que el clamor fuese escuchado por un poder superior con la habilidad de escuchar y de responder a nuestro clamor? De aquí en adelante oraré, pero mis clamores pidiendo ayuda serán solo clamores pidiendo dirección.

Nunca oraré pidiendo las cosas materiales de este mundo. No estoy llamando a un sirviente para que me traiga alimentos. No le estoy ordenando a un fondista o mesonero para que me proporcione habitación. No pediré jamás que se me otorgue oro, o amor, o buena salud, o victorias mezquinas, o la fama, o el éxito o la felicidad. Sólo oraré por directivas y orientaciones, para que se me señale el camino para adquirir estas cosas, y mi oración será contestada siempre.

Quizá recibiré la dirección y orientación que busco, o tal vez no, pero ¿no son estas dos cosas una respuesta? Si el niño le pide pan a su padre, y el padre no se lo da, ¿no le ha respondido el padre?

Oraré pidiendo directivas y orientación, y oraré como un vendedor de esta manera:

Oh creador de todas las cosas, ayúdame. Porque hoy me interno en el mundo desnudo y solo, y sin tu mano que me guíe me extraviaré del camino que conduce al éxito y a la felicidad.

No pido ni oro ni ropas ni aún las oportunidades en consonancia con mi habilidad; en cambio guíame para que adquiera habilidad para aprovechar mis oportunidades.

Tú les has enseñado al león y al águila cómo cazar y prosperar con sus dientes y sus garras. Enséñame a cazar con palabras y a prosperar con amor para que sea un león entre los hombres y águila en el mercado.

Ayúdame a permanecer humilde en los obstáculos, y fracasos; sin embargo, no ocultes de mi vista el premio que acompañará a la victoria.

Asígname tareas en cuyo desempeño otros hayan fracasado; sin embargo guíame para que pueda arrancar las semillas del éxito de entre sus fracasos. Confróntame con temores que me templen el espíritu; sin embargo, concédeme el valor para reírme de mis dudas.

Dame un número suficiente de días para alcanzar mis metas; y sin embargo ayúdame para vivir hoy como si fuera mi último día.

Guíame en mis palabras para que produzcan frutos. Sin embargo sella mis labios para que no diga chismes y nadie sea calumniado.

Disciplíname para que adquiera el hábito de no cejar nunca; sin embargo señálame la forma de usar la ley de los promedios. Hazme alerta a fin de reconocer la oportunidad; y sin embargo otórgame paciencia que concentrará mis fuerzas.

Báñame en buenos hábitos para que los malos se ahoguen; sin embargo concédeme compasión para las debilidades de los hombres. Déjame saber que todo pasará; sin embargo ayúdame a contar mis bendiciones de hoy.

Exponme ante el odio para que no me sea extraño; sin embargo llena mi copa de amor para que pueda convertir a los extraños en amigos.

Pero que todas estas cosas sean así si es tu voluntad. Soy tan sólo un pequeño y solitario grano de uva que se aferra a la viña, y sin embargo me has hecho distinto de todos los demás. En realidad debe existir un lugar especial para mí. Guíame. Ayúdame. Señálame el camino.

Déjame que llegue a ser todo lo que tienes planeado para mí cuando mi semilla fue plantada y seleccionada por ti para germinar en la viña del mundo.

Ayuda a este humilde vendedor. Guíame, Dios.

Og Mandino

Tú eres la causa de todo

Nunca te quejes de nada ni de nadie,

porque tú y únicamente tú,

eres la causa de todo.

No digas jamás que la situación está difícil,

lo estará para tí, pero hay personas

para las cuales nada es dificíl.

No digas que el dinero está escaso,

eso será en tu casa y en la de tus conocidos,

abunda en muchas partes,

en casa de quienes trabajan efectivamente,

y son cumplidos y ordenados.

Tu eres la causa de todo lo que te acongoja,

y eres también la causa de tu escasés,

de tu situación, de tus dificultades,

de tus desdichas,

la causa de todo eres tú,

porque eres persona pesada, torpe, apasionada,

ignorante, viciosa, atarantada.

Aprende a las personas fuertes, activas,

audaces, valientes, enérgicas.

A las personas que no reconocen situaciones difíciles,

aprende a las personas que triunfan,

sé como las personas cabales,

deja de ser un títere,

levántate, anímate, báñate,

apúrate, muévete, espabilate

…Y lo tendras todo.

Qué suerte he tenido de nacer

Qué suerte he tenido de nacer,

para estrechar la mano de un amigo

y poder asistir como testigo

al milagro de cada amanecer.

Qué suerte he tenido de nacer,

para tener la opción de la balanza,

sopesar la derrota y la esperanza

con la gloria y el miedo de caer.

Qué suerte he tenido de nacer,

para entender que el honesto y el perverso

son dueños por igual del universo

aunque tengan distinto parecer.

Qué suerte he tenido de nacer,

para callar cuando habla el que más sabe,

aprender a escuchar, ésa es la clave,

si se tiene intenciones de saber.

Qué suerte he tenido de nacer,

y lo digo sin falsos triunfalismos,

la victoria total, la de uno mismo,

se concreta en el ser y en el no ser.

Qué suerte he tenido de nacer,

para cantarle a la gente y a la rosa

y al perro y al amor y a cualquier cosa

que pueda el sentimiento recoger.

Qué suerte he tenido de nacer,

para tener acceso a la fortuna

de ser río en lugar de ser laguna,

de ser lluvia en lugar de ver llover.

Qué suerte he tenido de nacer,

para comer a conciencia la manzana,

sin el miedo ancestral a la sotana

ni a la venganza final de Lucifer.

Pero sé, bien que sé…

que algún día también me moriré.

Si ahora vivo contento con mi suerte,

sabe Dios qué pensaré cuando mi muerte,

cuál será en la agonía mi balance, no lo sé,

nunca estuve en ese trance.

Pero sé, bien que sé…

que en mi viaje final escucharé

el ambiguo tañir delas campanas

saludando mi adiós, y otra mañana

y otra voz, como yo, con otro acento,

cantará a los cuatro vientos…

Qué suerte he tenido de nacer.

Alberto Cortez

El árbol de la amistad

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, a aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Hoy y siempre… Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.

Ésta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges

Plenitud

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

Adolescente, joven, viejo: siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío, ve a buscar al amor.

No pienses: «sufriré».

No pienses: «me engañarán».

No pienses: «dudaré».

Ve, simplemente, diáfanamente, regocijadamente, en busca del amor.

¿Qué índole de amor? No importa: todo amor está lleno de excelencia y de nobleza.

Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas… pero ama siempre.

No te preocupes por la finalidad de tu amor.

Él lleva en sí mismo su finalidad.

No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras: el amor lleva en sí su propia plenitud.

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

Amado Nervo

El exito comienza con la voluntad

Si piensas que estás vencido, lo estás,
si piensas que no te atreves, no lo harás,
si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes,
es casi seguro que no lo lograrás.

Porque en el mundo encontrarás que el éxito
empieza con la voluntad del hombre.

Todo está en el estado mental.

Porque muchas carreras se han perdido
antes de haber corrido,
y muchos cobardes han fracasado
antes de haber iniciado su trabajo.

Piensa en grande y tus hechos crecerán,
piensa en pequeño y quedaras atrás,
piensa que puedes y podrás;
todo está en el estado mental.

Si piensas que tienes ventaja,ya la tienes;
tienes que pensar bien para elevarte,
tienes que estar seguro de ti mismo,
antes de intentar ganar un premio.

La batalla de la vida no siempre la gana
la persona más fuerte o ligera,
porque tarde o temprano, la persona que gana,
es aquella que cree que puede hacerlo.

Christian Barnard

La importancia de la actitud

Mientras más amo,
más realizo el impacto de mi actitud en la vida.

La actitud
es a menudo más importante que los hechos.

La actitud
es más importante que el dinero.

La actitud
es más importante que el pasado.

La actitud
es más importante que las circunstancias.

La actitud
es más importante que los fracasos o los éxitos.

La actitud
es más importante que lo que la otra gente piensa, dice o hace.

La actitud
es más importante que la habilidad física, o capacidad mental.

La actitud
puede destruir una compañía…
una asociación…
o un hogar…

Lo notable es que tengo una opción todos los días,
con respecto a la actitud que abrazaré para ese día.

No puedo cambiar el pasado.

No puedo controlar el futuro.

No puedo controlar cómo actuará otra persona.

La única cosa que puedo hacer es controlar mi propia actitud.

Estoy convencido de que la vida es 10% lo que me sucede,
y 90% cómo reacciono a ello.

Me doy cuenta de que todo depende de mí,
porque yo estoy a cargo de mi actitud.

Charles Swindoll

Si piensas que estás vencido, lo estás;
si piensas que no te atreverás, no lo harás;
si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes,
es casi seguro que no lo lograrás.

Si piensas que vas a perder, ya has perdido;
porque en el mundo encontrarás
que el éxito comienza con la voluntad;
todo está en el estado mental.

Muchas carreras se han perdido
antes de haberse corrido,
y muchos cobardes han fracasado
antes de haber su trabajo empezado.

Piensa en grande y tus hechos crecerán,
piensa en pequeño y quedarás atrás,
piensa que puedes y podrás;
todo está en el estado mental.

Si piensas que estás aventajado, lo estás;
tienes que pensar bien para elevarte,
tienes que estar seguro de ti mismo,
antes de ganar un premio.

La batalla de la vida no siempre la gana
el hombre más fuerte o el más ligero,
porque tarde o temprano, el hombre que gana,
es aquél que cree poder hacerlo.

Napoleón Hill

La flor de la honestidad

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.

Sin poder creerlo le preguntó: «¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea ins ensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura» Y la hija respondió: «No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz».

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: «Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China».

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardine ría, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquélla bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: «Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles».

Fábula China

En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido… Somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir «me equivoqué, tienes razón, no sé acerca de esto». Opinamos sobre todo, juzgamos a todos… la «viveza» se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño, la falta de honestidad para con nosotros mismos.

Si he terminado mi día siendo leal a mí mismo, sin traicionar mis creencias y mis sentimientos, sin dejar de ser quien soy para quedar bien u obtener resultados… ese ha sido un día de éxito. Puedes hacer de este, un día exitoso… de ti depende.

«Si para vencer, estuviera en juego tu honestidad, pierde y serás siempre un vencedor».

Esta es la vieja historia de las cebollas:

Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas. Como todos los huertos, tenía mucha frescura y agrado. Por eso daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros. Pero de pronto, un buen día empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado…

Los colores eran hermosos, deslumbrantes, centelleantes, como el color de una sonrisa o el color de un bonito recuerdo. Después de sesudas investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, resultó que cada cebolla tenía dentro, en el mismo corazón (porque también las cebollas tienen su propio corazón), un piedra preciosa. Una tenía un topacio, la otra un aguamarina, aquella un lapizlázuli, de las más allá una esmeralda … ¡Una verdadera maravilla!.

Pero por una incomprensible razón ,todas las demás hortalizas y verduras empezaron a decir que esas cebollas eran malas para la salud,que estaban echadas a perder, que eran peligrosas, inadecuadas y hasta vergonzosas para el huerto. Todas las demás verduras inventaron una serie de cosas negativas acerca de las cebollas que brillaban con colores maravillosos… Un día las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e íntima con capas y más capas, cada vez más oscuras y duras, para disimular cómo eran por dentro y para que en aquél huerto dejaran de atacarlas. Hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo más normal, en algo que no llamara la atención…en algo que no destacara.

Pasó entonces por allí un sabio, que gustaba sentarse a la sombra del huerto era tan sabio que entendía el lenguaje de las cebollas, y empezó a preguntarles una por una:

– ¿Por qué no eres como eres por dentro?

Y ellas le iban respondiendo:

-Me obligaron a ser así…

-Me fueron poniendo capas…
incluso yo me puse algunas capas para que no me atacaran…
para que no me hirieran por envidia…
para que no me inventaran tantas calumnias.

Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de por qué se pusieron las primeras capas.

Al final de escucharlas y saber por que las cebollas se habían puesto capas el sabio se echó a llorar.

Y cuando los humanos que estaban cerca lo vieron llorando, pensaron que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes.

Por eso todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón.

Y así será hasta el fin del mundo.

Anthony Stratton

No tengo tiempo

Sabes hijo, nunca he tenido tiempo para jugar contigo.

Encontré tiempo para todo, menos para verte crecer.

Nunca he jugado al dominó, a las damas, al naipe o a la batalla naval contigo, y siento que me necesitas, pero sabes, soy muy importante y no tengo tiempo.

Soy tan importante para los números, invitaciones sociales y una serie de compromisos ineludibles, y dejar todo esto para sentarme a jugar en el suelo contigo…

No, no tengo tiempo.

Un día viniste hasta mí con el cuaderno de la escuela.

Ni lo miré, seguí leyendo el diario.

Al fin de cuentas los problemas internacionales son más serios que los de mi casa.

Nunca he visto calificaciones tuyas, ni sé quién es tu maestra.

No sé ni cual fue tu primera palabra.

Pero tú entiendes.

No tengo tiempo.

De qué sirve saber las mínimas cosas de ti, si tengo tantas cosas grandes que hacer.

Vaya como has crecido.

Ya superaste mi cintura.

Estás alto.

No me había dado cuenta de eso; porque día y noche mi vida es una carrera.

Y cuando tengo tiempo prefiero usarlo afuera.

Y si lo uso aquí me pierdo enmudecido frente al televisor y la radio, porque la televisión y la radio son muy importantes y me informan mucho.

Sabes, hijo mío, la última vez que tuve tiempo para ti, fue una noche de amor con tu mamá cuando te hicimos.

Sé que te quejas.

Sé que sientes falta de un palabra, de una pregunta mía, de un juego, de un puntapié en tu pelota, pero no tengo tiempo.

Sé que sientes falta de mi abrazo, de reír, de jugar conmigo, de ir a pie hasta la esquina a comprar refrescos, de correr hasta el kiosco a comprar el Pato Donald.

Pero sabes cuanto hace que no ando a pie por la calle.

no tengo tiempo.

Pero tú entiendes: soy un hombre importante, tengo que atender a mucha gente, dependo de ellos.

Hijo, tú no entiendes de negocios, en realidad soy un hombre sin tiempo.

Yo sé que te enojas porque las pocas veces que hablamos es monólogo, sólo yo hablo y el 99 por ciento es discusión.

¡Quiero silencio!.

¡Quiero tranquilidad!

Y tú tienes la pésima costumbre de venir corriendo encima de mí, tienes la manía de saltar en mis brazos.

Hijo no tengo tiempo para abrazarte, no tengo tiempo para hablar sin ton ni son con chicos, ¿qué entiendes tú de computadoras, cibernética, nacionalismo?.

Sabes, hijo mío, no tengo tiempo.

Pero lo peor de todo, lo peor de todo es que si te murieses ahora, ya en este instante me quedaría con un dolor en la conciencia y en el corazón, porque nunca, nunca he tenido tiempo para jugar contigo.

Y en la otra vida, seguramente Dios no tendrá tiempo de por lo menos dejarme verte, dejarme abrazarte y darte un beso.

Los niños aprenden lo que ven

Si un niño vive con crítica
aprende a condenar

Si un niño vive con hostilidad
aprende a pelear

Si un niño vive con ridículo
aprende a ser tímido

Si un niño vive con pena
aprende a sentirse culpable

Si un niño vive con aliento
aprende a tener confianza

Si un niño vive con alabanza
aprende a apreciar

Si un niño vive con aprobación
aprende a quererse

Si un niño vive con aceptación y amistad
aprende a encontrar amor en el mundo.

Dorothy Law Nolte

Ganadores vs perdedores

El ganador:
Es parte de la solución.

El perdedor:
Es parte del problema.

El ganador:
Siempre tiene un programa.

El perdedor:
Siempre tiene una excusa.

El ganador:
Dice “Dejame ayudarte”.

El perdedor:
Dice “No es mi trabajo”.

El ganador:
Tiene una solución para cada problema.

El perdedor:
Tiene un problema para cada solución.

El ganador:
Ve una meta para cada etapa.

El perdedor:
Ve dos o tres etapas para cada meta.

El ganador:
Dice “Es difícil pero posible”.

El perdedor:
Dice “Es posible pero muy difícil”.

Sea un ganador.

Una variación sobre el mismo tema:

El ganador
ve siempre una solución en cada problema.

El perdedor
ve siempre un problema en cada solución.

El ganador
tiene siempre una respuesta para cada pregunta.

El perdedor
tiene siempre una pregunta para cada respuesta.

El ganador
hace sencillas las cosas difíciles.

El perdedor
hace difíciles las cosas sencillas.

El ganador
ve en la crisis una oportunidad de crecimiento.

El perdedor
ve en una oportunidad de crecimiento una crisis.

El ganador
ve en el nuevo día una oportunidad de trascender.

El perdedor
pierde la oportunidad de trascender en el nuevo día.

El ganador
sabe que puede porque Dios lo sostiene.

El perdedor
sostiene que no puede porque Dios no quiere.

El ganador
encuentra en su familia un estímulo de superación.

El perdedor
acusa a su familia de ser un obstáculo para su superación.

El ganador dice:
lo puedo hacer hoy antes de que sea demasiado tarde.

E l perdedor dice:
es demasiado tarde, no lo puedo hacer hoy.

El ganador
ve campos verdes detrás de cada piedra.

El perdedor
ve muchas piedras antes de los campos verdes.

El ganador
siempre es parte de la solución.

El perdedor dice:
es posible pero muy difícil.

El ganador
piensa que su buena suerte es consecuencia de su buen trabajo.

Otra variación sobre el mismo tema:

Cuando un ganador comete un error, dice: «Yo me equivoqué».
Cuando un perdedor comete un error, dice: «No fue mi culpa».

Un ganador trabaja más fuerte que el perdedor y tiene más tiempo;
Un perdedor está siempre «muy ocupado» para hacer lo que es necesario.

Un ganador enfrenta y supera el problema.
Un perdedor le da vueltas y nunca logra superarlo.

Un ganador se compromete;
Un perdedor hace promesas que no suele cumplir.

Un ganador dice, «Yo soy bueno, pero no tan bueno como a mí me gustaría ser».
Un perdedor dice, «Yo no soy tan malo como lo es mucha otra gente».

Un ganador escucha, comprende y responde.
Un perdedor sólo espera hasta que le toque su turno para hablar.

Un ganador respeta a aquellos que son superiores a él y trata de aprender algo de ellos.

Un perdedor se resiente con aquellos que son superiores a él y trata de encontrarle los defectos.

Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo solamente;
Un perdedor no colabora y siempre dice, «Yo sólo hago mi trabajo».

Un ganador dice, «Debe haber una mejor forma de hacerlo…»
Un perdedor dice, «Esta es la manera en que siempre lo hemos hecho».

Más allá de la crisis

Las crisis son puntos de transición en el crecimiento o proceso evolutivo de toda forma viviente. Son eventos de choque entre el pasado y el futuro, por lo general experimentados en forma dolorosa. Son indicadores de cambio, en el doble sentido de la expresión: porque nos muestran que algo en nosotros y en nuestro entorno está cambiando, y porque nos muestran la necesidad de cambiar y de adaptarnos inteligentemente a las nuevas circunstancias.

Las crisis son dolores de parto. En una verdadera crisis necesariamente algo muere en nosotros, pero es porque algo más vivo y radiante pugna por salir. Alguna vez vi una película en la que mostraban en detalle lo que ocurre en una serpiente cuando muda de piel. El animal se refugia en un lugar especial, dentro de ciertas condiciones ambientales, y en forma casi ritual se desprende de sus antiguas vestiduras, cada vez más endurecidas y resecas. Simultáneamente aflora su nueva piel, seguramente al principio sensible y delicada, pero a la postre más flexible y adecuada para los nuevos desafíos. Cuando algo interno pugna por encontrar expresión en nosotros, estemos seguros de que es porque algo ha muerto ya en nosotros, porque un pasado empieza a quedar atrás. Y cuando aceptamos esa muerte, estamos propiciando el nacimiento de algo nuevo y más vigoroso. Richard Bach afirma bellamente que cuando una puerta se cierra en el universo es porque otra se ha abierto. Más allá de toda crisis, debidamente enfrentada y superada, se encuentran nuevos niveles de conciencia y de realización.

Un ejemplo sobre el que quiero llamar particularmente la atención es el que se presenta en cierta etapa de la dentición de los niños. Más o menos a los siete años de edad pierde los dientes incisivos. Supongamos que su madre no sabe que estos dientes serán reemplazados oportunamente por dientes más fuertes y bonitos, y se alarma porque su hijo o hija quedará mueca de por vida. ¿Cierto que nos parece ridículo? Claro, todos sabemos que lo que ha ocurrido realmente es que los verdaderos dientes ya están saliendo, y a su paso han desplazado a los dientes que habían aparecido desde la tierna infancia. Hago énfasis en este ejemplo, porque, de igual manera, nos alarmamos por el enorme caos actual, por la crisis sin precedentes que vive nuestro país, o nuestro planeta, sin comprender que lo que ocurre en realidad es que nuevos valores y energías palpitan con tal intensidad que desplazan a su paso valores ya caducos y cristalizados.

Nuestra cultura nos ha educado pobremente en cuanto a las crisis, aunque la sicología y la medicina vienen dando grandes pasos al respecto, gracias al sentido de prevención que tan sanamente nos han inculcado. No obstante, en la medicina actual todavía se habla mucho de «combatir la enfermedad» desconociendo muchas veces que la enfermedad es la manifestación externa de una crisis, o que constituye una crisis en sí misma y que, más que combatirla, el gran reto es comprenderla, desentrañar las causas subyacentes e indicarle al paciente los cambios de conducta y de actitud que debe emprender para trascender su enfermedad o limitación.

Esta incultura de las crisis se evidencia en expresiones como «estalló la crisis en la organización X» y a los pocos días aparece publicada una noticia en la que se dice que «la crisis fue confabulada». En primer lugar, si una crisis estalla es porque no se atendieron sus causas en el momento correcto ni en la forma adecuada. La crisis había sido reprimida hasta tal punto que sólo quedó la violenta salida del estallido, lo cual de alguna manera es un atentado contra cualquier proceso de crecimiento. Y la palabra confabulación resulta también muy elocuente. Según el diccionario Larousse, confabular significa «ponerse de acuerdo varias personas en un negocio ilícito: confabularse contra el enemigo». Las enfermedades y las crisis son consideradas como enemigos, cuando en realidad las crisis y el dolor son mensajeros del cambio, son emisarios de los reinos de la Luz.

El hecho de que comprender que la crisis es síntoma de crecimiento no nos exonera de darle la prioridad que merece. Al contrario. Si miramos con verdadera sensibilidad interna lo que ocurre a nuestro alrededor, vemos que es evidente que la crisis actual es grande. El dolor sigue visitando a muchos hogares y personas, bien sea en forma de penurias económicas, de agudas dificultades emocionales y afectivas, o de terror e incertidumbre ante flagelos como el secuestro, la guerrilla o la corrupción. Es palpable igualmente el «hambre espiritual» debido muchas veces a un marcado materialismo o a la falta de contacto con personas o autores que ejemplifiquen los valores superiores. Ante tal hecho, ante todo debemos hacer nuestra la plegaria de los Grandes Seres: «Conozco Oh Señor, la necesidad. Conmueve nuevamente con amor mi corazón, para que también yo pueda amar y dar».

En una sincera búsqueda de soluciones y aportes tangibles, debemos aprender a mantener la mirada en aquello que está más allá de las crisis. Hay que tratar de escuchar el mensaje que el universo nos envía a través del dolor. Mi percepción es que tras el «aparente caos» se evidencian vigorosos procesos de renovación vital, a niveles realmente profundos y elevados. Un claro testimonio de este nacimiento a una conciencia nueva lo tenemos, por ejemplo, en la acogida colectiva que vienen recibiendo libros como El caballero de la armadura oxidada y El Alquimista. De hecho el protagonista de este último libro es un joven que se lanza a la ambiciosa búsqueda de un tesoro, pero apenas inicia su viaje se ve despojado de todas sus pertenencias. Pero aprende a superar esta crisis, gracias a su determinación por seguir adelante. Y casi al final, cuando estaba a punto de alcanzar su meta, la crisis resultó aún mayor: unos bandidos lo golpean y casi lo sepultan en el hueco en el que excavaba su amado tesoro. Pero a la postre uno de esos bandidos le da la clave para hallar el tesoro. Cuando más densa es la oscuridad es cuando más cercana está la luz. La hora más oscura es el preámbulo al milagro de la luz.

Creo que lo mejor que podemos hacer, tanto en lo personal como en lo colectivo, es tratar de comprender las causas de la crisis actual, y tratar de sintonizarnos con los nuevos valores que muestran los signos de la época. Hay mucha sabiduría actualmente manifestándose, pero hay que saber leer en el gran libro de la vida. Allí se nos dice que en nuestra época estamos dando un gran salto, desde la reacción emocional hasta la respuesta amorosa, desde el pensamiento hasta a la inspiración superior, desde el materialismo hasta una espiritualidad nueva.

Quienes se mueven con visión de futuro, quienes encarnan los valores del hombre del nuevo milenio, saben que debemos elevarnos hacia esa nueva dimensión espiritual para poder gestar las transformaciones que reclama la época. Es un hecho que estamos en los albores de tiempos nuevos: «Una nueva tónica penetra en la vida humana, trayendo esperanza, alegría, poder y libertad», nos dice Alice Bailey en la maravillosa obra Del intelecto a la Intuición.

Contrario, pues, a lo que nos ha hecho creer la cultura convencional, no tratemos de evadir las crisis que sean manifestación de crecimiento vital, ni busquemos soluciones temporales ni superficiales. Cerrarle la puerta a una crisis es cerrarle la puerta a una estupenda oportunidad que el universo nos está ofreciendo. ¿Qué actitud práctica debemos asumir ante las crisis? Para ir más allá de ellas, para yo recomendaría lo siguiente:

1. Comprensión: Entender que en todo proceso que implique vida y crecimiento, necesariamente existirán momentos de crisis. Donde no hay crisis no hay lucha y tampoco puede florecer la vida. El siguiente relato es bien elocuente:

Dijo una ostra a otra: «Siento un gran dolor dentro de mí. Es pesado y redondo y me lastima». Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia: «Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor alguno. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera». En ese momento, un cangrejo que pasaba por allí escuchó a las dos ostras y le dijo a la otra que acababa de hablar: «Quizá si te sientes bien. Pero has de saber que el dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza».

Jalil Gibrán

2. Realismo: Hay quienes quieren negar la existencia de una crisis. El que la niega, cuando ésta es evidente, se engaña a sí mismo. Y una crisis no aceptada se convierte en un problema crónico. Realismo implica también capacidad de Aguante. «Aguante» es un término muy propio de nuestro pueblo paisa. Si lo que nos corresponde vivir ha de doler, hagamos acopio de valentía y pidámosle a Dios capacidad de aguante. Reflexionemos sobre las causas de la crisis y preguntémonos qué nos está tratando de decir el universo. Hagamos nuestro el pensamiento de Fernando González:

«Padezco, pero medito»

3. Autoolvido: A veces sobredimensionamos las dificultades y le prestamos indebida importancia a nuestra situación personal, o a nuestro entorno social inmediato, olvidando que somos parte de un contexto mucho mayor. Ese sano olvido de nosotros mismos implica concentrarnos en las grandes necesidades de los demás. Y el autoolvido también puede y debe involucrar buenas dosis de humor. En ese sentido, bien podemos decir que, más allá de las crisis… hay otras crisis…

4. Desapego: Parte de la aceptación de una crisis es aceptar que el pasado ya pasó. Como dijimos antes, cuando aceptamos que algo está muriendo nos abrimos a la magia de lo que está naciendo:

Así como toda flor se marchita y toda juventud cede a la edad, así también florecen sucesivas etapas de la vida. A su tiempo crece toda sabiduría, toda virtud, pero no les es permitido durar eternamente. Es necesario que el corazón, a cada llamamiento, esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo; esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos, a nuevas y distintas ataduras. En el fondo de cada comienzo hay un hechizo que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la tierra, atravesar espacio tras espacio sin aferrarnos a ninguno como si fuera una patria; el espíritu universal no quiere encadenarnos: quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos, escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad con una morada y en un ambiente, y ya todo empieza a languidecer. Sólo quien está pronto a partir y peregrinar podrá eludir la parálisis que causa la costumbre. Aún la hora de la muerte nos coloca frente a nuevos espacios que debemos andar, porque el llamado de la vida no cesará jamás para nosotros.

Hermann Hesse

5. Transmutación: Nada es casual en el universo, y si algo nos llega tengamos la certeza de que es lo que nos corresponde vivir. Lo importante no es lo que nos sucede sino lo que hacemos con lo que nos sucede. Una bella fórmula para «capitalizar» una crisis, elevándonos y dejándola atrás, es la siguiente:

Toda persona debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y reto consiste en descubrirlo. Todo lo que nos pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso nos ha sido dado como arcilla, como material para la obra de arte de nuestra existencia. Esas cosas nos fueron dadas para que las transmutemos, para que hagamos de las circunstancias de nuestra vida, cosas eternas o que aspiren a serlo.

Jorge Luis Borges

6. Confianza: Uno de mis hijos, que disfruta mucho con el agua y las piscinas, conoció recientemente el mar. Era evidente su fascinación. Pero, curiosamente, al día siguiente rehusó entrar al agua, lo mismo que al tercer día. Yo sabía que una ola lo había revolcado, haciendo que le entrara agua por boca y nariz. De hecho los ojos le ardieron bastante por el efecto de la sal, pero nunca imaginé que por esos percances le cogería aversión al mar. Dejando que asimilara su derrota, sin presionarlo, en el momento que consideré oportuno le enseñé cómo hacer que el mar fuera su amigo, no su enemigo. De mi mano (¡y con un flotador puesto!) en lentas y pacientes inmersiones aprendió a ir más allá del lugar donde rompen las olas, y descubrió esa zona en la cual las olas lo subían y lo bajaban pero no golpeaban directamente contra su cuerpo. Poco a poco restableció la amistad con el mar, y pronto estaba jugando nuevamente por todos lados, ya sin temor al revolcón de las olas. Aprendió que era posible no sólo evitar el impacto las olas sino que podía incluso jugar con ellas.

Cuando evoco esta imagen, pienso que eso mismo es lo que Dios hace con todos nosotros. Una y otra vez nos muestra cómo ir, de Su mano, a ese lugar que está más allá de nuestras crisis, a esas aguas mansas y acariciadoras que son testimonio de Su presencia. Si nos quedamos en las contingencias de la vida, en las cosas externas únicamente, esas olas de las circunstancias inmediatas nos golpearán, tarde o temprano, una y otra vez. Esas olas nos revuelcan y nos «dan tres vueltas», pero en cambio su impacto es menos intenso cuando aprendemos a conocernos a nosotros mismos mediante la interiorización y cuando comprendemos que hay un lugar dentro nuestro desde el cual vivirlas y crecer con ellas. Entonces el dolor empieza a tener significado, pues se convierte en maestro que nos muestra en qué partes de nuestro desarrollo tenemos que trabajar más. No olvidemos que la actitud de una persona frente a las crisis denota su actitud frente a la vida, frente al cambio y frente al crecimiento.

Que la confianza en el universo y en sus fuerzas restauradores nos permita hacer nuestro otro pensamiento-plegaria de la sabiduría eterna: «Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y de amor. Que el alma controle la forma externa, la vida y todos los acontecimientos, y traigan a la luz el amor que subyace en todo cuanto ocurre en esta época».

Luis Eduardo Yepes

10 reglas de oro para cultivar una actitud positiva

La actitud que tomas frente a los problemas o sucesos que se te presentan cotidianamente es finalmente la que determina la dimensión e importancia de los mismos. Recuerda que hay dos formas de ver el vaso: medio lleno y puedes alegrarte al observar la mitad llena o puedes preocuparte por la mitad vacía. Esto no es ni más ni menos que una cuestión de dos actitudes antagónicas: la positiva y la negativa. Sin dejar de ser realista o soñador, puedes transformarte en una persona más positiva y creativa para vivir las circunstancias de una manera menos traumática y más relajada.
Por eso, para dejar de ver todo negro y cultivar una verdadera “actitud positiva”, se han propuesto 10 reglas de oro que, si se siguen al pie de la letra, harán de ti una nueva persona:

Relájate y respira profundo

Si algo te salió mal o te sientes un poco depresivo, lo mejor que puedes hacer es distenderte y concentrarte en la respiración. Se ha comprobado que los métodos de relajación ayudan a deshacerse de los pensamientos negativos, favorecen el control de las emociones y purifican el cuerpo.

Haz lo que piensas

Si piensas una cosa y terminas haciendo otra totalmente diferente, te sentirás inconforme contigo mismo. Trata de evitar las conductas contradictorias, sobre todo si no quieres que te invada un profundo sentimiento de fracaso existencial.

Aprende a ver el lado positivo de las cosas

Debes aprender que en la vida no todos los momentos son buenos, hay algunos peores que otros e incluso algunos son indeseables. La clave esta en aceptar los hechos que son irremediables sin ningún tipo de frustración o enojo desmedido. Una reacción emotiva descontrolada o negativa para afrontar un momento duro en la vida es una clara muestra de debilidad y fracaso. Al contrario, la serenidad, el autocontrol y la visión positiva de las cosas son las mejores armas para enfrentar con éxito lo que te toca vivir.

Evita las comparaciones

Para cultivar una actitud positiva nada mejor que ser uno mismo. Tanto las comparaciones como las idealizaciones de cómo deberías ser tú y de cómo deberían ser las cosas, son muy perjudiciales para tu salud mental y tu autoestima. La frustración y la envidia que se genera al ver en otros lo que uno quiere ser son pensamientos altamente negativos que debes aprender a controlar para evitar sentirte deprimido. Lo mejor es aceptarte tal cual eres y tratar de cambiar aquellas cosas que te molestan de ti mismo, pero dejando de lado las comparaciones, pues cada persona es única.

Vive el presente

Si piensas continuamente en lo que debes o puedes hacer en el futuro te pierdes de vivir el presente. Además este tipo de pensamientos alimentan la ansiedad y las preocupaciones y no te permiten disfrutar de los pequeños momentos que te da la vida. Para dejar de divagar y angustiarte por lo que todavía no sucedió, nada mejor que centrar todos tus sentidos en el aquí y ahora, sin dejar de lado los sueños y los proyectos.

Olvídate de los detalles

La obsesión por la perfección sólo puede conducirte a la desilusión. Pues no todo es tan perfecto como siempre pretendes que sea, la vida está llena de pequeños detalles que la hacen encantadora y única. Si deseas que todo esté de acuerdo a tu esquema de valores te pasarás todo el tiempo tratando de acomodar esos detalles para que se vean perfectos, pero le quitará el sabor de disfrutar las cosas tal cual se presentan. Busca un equilibrio y deja de lado el exceso de perfeccionismo, te sentirás mejor.

Mueve el cuerpo

Pasa cuanto antes a la acción y permítele al cuerpo moverse con total libertad. Practica un deporte, haz alguna actividad física, recrea tu mente a través del baile o de un paseo por el parque. De esta forma elevas tus niveles de adrenalina y serotonina aumentando el optimismo y desechando los pensamientos negativos.

Cuida tu imagen

Verse bien es una manera de sentirse bien. El cuidado personal te hará sentir más renovado y te ayudará a romper el círculo cerrado del pesimismo. Intenta cambiar de imagen regularmente y no dudes en arreglarte cada vez que sales de tu casa. Asimismo evita el encierro, esto te obligará a modificar tu aspecto.

Presta atención a los demás

Creerte el centro del universo sólo alimentará las obsesiones que tienen por ti mismo. Poco a poco, comienza a centrarte en los demás y recuerda que ayudar al prójimo puede ayudarte a sentirte mejor y más positivo. Los problemas de los otros pueden hacerte tomar conciencia de que no todo lo que te pasa es tan grave.

Duerme plácidamente

Acostúmbrate a mejorar tu calidad de sueño. Dormir bien es una excelente manera de mejorar tu estado de ánimo durante el día. Recuerda que un mal descanso incide directamente en tu humor, te hace sentir cansado e irritable, y sobre todo no te ayuda a cambiar la actitud.

Leyes y principios universales

Existen leyes y principios universales que afectan nuestras vidas a cada momento. De igual manera admitimos que hay leyes que gobiernan la órbita de los planetas, el ciclo de las mareas y el cambio de las estaciones. Hay principios invisibles que contribuyen a modelar nuestras vidas.

Es sorprendente que muchas personas crean que todo en el universo es gobernado por leyes, salvo sus propias vidas y su propio éxito o fracaso. Eres parte del universo y existen leyes que gobiernan tu vida. Tú eres una de las causas de lo que ocurre en tu vida. Tus propios pensamientos te hacen ser causa.

Existe un orden en este complejo planeta, y el hecho de tener algún conocimiento de las leyes que en él operan hará que nuestra estancia sea menos complicada y más feliz.

El mundo material está hecho de energía, nada es sólido. El mundo material sólido que crees conocer es sólo una masa de energía vibrando a diversas velocidades. Cuando tu cerebro piensa, produce energía, vibraciones.

A cada acción corresponde una reacción opuesta de igual magnitud; cada vez que generas un pensamiento, con su muy particular vibración, produces una reacción o consecuencia. Los pensamientos son fuerzas, estamos manejando energía.

En la vida tenemos la opción de oír el consejo de los ganadores o prestar oídos a los perdedores; la filosofía y modo de pensar de los ganadores es elemento esencial de su éxito.

Somos parte del Universo y nos gobiernan leyes, como a todo el Cosmos. Necesitamos mantener un equilibrio, como lo mantiene el resto de la Naturaleza. Toma tiempo crecer y toma tiempo sanar. La vida siempre se mueve en ciclos, pues tal es la ley universal. Necesitamos tiempo para descansar y recuperarnos, al igual que el resto de los seres vivientes.

Toma tiempo nuestro propio crecimiento y desarrollo así como obtener seguridad en uno mismo, desarrollar un cuerpo saludable o adquirir un buen aspecto. En el mundo real, ocurren muy pocos éxitos de la noche a la mañana.

Nuestra vida se desarrolla en ciclos. Siempre habrá tiempos fáciles y tiempos difíciles, con la misma inexorabilidad con que una estación sigue a la otra. Uno de los grandes retos de la vida es enfrentar el invierno, mientras esperas que mejoren las cosas. Las cosas habrán de mejorar. Siempre es así. El problema es que mucha gente se rinde y regresa a casa demasiado pronto. La marea siempre baja.

La Naturaleza descansa de vez en cuando. Aprendamos de estas cosas. Necesitamos descansar, repasar, ponderar, ser. La creencia de que no puedes jamás descansar será tu realidad hasta el momento en que decidas otra cosa. Cuando hacemos del descanso parte de nuestro estilo de vida, nos sucede como a la tierra, que cuando se trabaja de nuevo produce mucho más.

Queremos tanto a los bebés porque son libres y vulnerables a la vez. Al extender los brazos y mirarnos a los ojos, nos dicen que los queramos, que no pueden sobrevivir solos. A medida que crecemos, muchos llegamos a pensar que debemos fingir autosuficiencia. Aparentamos.

Tal vez pensamos que estamos bien, que no tenemos problemas, que somos duros como la roca, que podemos manejar las cosas, aunque por dentro sintamos temor, soledad y el anhelo de que alguien nos escuche.

Existe una consigna por ahí que señala que niegues que eres vulnerable o que te sientes solo ya que lucirás débil. Y agrega que niegues cómo te sientes en realidad ya que abusarán de ti. Muchas veces esa consigna opera al revés. Si somos abiertos y sinceros, la gente lo nota y nos aprecia por ello. Los problemas surgen al fingir que estamos bien.

Irónicamente quienes ansiamos con mayor desesperación el amor, somos quienes más aparentamos no necesitarlo. Cuando en el interior de nosotros mismos nos sentimos débiles y solitarios, nos esmeramos por demostrarle al mundo que todo marcha bien.

El amor no es una euforia interminable. El amor es fuerza y compromiso. Amar a alguien puede significar decirle lo que no quisiera escuchar. El amor es valor, y se necesita más valor para decir «Tengo miedo» o «Te quiero», que para cubrir con una manta a alguien que duerme.

El amor es respeto a nosotros mismos y a los demás. Es querer a las personas a pesar de su carácter. Si le dices a alguien que la vas a querer cuando haya hecho tal cosa, eso no es amor; es manipulación.
Amor es buscar al lado positivo de la gente; si logramos hacerlo todo el tiempo, nuestra dicha está asegurada. Debido a que nuestra vida es un reflejo de nosotros mismos, mientras más amor y belleza captamos, más nos desarrollamos y logramos cosas. Por eso, para los seres humanos, el amor lo es todo.

Podemos aprender bastante de los niños. Parecería que muchos padres conciben el proceso de aprendizaje como una calle de un solo sentido. Pienso que les convendría dedicar más tiempo a aprender de sus niños, y menos a enseñarles. Los niños saben pasarla bien, mucho más que la mayoría de los adultos.

Los niños saben reír. No necesitan gran cosa para reírse. A veces no necesitan nada. Ellos ríen porque les agrada la sensación. Los niños son deliciosamente espontáneos. No analizan ni elucubran cosas. Simplemente se mantienen ocupados siendo ellos.

Loa niños siempre viven fascinados. Son curiosos. Todo es una experiencia nueva emocionante. Los adultos nos desconectamos y ya no entendemos de rocas, insectos o charcos. Aún podríamos aprender mucho de estas cosas, pero el problema es que, al llegar a la edad adulta, olvidamos cuán mágico es este planeta.

Los niños aceptan abiertamente. No tienen prejuicios. Les gustas rico o pobre, blanco o negro. Los niños no se escandalizan por ideas políticas o religiosas. A los niños no les preocupa demasiado bañarse o no bañarse.

Te aceptan a ti. Aceptan las circunstancias hasta el día en que aprenden a no hacerlo. Los niños no se quejan del clima; saben por intuición que tienen que adaptarse al curso de las cosas.

Los niños tienen una gran capacidad de recuperación psicológica y una enorme determinación. Si quieren algo, no se dan por vencidos. Los niños perseveran. La imaginación de los niños es enorme.

Les permite aprender, retener y desarrollarse a toda prisa. Dedica buena parte del tiempo a convivir con los niños. Aprende más sobre tu propia espontaneidad, curiosidad, aceptación, capacidad de recuperación psicológica, fe, determinación e imaginación. ¡Ellos están para enseñarnos!

Mantenerse activo se relaciona con la ley de «usarlo o perderlo». La naturaleza nos ilustra claramente sobre lo que sucede cuando alguien se estanca. Si alguien te dice que tiene noventa y cuatro años y ha trabajado toda su vida, debes saber que por eso llegó a esa edad, porque se mantuvo en actividad.

Una ganancia adicional que nos brinda el hecho de mantenernos activos es que nos permite alejarnos de las preocupaciones. En la actividad hay alegría y plenitud. Mantenernos activos constantemente nos mueve a tomar la iniciativa y participar.

Lo que no usamos, se deteriora, se pierde. Lo mismo ocurre con las destrezas que hayas adquirido. Si dejas de usar tu imaginación creativa, se evapora. Hemos sido creados para mantenernos involucrados en todas las nuestras actividades.

No dejes de practicar el arte de vivir. Cuando luchas por ser mejor, te conviertes en una persona más valerosa. Desarrollamos fuerza poniéndonos a prueba constantemente. Las cosas no deben dejar de importarnos; existe el peligro de que nuestra conciencia se desconecte.

Las prisiones y los manicomios están llenos de individuos a quienes todo dejó de importarles; personas que se las han arreglado para desconectar sus sentimientos hasta que no les queda nada. Las cosas sí tienen importancia.

Necesitamos utilizar nuestra mente para mantenernos en forma. No hay razón por la que debiéramos ser cada vez menos capaces al paso de los años. Si seguimos usando nuestra capacidad mental al máximo, nuestra mente seguirá funcionando. El mismo principio se aplica al dinero; el dinero es para gastarse. Necesita circular.

En todo momento la Creación nos exige que nos involucremos en todas la esferas de nuestra vida. ¡La ley de usar o perder es maravillosa! Nos brinda el incentivo de la práctica, y al practicar nos superamos. Se usa o se pierde. Si no le sacamos partido a lo que tenemos, lo perderemos.

En la búsqueda y solución de problemas, la mayor parte de las personas advierten que sus mayores éxitos ocurren cuando se hayan ocupadas en actividades que les hacen relajarse naturalmente.

Por ellos las grandes ideas brotan en sitios donde estamos relajados. Logramos los mejores resultados en la vida cuando aprendemos a integrarnos al ritmo natural de las cosas. Esto significa encontrar ese equilibrio frágil y elusivo entre esfuerzo y relajamiento, entre apego y desapego. ¡No es fácil lograrlo!

Dejemos que la Naturaleza nos oriente. Los animales saben muchas cosas que nosotros sólo entendemos a medias. Incluso la tierra tiene que descansar de cuando en cuando. Todo necesita descanso. Todas las cosas requieren de tiempo a fin de regenerarse, como la ola y la resaca.

La felicidad y la libre manifestación se afirman si nos desprendemos de los resultados finales; si nos esforzamos por llegar a la meta sin dejarnos aprisionar por ella. Nos encanta la gente que no se preocupa por impresionar a los demás. Se desprenden de todo afán de ser amados, y por eso mismo automáticamente reciben afecto.

La gente de dinero empieza a ganarlo cuando dejan de esforzarse por ello; descubren algo que les encanta hacer y la riqueza fluye automáticamente. Tienen dinero porque no se apegan a él. El hombre sigue trabajando porque disfruta al enfrentar el reto que ello implica más que el dinero mismo. Por eso es rico.

Tenemos que privarnos de algo a fin de poder obtenerlo. Una vez que podemos desapegarnos, nos encontramos en una posición que nos permite tener mayores posibilidades de éxito. La única manera de lograr un trato exitoso es «dejarlo ir», es decir, desapegarse emocionalmente.

Una vez que el trabajo ha sido realizado, los resultados llegan a su momento. Necesitas relajarte. Adaptarte al curso de las cosas. Tomar las cosas con calma y sabiduría es tan importante como la actividad misma.

La Creación es cambio. Nada permanece igual. Aunque esto es obvio, en ocasiones parece olvidársenos, y por ello padecemos muchos sufrimientos y desilusiones innecesarias. Las cosas cambian. La vida es dinámica. Eso es lo que la hace tan bella e impredecible. Los cambios nos mueven a la acción.

Debido a que las cosas cambian constantemente, necesitamos una saludable actitud que nos permita desprendernos de lo viejo y acoger lo nuevo. Siempre una cosa sustituye a otra. Al deshacernos de lo viejo e inútil, creamos un vacío y atraemos hacia nosotros cosas nuevas y emocionantes. Cuando nos aferramos a lo viejo y anticuado, nos bloqueamos, nos estancamos.

Debemos estar preparados para permitir que las cosas nos abandonen. Si has amado a otros y nunca dejas que se vayan de tu mente, nadie vendrá a sustituirlos. Al momento en que verdaderamente renuncias a estas personas, dejas que desaparezcan y consideras nuevas posibilidades.

Para crear un curso de vida saludable, despréndete de todo lo que no quieres, no usas y no necesitas. Además de sentirte liberado, advertirás que, como un imán, atraes nuevas cosas hacia ti.

A ciertas personas les resulta difícil creer que el hecho de formar en la mente imágenes de buena salud, pueda influir directamente en el proceso curativo del cuerpo. También existen personas a quienes les resulta difícil creer que los ensayos mentales mejoran dramáticamente el desempeño. Mientras tratan de entenderlo, otros lo aprovechan y obtienen resultados positivos.

Si llegas a la conclusión de que tendrás que entenderlo todo antes de servirte de algo, vas a esperar un buen rato. Nuestra mente es un milagro. Su capacidad de penetrar en todo lo que nos rodea y producir resultados rebasa por completo nuestro entendimiento.

He aprendido que si aceptamos y usamos lo que tenemos, podemos beneficiarnos enormemente. Que otros traten de entenderlo. Nuestra meta es ir en pos de resultados.

La vida en sí misma no tiene valor. El solo hecho de que estemos aquí no quiere decir que nuestras vidas valgan algo. Nosotros decidimos si nuestra estancia en este planeta es privilegio y alegría, o una sentencia de infelicidad y desesperación.

La vida no es aburrida. Sólo hay gente aburrida que mira al mundo a través de cristales empañados y sucios. Muchas personas mueren a los veinticinco y son enterrados a los setenta. Para mí es un misterio que algunas personas vean magia y belleza por doquier, mientras que otras permanezcan inconmovibles.

Independientemente de cuánta belleza y magia hayas disfrutado hasta este momento, puedes disfrutar aún más a partir de hoy. ¡Tú decides!

Andrew Matthews

Decálogo

1.- Trata de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de tu vida todo de una vez.

2.- Ten el máximo cuidado de tu aspecto: cortés en tus maneras, no critiques a nadie y no pretendas mejorar ó disciplinar a nadie, sino a ti mismo.

3.- Sé feliz en la certeza de que haz sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.

4.- Adáptate a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten a tus deseos.

5.- Dedica diez minutos de tu tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6.- Haz una buena acción y no lo digas a nadie.

7.- Haz por lo menos una cosa que sea difícil de hacer para ti… y si te sintieras frustrado en tus sentimientos, procura que nadie se entere.

8.- Haz un programa detallado. Quizá no lo cumplas cabalmente, pero lo redactarás. Y te librarás de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9.- Cree firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la vida es buena y se ocupa de tí como si nadie existiera en el mundo.

10.- No tengas temores. Y de manera particular no tengas miedo de gozar… y de creer mas en tus decisiones, sean las que sean… ya que es lo mejor que estarás decidiendo en el momento… todas las decisiones son buenas… no hay decisiones malas… ya que a la postre te demostrarán algo que tenías que vivir.

Decálogo de la eficiencia

1.- Haga el trabajo más difícil a primera hora de la mañana.

2.- Cuanto más sepas, tanto más fácil y eficaz será su labor.

3.- Las raíces agarradas a la vieja tierra pueden convertirse en tumbas. Tenga iniciativa.

4.- Hay una sensación admirable de satisfacción al realizar el trabajo bien hecho. Tenga amor al trabajo.

5.- La exactitud es mejor que la rapidez.

6.- Un corazón valiente superará todas las dificultades. Tenga valor.

7.- Cultive su personalidad. La personalidad es al hombre lo que el perfume a las flores.

8.- Sonría siempre. La sonrisa es el rayo de sol que consigue abrir las puertas.

9.- Sólo las personas amistosas llegan a convertirse en jefes amistosos. Sea amistoso.

10.- Rinda el máximo. Porque si le ofrece usted al mundo lo mejor de sí mismo, muy pronto el mundo le dará lo mejor que puedes brindarle.

Cielo e Infierno

Según cuenta un antiguo relato japonés,

un belicoso samurai desafió en una ocasión a un maestro zen

a que explicara el concepto de cielo e infierno.

Pero el monje respondió con desdén:

«No eres más que un patán.

¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!».

Herido en lo más profundo de su ser,

el samurai se dejó llevar por la ira,

desenvainó su espada y gritó:

«Podría matarte por tu impertinencia».

«Eso»,

repuso el monje con calma,

«es el infierno».

Desconcertado al percibir la verdad

en lo que el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba,

el samurai se serenó,

envainó la espada y se inclinó,

agradeciendo al monje la lección.

«Y eso»,

añadió el monje,

«es el cielo».

De paso

Se cuenta que en el siglo XIX,

un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, en Egipto,

con la finalidad de visitar a un famoso sabio.

El turista se sorprendió al ver que el sabio

vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros.

Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

-¿Donde están sus muebles?

-preguntó el turista.

Y el sabio, rápidamente, también preguntó:

-¿Y donde están los suyos…?

-¿Los míos?

-se sorprendió el turista.

¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!

-Yo también…

-concluyó el sabio.

De la alegría y de la tristeza

… Fue entonces una mujer la que pidió:

Háblanos de la Alegría y la tristeza.

A lo que él contestó:

Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara. Y el mismo manantial de donde mana vuestra risa ha estado frecuentemente lleno de vuestras lagrimas.

¿Y podría ser de otra manera?

Cuanto más profundo penetre la tristeza en vuestro ser, más alegría podrá contener. ¿No es la copa repleta de vuestro vino la misma que fue cocida en el horno del alfarero? ¿Y no es el laúd que deleita vuestro espíritu la misma madera que fue ahuecada con aceros?

Cuando os encontráis alegres mirad en lo más profundo de vuestro corazón y notaréis que lo mismo que os produjo tristeza es lo que ahora causa vuestra alegría.

Cuando os sintáis atribulados volved a mirar vuestro corazón, y notaréis que estáis llorando por aquello mismo que anteriormente fue vuestra alegría.

Algunos de vosotros comentáis: ‘La alegría es mayor que la tristeza’, y otros contradicen: ‘No, la tristeza es mayor’.

Sin embargo, yo os digo que ambas son inseparables. Llegan juntas, y cuando es solamente una la que se sienta con vosotros a la mesa, recordad que la otra se encuentra dormida en vuestra cama.

La verdad es que estáis en suspenso entre vuestra tristeza y vuestra alegría.

Sólo cuando os encontráis vacíos estáis quietos en el fiel de la balanza. Cuando el guardián del tesoro os llame para pesar su oro y su plata, es necesario que vuestra alegría o vuestra pena suba o baje en la balanza.

El Profeta
Gibrán Khalil Gibrán

10 leyes naturales de la vida

Las leyes naturales de la vida, como la ley de la gravedad, son patrones fundamentales de la naturaleza y la vida. Describen las cosas como son en realidad, en oposición a como uno piensa que son o cómo desearía que fueran.

Obedecerlas puede ayudar a las personas a ganar control sobre su vida, mejorar sus relaciones, elevar su productividad personal y experimentar la paz interior.

Ley 1: Se controla la vida al controlar el tiempo

Controlar la vida significa controlar el tiempo, y esto último significa controlar los eventos que ocurren en la vida. El verdadero punto es: ¿qué eventos puedo controlar? Enfocarse en el control de los eventos de la vida constituye toda la diferencia.

Ley 2: Los valores que gobiernan la vida son la base del éxito personal y de la satisfacción

Cada persona vive de acuerdo con un conjunto único de valores rectores. Estos valores son las cosas más importantes para uno. Son representados por las respuestas más claras que es posible dar a tales preguntas: ¿Cuáles son las principales prioridades en mi vida? Y de estas prioridades, ¿cuáles tienen mayor valor?

Ley 3: Cuando las actividades cotidianas reflejan los valores rectores, se experimenta una paz interna

A medida que alguien concentra su tiempo y energía en alcanzar tareas que tienen verdadero significado en la vida, la persona es cada vez más productiva y alcanza una paz interior: una sensación de paz y unidad.

Ley 4: Para alcanzar cualquier meta significativa, es preciso salir de la zona de comodidad

A veces se desarrollan zonas de comodidad mentales, emocionales, sociales o psicológicas. Salir de la zona de comodidad requiere esfuerzo y compromiso.

Ley 5: La planeación diaria aprovecha el tiempo mediante un aumento en el enfoque

El costo es pequeño: sólo diez a quince minutos al día, pero se disfrutarán muchos beneficios a lo largo del día, como tareas definidas con claridad con fechas límite, aumento del enfoque en las tareas más importantes, pasar menos tiempo entre proyectos, y un sentido mayor de logro al final del día.

Ley 6: La conducta es un reflejo de lo que se cree en realidad

La creencia refleja lo que se cree en realidad, y si la conducta no parece reflejar una creencia afirmada de manera consciente, se deberá mirar con cuidado las creencias en conflicto.

Ley 7: Se satisfacen las necesidades cuando las creencias concuerdan con la realidad

¿Cómo es posible decir que una creencia, actitud u opinión sea correcta? Si los resultados de la conducta cumplen con una o más necesidades básicas, quizá se tenga una creencia correcta. A la inversa, si los resultados no cumplen con las necesidades, se podrá estar bastante seguro de que la creencia es incorrecta.

Ley 8: Las conductas negativas son superadas al cambiar las creencias incorrectas

Las creencias incorrectas producirán conductas negativas y de derrota en uno mismo. La conducta negativa muchas veces es resultado de tratar de cumplir las necesidades de la vida con creencias incorrectas o inapropiadas.

Ley 9: La estima de uno mismo debe venir en último término, del interior

Si se cree que el valor propio depende de la aprobación de los demás, es posible que la persona se encuentre actuando en sentido contrario a sus valores más profundos. Sólo cuando se vive de acuerdo con los propios valores se encontrará la estima de uno mismo y la satisfacción que proviene del interior.

Ley 10: Dar más y se tendrá más

Cuando alguien tiene un exceso de algo: riqueza, talento, conocimiento, capacidad, experiencia; se tiene la obligación de compartir ese exceso con los demás, de modo que constituya una diferencia. Si todos nos condujéramos de ese modo, la mayoría de los problemas del mundo se podrían resolver.

Hyrum W. Smith

Fluir

Si somos observadores, podremos notar como en la naturaleza todo fluye sin esfuerzo, encontrando naturalmente el camino de menor resistencia. Esa es la forma en que funciona la inteligencia de la naturaleza, con una facilidad sin esfuerzo y una entrega confiada.

Al observar la naturaleza es fácil darse cuenta como el viento no intenta soplar, simplemente sopla, la lluvia no intenta caer, simplemente cae, los ríos no intentan correr, simplemente corren, esa es su naturaleza intrínseca, y ellos se entregan con facilidad y confianza a permitir que su naturaleza se manifieste.

Pero, ¿Qué sucede con los seres humanos?, nosotros también somos parte de la naturaleza, pero ¿Adoptamos la misma actitud que el resto de la creación?. ¿Nos entregamos con facilidad y confianza a permitir que nuestra naturaleza se manifieste?, ¿Sabemos al menos cuál se supone que es nuestra naturaleza?. ¿Cuáles son sus respuestas a estas preguntas?.

Sus respuestas a las anteriores preguntas le servirán para establecer un punto de referencia sobre el lugar en que se encuentra en cuanto a permitirse fluir, y cuán exitoso es al hacerlo.

Tal vez la pregunta más importante de responder de las anteriores sea la referente a saber cuál es nuestra verdadera naturaleza, ese podría ser nuestro punto de partida para comenzar a fluir con ella.

Nuestra Naturaleza

Aunque los seres humanos poseemos voluntad y libre albedrío, y somos capaces de crear nuestra realidad empleándolos, también es parte de nuestra naturaleza hacer que nuestros sueños se manifiesten sin esfuerzo.

Suena sencillo, ¿Cierto?. Y es porque ¡Lo es!. La vida es sencilla, lo complicado nos ocupamos los seres humanos de ponérselo. Afortunadamente la inteligencia de la naturaleza es lo suficientemente sabia como para no permitírnoslo más allá de nuestra ilusión.

Si, es correcto, cada vez que creemos que algo en la vida es complicado, no estamos viendo más que nuestra errada y distorsionada percepción de la realidad, es decir, una ilusión que ha sido creada por nuestra mente.

De allí provienen la gran mayoría de las situaciones desagradables que encontramos en nuestra vida, pues como dijimos anteriormente, estamos dotados de la capacidad de crear nuestra realidad.

Pero ¿Cómo podemos hacer realidad nuestra naturaleza para que nuestros sueños se manifiesten sin esfuerzo?. Sencillo, simplemente fluyendo.

Fluir

Fluir es un principio que se podría relacionar con la economía de esfuerzo, hacer menos para lograr más. Interesante concepto, ¿Verdad?. Ciertamente, pero ¿Cómo lograrlo?, nuevamente la respuesta es muy sencilla, armonizándonos con la naturaleza.

La inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin roce o fricción, de manera espontánea, es no lineal, intuitiva, holística, y es capaz de nutrir a todos los seres.

Es cuando nos armonizamos con la naturaleza, cuando nos establecemos en el conocimiento de nuestro verdadero ser, que podemos fluir para permitir que nuestros sueños se manifiesten sin esfuerzo alguno.

El fluir se expande desde el conectarse a la vida partiendo del altruismo, pues esa es la motivación de la naturaleza, la cual no cesa de dar altruistamente a manos llenas solo por el placer de dar desde la abundancia, porque hay suficiente para todos.

Cuando buscamos poder y control sobre otros, desperdiciamos energía. Cuando buscamos dinero o poder para satisfacer al ego, desperdiciamos energía al perseguir la ilusión de la felicidad, en vez de disfrutar de la felicidad que nos brinda el presente. Al actuar de manera egoísta, cortamos el flujo de energía que nos llega (aunque continua habiendo suficiente para todos, simplemente nos desconectamos del flujo), e interferimos con la expresión de la inteligencia de la naturaleza.

Pero cuando actuamos motivados por el altruismo, cuando el bienestar común prevalece, no hay desperdicio de energía, al contrario, esta se multiplica y acumula, y el excedente que logramos acumular y disfrutar puede ser empleado para crear cualquier cosa que deseamos, incluyendo abundancia ilimitada

Cuando nuestro punto de referencia es nuestro ser interno, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y nos sentimos capaces de asumir cualquier reto, podemos conectarnos al fluir de la naturaleza, y emplear la energía de manera creativa para hacer realidad nuestras metas.

Lograr estos es muy sencillo, solo necesitamos seguir tres simples pasos, veamos.

Aceptarnos

El primer paso para lograr fluir con la energía de abundancia de la naturaleza es aceptar cada momento, cada instante, cada persona, cada situación, cada circunstancia y cada evento tal como ocurran.

Es decir, cada instante estaremos conscientes que cada momento es tal como debe ser, porque el universo entero es tal como debe ser, y cada uno de nosotros y nuestro entorno forma parte de ese universo.

Este momento, el que estamos experimentando en este instante, es la consecuencia y desenlace de todos los momentos que hemos experimentado anteriormente.

Y la manera más sencilla de lograr ese nivel de aceptación es comenzar por aceptarnos a nosotros mismos primero, tal como somos. Al reconocernos como seres únicos y asumirnos con nuestras virtudes y defectos, nos resultará muy sencillo aceptar a otras personas y las situaciones que se nos presentan, tal como son.

Por el contrario si nos resistimos al momento presente, en realidad nos estamos resistiendo al universo entero. Sin embargo podemos tomar la decisión de fluir con el universo entero, al fluir con el momento presente.

Eso nos coloca en la ventajosa posición de aceptar el momento presente total y completamente. De aceptar la vida tal como es, no como desearíamos que fuera. Es importante comprender bien este detalle. Podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este instante las aceptamos tal como son.

Recordemos también que cuando reaccionamos ante una persona o situación, en realidad reaccionamos ante lo que sentimos hacia esa persona o situación, pero nuestros sentimientos no son ni esa persona, ni esa situación.

Al reconocer y comprender esto completamente, nos alistamos para asumir la responsabilidad por como nos sentimos, y la oportunidad de cambiarlo. Al ser capaces de aceptar las cosas tal como son, somos también capaces de asumir responsabilidad por nuestra situación actual, y todos los eventos que se presentan en nuestra vida.

Responsabilizarnos

Podemos ver la responsabilidad como no culpar a nada ni nadie por nuestra situación, incluyéndonos. El aceptar las circunstancias, los eventos, las situaciones, nos permite ver la responsabilidad como la habilidad de ofrecer respuestas creativas para la situaciones que vivimos aquí y ahora.

A partir de ese momento tomaremos consciencia sobre el potencial de las situaciones adversas para contener las semillas de la oportunidad, y ello nos permitirá transformar el momento en una mejor situación.

Una vez adoptemos esa actitud, encontraremos oportunidades en cada situación para crear algo nuevo y útil, y veremos a un maestro en cada persona que se cruce en nuestro camino.

Recuerde que hay un significado oculto en cada evento que se presenta en nuestras vidas, y se encuentra allí para contribuir a nuestra evolución.

Relajarnos

Luego de aceptarnos y responsabilizarnos, ¿Qué podría faltarnos?. La consecuencia natural sería relajarnos, pues ya no tenemos nada a que resistir, o de que defendernos, lo cual simplificaría nuestras vidas. Pues si observamos, encontraremos que las personas a nuestro alrededor invierten un alto porcentaje de su tiempo defendiendo sus puntos de vista.

Afortunadamente, luego de aceptar las cosas tal como son, y responsabilizarnos por el momento presente, tiene poco sentido tratar de imponer un punto de vista que es solo el desenlace de un momento que hemos aceptado tal como es. Nuestra nueva actitud nos permite relajarnos y disfrutar el momento a plenitud.

Cuando nos relajamos y renunciamos a esa supuesta necesidad de defender nuestro punto de vista, en ese acto de renuncia sincera recuperamos una enorme cantidad de energía que antes desperdiciábamos, y podemos ahora emplear para hacer realidad nuestros sueños.

Consecuencias

Al relajarnos y permitirnos disfrutar del momento presente, este instante, aquí y ahora, experimentamos una sensación de libertad jamás antes conocida, que nos hará sentir realmente vivos.

Comprométase a fluir, y fluya con la inteligencia de la naturaleza, espontáneamente, sin fricción o esfuerzo.

Con esta nueva actitud realmente disfrutamos plenamente de la vida, y esta se vuelve ligera. Esta simple y alegre libertad estará disponible en cualquier momento, pues surge desde la felicidad de estar vivos.

Ya no necesitará justificarse, simplemente declare su intención para si mismo, y experimentará la plenitud, satisfacción, felicidad, libertad y autonomía en cada instante de su vida, eso realmente es Fluir.

¡Que Disfrute Fluyendo!

El poder del pensamiento positivo

Vives en un mundo con un promedio de 80% de pensamientos negativos.

Desde este instante puedes abandonarlo y hacerlo un mundo mejor con fé y esperanza.

Desde ahora estás capacitado para iniciar una nueva vida positiva. Vida que quedará en tu subconsciente como tu vida natural, impregnando con la fuerza todo tu ser físico y mental.

Eres capaz de hacerlo.

Realmente puedes lograrlo.

Inténtalo ahora, llevando contigo no tan sólo pensamientos positivos, sino que una vida positiva fruto de esos pensamientos.

El pensamiento positivo afecta todo lo que haces, impregna de elevadas vibraciones todo lo que te rodea. Sólo trabaja en tu beneficio y en el de los demás, dado que en el reino de la mente lo positivo atrae a lo positivo y rechaza a lo negativo.

Cuántos en el planeta desearían estar en tu lugar. Sé agradecido con lo que tienes, y desde lo que eres y tienes inicia el cambio hacia algo mejor, pues siempre habrá delante nuevos logros para tu crecer. La vida positiva se inicia ahora, ya, desde donde uno está.

Usa dos palabras mágicas: PUEDO y QUIERO. Puedo ser mejor, quiero ser mejor.

Usa una frase mágica: «SOY CAPAZ». Yo soy capaz de ser mejor y lograr éxito en mis metas positivas, para la nueva vida que desde ahora iniciaré.

No hay edad para el cambio, la ciencia ya lo ha demostrado. Siempre siente que tu edad de mayor producción y capacidad está 20 años más allá de la que ahora tienes, y actúa así, pues tu cerebro crecerá, nuevos circuitos activarás y cada día más inteligente serás.

Sin importar tu edad, tienes una vida por delante y esa vida es importante.

Pide a lo interno ayuda para iniciar el cambio y comenzar desde este instante a vivir una vida positiva, aprendiendo el arte del buen pensar, pensando cada día más y más cosas positivas.

Quien no comete errores es un ser que no sabe vivir, es un ser estancado en la vida.
Sólo quien intenta ser mejor, vivir mejor y aprender más, comete errores. De cada error se saca una positiva lección, cada error es una enseñanza que nos permita avanzar.

Quien no aprende a perdonar, dificulta su caminar. Perdonar deja una sensación de libertad maravillosa.

El mejor lugar del planeta está donde tú en este instante te encuentras,
en ese lugar puedes hacer un cielo de un infierno sólo con tu actitud mental positiva.

Elimina la duda, el temor, la ansiedad y la preocupación. No lo olvides:
El cáncer es curable, lo que mata es el temor al cáncer. Toda meta lógica es alcanzable, lo que lo impide es la duda. Eres capaz de lograr desde ya el cambio, lo que te limita es la ansiedad y la preocupación. Borra de tu mente la duda, el temor, la ansiedad y la preocupación.

Condiciona tu mente subconsciente con positivos pensamientos conscientes.

En la medida de tu fe en ti mismo, de tu fe en las herramientas que Dios te dió,
y créelo, fueron las mejores, comienza a usar esas herramientas y los resultados te sorprenderán.

Las herramientas son tus propios pensamientos, y nadie puede ayudarte a pensar o a pensar por ti.

Asume desde ya tu responsabilidad de que eres lo que has pensado.

Asume el compromiso de que serás lo que desde ahora pienses.

Nada ganas con sentirte superior a otros. Sí ganas con sentirte superior a ti mismo.

La única guerra es contigo mismo. El único rival eres tú mismo. La única persona a la que debes vencer es a ti mismo. Véncete eliminando con el pensamiento positivo reiterativo la preocupación. Véncete aumentando tu autoestima y el valor personal. Véncete asumiendo tu presente y futuro.

Eres capaz de lograrlo.

Eres importante pues eres hijo de DIOS, en transitoria misión de perfeccionamiento por tu forma física, en la que NADA negativo puede tocar lo sutil que realmente eres.

Sólo lo positivo toca a tu alma, y lo hace permitiéndote crecer y evolucionar.

Nada sucederá en tu vida mientras no lo quieras, y una vez fijada esa idea
en tu subconsciente, no hay límite para la meta que uno se programe.

Establece metas elevadas y comienza a vivir una vida que te permita alcanzarlas.

Metas nobles y que por ningún motivo puedan dañar a otro.

Puedes lograrlo. Tan sólo de ti depende si lo logras o no.

La enfermedad puede ser un obstáculo para el cuerpo, pero no para la
voluntad y la capacidad de emitir buenos pensamientos.

Ante cada problema, relájate, piensa que eres capaz de solucionarlo, elimina la ofuscación. Repite una y otra vez que lo solucionarás, y la solución llegará. No pierdas el tiempo ni la energía en problemas menores, esos se van solos sin problema.

Cada dificultad es una oportunidad que la vida te da para tu personal desarrollo.

Si logras aceptar este enfoque, cada dificultad fácilmente superada será, y tú más crecido estarás.

Cuando te preparas para lograr lo mejor, la fuerza interior actúa más allá del tiempo y del espacio, con el fin de que tengas eso mejor por ti pensado.

Al despertar, se agradecido por haber despertado, y piensa y cree que será un buen día para ti, y que mañana lo será aún mejor. Mírate al espejo y ve tus ojos resplandecientes y tu aspecto radiante. Usa frases de auto apoyo. Hazlo todos los días.

Las cosas que ya son, imagínalas como tú quieres que sean mejores. A tu familia imagínala mejor. A tu trabajo imagínalo mejor. Es decir, VISUALÍZALOS mejor, cerrando los ojos y viendo lo que tú deseas mejor de lo que ahora es.

Ve el futuro en un mundo mejor. Hazlo con fe, tienes el poder para lograr que ese futuro sea mejor. Tu mente es más poderosa de lo que has imaginado.

No la has sabido usar. No importa, ahora la usarás sabiamente.

Si perseveras y eres constante en tus anhelos, los lograrás dado que eres capaz.

No hay límites ante ti, los límites los pones tú mismo. Amplíalos desde ya, cada día más.

Partiendo de la base que tus metas serán justas, lógicas y nobles, sin importar en el lugar en que ahora estés, pues ese es precisamente el mejor lugar para iniciar el cambio positivo en tu vida, de la misma forma triunfarás.

Vives en un mundo negativo, toma la decisión de hacerlo positivo.

Vives en un mundo con presagios de caos, toma la decisión de pensar en un mundo mejor. Prepárate para mañana trabajando bien hoy.

Mira más allá de las estrellas, observando primero lo que te rodea, y luchando por mejorarlo, solo tú puedes lograrlo.

Pese a todo lo negativo, que es externo, puedes llevar una vida positiva buscando apoyo en lo interno.

Dentro de ti está la mente consciente que es la fuente de los pensamientos, los que tan sólo tu puedes manejar. Está tu mente subconsciente que es la depositaria de la fuerza que nos llega desde el alma, y que rige la vida y nos permite vivir, fuerza que conscientemente con los pensamientos puedes aprender a programar. Usa los pensamientos de manera tal que te permitan ser el mejor programador de tu subconsciente. Usa la fuerza interior con el fin de tener una mejor vida exterior y colaborar a lograr un mundo mejor.

PUEDES HACERLO. ERES CAPAZ. ERES IMPORTANTE.

DECÍDETE YA, HAZLO AHORA, E INICIA EL CAMBIO.

El valor de un sueño

Se considera al soñador como un ser estúpido. Soñador aquel que cree en cosas que los demás y hasta el sentido común las han desechado por no ser reales. Soñador aquel que guía su vida a base de ideas que la soledad de la noche le hizo conocer.

Soñar es el lenguaje que utiliza el destino para comunicar a una raza especial de seres humanos que el camino es aún mucho más extenso que el que los ojos alcanzan a divisar. Soñar es vivir el futuro antes, sin tener la certeza que el sueño ya hecho realidad se lo alcanzará a ver plasmado en el teatro de la vida.

Un Soñador pensó que el mundo era redondo y la gente lo consideró loco. Pero su sueño siguió adelante; una soñadora le creyó y así compartieron el sueño llamado América.

Otro soñador pensó que la Luna era una empresa fácil de alcanzar, se vio en ella, caminó y viajó; esto, muchos años antes que los americanos aterrizaran en el Mar de la Tranquilidad.

Todo sueño implica una lucha con todos, contra el destino, contra la adversidad, contra lo evidente. Los sueños no respetan edad, leyes, estados ni personas. No miden circunstancias ni ocasiones. Fue así que Dios utilizó un sueño para comunicar a María que iba a ser madre del hijo de Dios; o a los reyes para que no volvieran por el camino andado; o a Jesús en Getsemaní para ver lo que iba a ser su calvario; y aún así, no lo impidieron. Porque para los soñadores, estos no son tales, sino verdades por ser entendidas.

Es así como un sueño se transforma en norte, luz y camino; en deseo, esperanza, en pocas palabras, un motivo para vivir.

El soñador no se rinde, no claudica, persevera, no transige. El sueño es su arma para la batalla.

El soñador sabe que su camino no es fácil y eso lo hace diferente. Porque el sueño para ser tal no debe ser una proyección de la historia. Debe de ser lo imposible, lo inaudito, lo prohibido.

El soñador no espera nunca que sus sueños se cumplan, trabaja por ellos incansablemente, porque los grandes sueños, los que dan vida, sólo tienen la recompensa en lo infinito, en el cielo de los soñadores, en lo eterno de sus ideas y en lo intangible de sus realidades.

Desdichado aquel que en la vida no ha tenido un sueño; o no ha creído en él; o no ha luchado por conseguirlo, porque habrá vivido en vano.

Ramiro Cepeda Alvarado

El valor de una sonrisa

No cuesta nada,

pero crea mucho.

Enriquece a quienes la reciben,

sin empobrecer a quienes la dan.

Ocurre en un abrir y cerrar de ojos

y su recuerdo dura a veces para siempre.

Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella

y nadie tan pobre que no pueda enriquecerse por sus beneficios.

Crea la felicidad en el hogar,

alienta la buena voluntad en los negocios

y es la contraseña de los amigos.

Es descanso para los fatigados,

luz para los decepcionados,

sol para los tristes

y el mejor antídoto contra las preocupaciones.

Pero no puede ser comprada,

pedida, prestada o robada.

Porque es algo que no rinde beneficio a nadie,

a menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.

Porque nadie necesita mas de una sonrisa,

como aquel que no le queda ninguna que dar.

Se necesitan 43 músculos para fruncir el ceño pero solo 15 para sonreir.

Arriesgate

Reir

es correr el riesgo de parecer tonto

llorar

es arriesgarse a parecer sentimental

acercarse a otro

es correr el riesgo de compromoterserse.

Mostrar emoción

es arriesgarse a que te conozcan

someter a la gente tus ideas y sueños

es ponerlos en riesgo

amar

es correr el riesgo de no ser correspondido

vivir

es arriesgarse a morir.

En toda esperanza hay el riesgo del desespero

en todo intento el riesgo de fracasar

pero los riesgos se han de tomar

por que el mayor peligro en esta vida

es no arriesgar nada.

Por que el que no arriesga, nada hace, nada tiene, nada es.

Tal vez puede ahorrar sufrimiento y dolor

pero a fín de cuentas no puede aprender, ni sentir,

ni cambiar, ni crecer, ni amar, ni vivir

encadenado por la incertidumbre

será un esclavo

y sacrificará el ser libre

por que solo arriesgando se consagra la libertad.

El tiempo es…

Demasiado lento
para los que esperan

Demasiado rápido
para los que temen

Demasiado largo
para los que sufren

Demasiado corto
para los que gozan
pero para aquellos que aman
el tiempo es la eternidad.

Vive tu tiempo

Date tiempo para trabajar
es el precio del triunfo

Date tiempo para pensar
es la fuente del poder

Date tiempo para jugar
es el secreto de la eterna juventud

Date tiempo para leer
es el fundamento de la sabiduría

Date tiempo para ser amigo
es el camino de la felicidad

Date tiempo para soñar
es atar tu carreta a una estrella

Date tiempo para amar y ser amado
es el privilegio de los dioses

Date tiempo para mirar alrededor
el día es muy corto para ser egoísta

Date tiempo para reír
es la música del alma.

Para todo hay un tiempo señalado
aún un tiempo para todo asunto bajo los cielos:

tiempo de nacer y tiempo de morir
tiempo de plantar y tiempo de desarraigar lo que se haya plantado
tiempo de matar y tiempo de sanar
tiempo de derribar y tiempo de edificar
tiempo de llorar y tiempo de reír
tiempo de plañir y tiempo de dar saltos
tiempo de desechar piedras y tiempo de reunir piedras
tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos
tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido
tiempo de guardar y tiempo de desechar
tiempo de rasgar y tiempo de unir cosiendo
tiempo de callar y tiempo de hablar
tiempo de amar y tiempo de odiar
tiempo para guerra y tiempo para paz.

Vive

Nada te llevaras cuando te marches

cuando se acerque el día de tu final

vive feliz ahora mientras puedes

tal ves mañana no tengas tiempo

para sentirte despertar.

Siente correr la sangre por tus venas

siembra tu tierra y ponte a trabajar

deja volar libre tu pensamiento

deja el rencor para otro tiempo

y hecha tu barca a navegar.

Abre tus brazos fuertes a la vida

no dejes nada a la deriba

del cielo nada te caera.

Trata de ser feliz con lo que tienes

vive la vida intensamente

luchando lo conseguiras.

Y cuando llegue al fin tu despedida

seguro es que feliz sonreiras

por haber conseguido lo que amabas

por encontrar lo que buscabas

porque viviste hasta el final.

Abre tus brazos fuertes a la vida

no dejes nada a la deriba

del cielo nada te caera.

Trata de ser feliz con lo que tienes

vive la vida intensamente

luchando lo conseguiras.

Jose María Napoleón

Somos lo que pensamos

Somos lo que pensamos.

Todo cuanto somos proviene de nuestros pensamientos.

Con nuestros pensamientos hacemos el mundo.

Habla y actúa con una mente impura y tendrás problemas,

Como la rueda que va detrás del buey que tira del carro.

Somos lo que pensamos.

Todo cuanto somos proviene de nuestros pensamientos.

Con nuestros pensamientos hacemos el mundo.

Habla y actúa con una mente pura y la felicidad te acompañará

Como tu sombra, constantemente.

Buddha Dhammapada

Instantes

Si pudiera vivir nuevamente mi vida

En la próxima trataría de cometer más errores

No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido,

de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad,

sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes,

contemplaría más atardeceres, subiría más montañas,

nadaría más ríos.

Iría a más lugares adonde nunca he ido,

comería más helados y menos habas,

tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivía sensata

y prolificamente cada minuto de su vida;

claro que tuve momentos de alegría.

Pero si pudiera volver atrás

trataría de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,

solo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iba a ninguna parte sin termómetro,

una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;

Si pudiera volver a vivir, viajaría mas liviano.

Si puediera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo

a principios de la primavera

y seguiría así hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres

y jugaría con más niños,

si tuviera otra vez la vida por delante.

Pero ya tengo 85 años y se que me estoy muriendo.

Jorge Luis Borges

Soy un ser humano

Más allá de cualquier ideología…

más allá de lo sabio y lo profano,

soy parte del espacio, soy la vida

por el hecho de ser un ser humano.

Yo soy el constructor de mis virtudes

como lo soy, a la vez, de mis defectos;

torrente inagotable de inquietudes…

genial contradicción de Lo Perfecto.

Yo puse las espinas en la frente

los clavos en los pies y en ambas manos…

después rompí a llorar amargamente

la muerte irreparable de mi hermano.

Por mí se hace polémica la duda…

¿Quién soy?, ¿adónde voy?, ¿de dónde vengo?…

a través de los tiempos, tan aguda,

que con ella renazco y me sostengo.

Soy el que abrió la caja de Pandora

que guardaba los males del planeta.

No escapó la esperanza… ¡En buena hora!

por ella sobrevivo y soy poeta.

Yo soy quien ha creado las prisiones,

la lucha fratricida y la injusticia,

más también he inventado las canciones

y el encanto sutil de una caricia.

En nombre de mi Dios, soy asesino,

embustero, fanático y tirano;

desafiando las leyes del destino

tengo sangre de siglos en las manos.

Más también en su nombre soy la rienda

que consigue domar a tanto potro…

Sería, sin un orden, la merienda

de comernos los unos a los otros.

Soy el poder, que condena los instintos

naturales del hombre, mi censura

reptando por oscuros laberintos

impone la moral de su estatura.

Yo soy un individuo entre la masa…

La coincidencia, es sólo un accidente…

Busco esposa, doy hijos, tengo casa,

soy la opción de un cerebro inteligente.

¿Qué vale más, inquietud de mi existencia,

cuando llegue el final y quede inerte?

¿El arte, por fijar mi trascendencia

o el eterno misterio de la muerte?.

Por todo, más allá de ideologías…

más allá de lo sabio y lo profano…

soy parte del espacio, soy la vida

por el hecho de ser un ser humano.

Alberto Cortez

Sólo por hoy

Sólo por hoy, trataré de vivir únicamente este día, sin abordar a la vez todo el problema de la vida. Puedo hacer en doce horas cosas que me espantarían si tuviese que mantenerlas durante una vida entera.

Sólo por hoy, seré feliz. Esto supone que es verdad lo que dijo Abraham Lincon, que ‘la mayoría de las personas son tan felices como deciden serlo’. La felicidad es algo interior; no es asunto de fuera.

Sólo por hoy, trataré de vigorizar mi espíritu. Aprenderé algo útil. No seré un haragán mental. Leeré algo que requiera esfuerzo, meditaci6n y concentración.

Sólo por hoy, trataré de ajustarme a lo que es y no trataré de ajustar todas las cosas a mis propios deseos. Aceptaré mi familia, mis negocios y mi suerte tal como son y procuraré adaptarme a todo ello.

Sólo por hoy, ejercitaré mi alma en tres modos. Haré a alguien algún bien sin que él lo descubra. Y haré dos cosas que no me agrade hacer, solamente, como dice William James, para ejercitarme.

Sólo por hoy, seré agradable. Tendré el mejor aspecto que pueda, me vestiré con la mayor corrección, hablaré en voz baja, me mostraré cortés, seré generoso en la alabanza, no criticaré a nadie, no encontraré defectos en nada y no intentaré mejorar o regular a nadie que no sea a mí mismo.

Sólo por hoy, tendré un programa. Consignaré por escrito lo que espero hacer cada hora. Cabe que no siga exactamente el programa, pero lo tendré. Eliminaré dos plagas: la prisa y la indecisión.

Sólo por hoy, tendré media hora tranquila de soledad y descanso. En esta media hora pensare, oraré, a fin de conseguir una mayor perspectiva de mi vida como cristiano.

Sólo por hoy, no tendré temor y especialmente no tendré temor de ser feliz, de disfrutar lo bello, de amar y de creer que los que amo, me aman.

Ayer, hoy y mañana

Hay dos días en cada semana que no deben preocuparnos, dos días que no deben causarnos ni tormento ni miedo, uno es AYER, con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y desvíos, con sus penas y tribulaciones.

AYER se marchó para siempre y está ya fuera de nuestro alcance. Ni siquiera el poder de todo el oro del mundo podría devolvernos el AYER. No podemos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podemos borrar ni una sola palabra de las que ayer dijimos. Ayer se marchó para no volver.

El otro día que no debe preocuparnos es el MAÑANA con sus posibles adversidades, dificultades y vicisitudes, con sus halagadoras promesas y lúgubres decepciones.

MAÑANA saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para esconderse tras densas nubes, pero saldrá. Hasta que no salga no podemos disponer de MAÑANA, porque todavía MAÑANA está por nacer.

Sólo nos resta un día, HOY, cualquier persona puede confrontar los problemas de un solo día y mantenerse en paz.

Cuando al día de HOY agregamos las cargas de esas dos eternidades, AYER y MAÑANA, es cuando caemos en la brega y nos inquietamos.

Le sourire

Cuenta Antoine de Saint Exupéry que fue capturado por el enemigo y arrojado a una celda. Por las miradas despectivas y el trato duro que recibí­a de sus carceleros, estaba seguro de que sería ejecutado al dí­a siguiente.

A partir de aquí, contaré la historia tal como la recuerdo aunque con mis palabras. Estaba seguro de que me matarí­an. Me puse terriblemente nervioso e inquieto. Revolví­ mis bolsillos para ver si algún cigarrillo habí­a escapado al registro. Encontré uno y me temblaban tanto las manos que apenas pude llevarmelo a los labios. Pero no tenía fósforos, se los habí­an quedado.

Miré a mi carcelero a través de los barrotes. No hizo contacto visual conmigo. Después de todo, nadie hace contacto visual con una cosa, con un cadáver.

Le grité: ¿Tiene fuego, por favor?. Me miró, se encogió de hombros y se acercó para encenderme el cigarrillo.Al acercarse y encender el fósforo, sus ojos accidentalmente se cruzaron con los mí­os.

En ese momento, sonreí­. No se por que lo hice. Tal vez fue por nerviosismo, tal vez fue porque, cuando dos personas se acercan mucho, cuesta no sonrei­r. Sea como fuere, sonreí­. En ese instante, fue como si una chispa hubiera saltado la brecha entre nuestros dos corazones, nuestras dos almas humanas.

Se que él no querí­a, pero mi sonrisa atravesó los barrotes y generó otra sonrisa en sus labios. Me encendió el cigarrillo pero se quedó cerca, mirandome directamente a los ojos y sin dejar de sonrei­r.Seguí­ sonriéndole, consciente de él ahora como persona y no ya sólo como carcelero.

Y su mirada pareciá adquirir una nueva dimensión. ¿Tienes hijos? preguntó.Si, aquí, aquí­. Saqué mi billetera y busqué tembloroso las fotos de mi familia. Él también sacó las fotos de sus hijos y empezó a hablar sobre sus planes y esperanzas con respecto a ellos.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. Dije que temí­a no volver a ver a mi familia, no tener la oportunidad de verlos crecer. A él también se le llenaron los ojos de lágrimas.

De pronto, sin decir una palabra, abrió la celda y en silencio me llevó afuera. Salimos de la cárcel, y, despacio y por calles laterales, salimos de la ciudad.

Allá­, a la orilla de la ciudad, me liberó. Y sin decir una palabra, regresó a la ciudad.

Una sonrisa me salvó la vida.

Sí­, la sonrisa, la conexión sincera, espontánea y natural entre las personas. Cuento esta historia en mi trabajo porque me gustarí­a que la gente considerara que debajo de las capas que construimos para protegernos: nuestra dignidad, nuestros tí­tulos, nuestros diplomas, nuestro estatus y la necesidad de que nos vean de determinadas maneras, debajo de todo eso, está¡ el yo auténtico y esencial.

No me da miedo llamarlo alma. Realmente, creo que si esa parte tuya y esa parte mí­a pudieran reconocerse, no serí­amos enemigos. No podrí­amos sentir odio, ni envidia, ni miedo.

Llego a la triste conclusión de que todas esas otras capas, que construimos con tanto esmero a lo largo de nuestras vidas, nos distancian e impiden que nos pongamos en real contacto con los demás.

La historia de Saint Exupéry habla de ese momento mágico en que dos almas se reconocen. He tenido algunos momentos así­. Al enamorarme por ejemplo. Al mirar a un bebé. ¿Por qué sonreí­mos cuando vemos un bebé? Tal vez sea porque vemos a alguien sin todas esas capas defensivas, alguien cuya sonrisa nos resulta genuina y sin engaños.

Y el alma de niño que llevamos dentro sonrí­e anhelante en reconocimiento.

Hanoch McCarty

Juan Salvador Gaviota

Al verdadero Juan Gaviota,
que todos llevamos adentro.

Juan giraba lentamente
sobre los Lejanos Acantilados; observaba. Este rudo y joven Pedro Gaviota era un alumno de vuelo casi perfecto. Era fuerte, y ligero, y rápido en el aire, pero mucho más importante, ¡tenía un devastador deseo de aprender a volar!

Aquí venia ahora, una forma borrosa y gris que salía de su picado con un rugido, pasando como un bólido a su instructor, a doscientos veinte kilómetros por hora. Abruptamente se metió en otra pirueta con un balance de dieciséis puntos, vertical y lento, contando los puntos en voz alta.

…ocho… nueve… diez… ves-Juan-se-me-está-terminando-la-velocidad -del-aire… once… Quiero-paradas-perfectas-y-agudas-como-las-tuyas… doce…… pero-¡caramba!-no-puedo-llegar… trece… a-estos-últimos- puntos… sin… cator… ¡aaakk…!

La torsión de la cola le salió a Pedro mucho peor a causa de su ira y furia al fracasar. Se fue de espaldas, volteó, se cerró salvajemente en una barrena invertida, y por fin se recuperó, jadeando, a treinta metros bajo el nivel en que se hallaba su instructor.

-¡Pierdes tu tiempo conmigo, Juan! ¡Soy demasiado tonto! ¡Soy demasiado estúpido! Intento e intento, ¡pero nunca lo lograré!

Juan Gaviota lo miró desde arriba y asintió.

-Seguro que nunca lo conseguirás mientras hagas ese encabritamiento tan brusco. Pedro, ¡has perdido sesenta kilómetros por hora en la entrada! ¡Tienes que ser suave! Firme, pero suave, ¿te acuerdas?

Bajó al nivel de la joven gaviota.

-Intentémoslo juntos ahora, en formación. Y concéntrate en ese encabritamiento. Es una entrada suave, fácil.

Al cabo de tres meses, Juan tenía otros seis aprendices, todos Exilados, pero curiosos por esta nueva visión del vuelo por el puro gozo de volar.
Sin embargo, les resultaba más fácil dedicarse al logro de altos rendimientos que a comprender la razón oculta de ello.

-Cada uno de nosotros es en verdad una idea de la Gran Gaviota, una idea ilimitada de la libertad -diría Juan por las tardes, en la playa -, y el vuelo de alta precisión es un paso hacia la expresión de nuestra verdadera naturaleza. Tenemos que rechazar todo lo que nos limite. Esta es la causa de todas estas prácticas a alta y baja velocidad, de estas acrobacias…

… y sus alumnos se dormirían, rendidos después de un día de volar. Les gustaba practicar porque era rápido y excitante y les satisfacía esa hambre por aprender que crecía con cada lección. Pero ni uno de ellos, ni siquiera Pedro Pablo Gaviota, había llegado a creer que el vuelo de las ideas podía ser tan real como el vuelo del viento y las plumas.

-Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala -diría Juan en otras ocasiones-, no es más que tu propio pensamiento, en una forma que puedes ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo. -Pero dijéralo como lo dijera, siempre sonaba como una agradable ficción, y ellos necesitaban más que nada dormir.

Había pasado un mes tan sólo cuando Juan dijo que había llegado la hora de volver a la Bandada.

-¡No estamos preparados! -dijo Enrique Calvino Gaviota-. ¡Ni seremos bienvenidos! ¡Somos Exilados! No podemos meternos donde no seremos bienvenidos, ¿verdad?

-Somos libres de ir donde queramos y de ser lo que somos -contestó Juan, y se elevó de la arena y giró hacia el Este, hacia el país de la Bandada.

Hubo una breve angustia entre sus alumnos, puesto que es Ley de la Bandada que un Exilado nunca retorne, y no se había violado la Ley ni una sola vez en diez mil años. La Ley decía quédate, Juan decía partid; y ya volaba a un kilómetro mar adentro. Si seguían allí esperando, él encararía por si solo a la hostil Bandada.

-Bueno, no tenemos por qué obedecer la Ley si no formamos parte de la Bandada, ¿verdad? -dijo Pedro, algo turbado-. Además, si hay una pelea, es allá donde se nos necesita.

Y así ocurrió que, aquella mañana, aparecieron desde el Oeste ocho de ellos en formación de doble-diamante, casi tocándose los extremos de las alas. Sobrevolaron la Playa del Consejo de la Bandada a doscientos cinco kilómetros por hora, Juan a la cabeza, Pedro volando con suavidad a su ala derecha, Enrique Calvino luchando valientemente a su izquierda. Entonces la formación entera giró lentamente hacia la derecha, como si fuese un solo pájaro… de horizontal… a… invertido… a… horizontal, con el viento rugiendo sobre sus cuerpos.

Los graznidos y trinos de la cotidiana vida de la Bandada se cortaron como si la formación hubiese sido un gigantesco cuchillo, y ocho mil ojos de gaviota les observaron, sin un solo parpadeo. Uno tras otro, cada uno de los ocho pájaros ascendió agudamente hasta completar un rizo y luego realizó un amplio giro que terminó en un estático aterrizaje sobre la arena. Entonces, como si este tipo de cosas ocurriera todos los días, Juan Gaviota dio comienzo a su crítica de vuelo.

-Para comenzar -dijo, con un sonrisa seca-, llegasteis todos un poco tarde al momento de juntaros…

Un relámpago atravesó a la Bandada. ¡Esos pájaros son Exilados! ¡Y han vuelto! ¡Y eso… eso no puede ser! Las predicciones de Pedro acerca de un combate se desvanecieron ante la confusión de la Bandada.

-Bueno, de acuerdo: son Exilados -dijeron algunos de los jóvenes-, pero, oye, ¿dónde aprendieron a volar asi?

Pasó casi una hora antes de que la Palabra del Mayor lograra repartirse por la Bandada: Ignoradlos. Quien hable a un Exilado será también un Exilado. Quien mire a un Exilado viola la Ley de la Bandada.

Espaldas y espaldas de grises plumas rodearon desde ese momento a Juan, quien no dio muestras de darse por aludido. Organizó sus sesiones de prácticas exactamente encima de la Playa del Consejo, y, por primera vez, forzó a sus alumnos hasta el límite de sus habilidades.

-¡Martín Gaviota -gritó en pleno vuelo-, dices conocer el vuelo lento! Pruébalo primero y alardea después! ¡VUELA!

Y de esta manera, nuestro callado y pequeño Martín Alonso Gaviota, paralizado al verse el blanco de los disparos de su instructor, se sorpendió a sí mismo al convertirse en un mago del vuelo lento. En la más ligera brisa, llegó a curvar sus plumas hasta elevarse sin el menor aleteo, desde la arena hasta las nubes y abajo otra vez.

Lo mismo le ocurrió a Carlos Rolando Gaviota, quien voló sobre el Gran Viento de la Montana a ocho mil doscientos metros de altura y volvió, maravillado y feliz y azul de frío, y decidido a llegar aún más alto al otro día.

Pedro Gaviota, que amaba como nadie las acrobacias, logró superar su caida «en hoja muerta», de dieciséis puntos, y al día siguiente, con sus plumas refulgentes de soleada blancura, llegó a su culminación ejecutando un tonel triple que fue observado por más de un ojo furtivo.

A toda hora Juan estaba allí junto a sus alumnos, enseñando, sugiriendo, presionando, guiando. Voló con ellos contra noche y nube y tormenta, por el puro gozo de volar, mientras la Bandada se apelotonoba miserablemente en tierra.

Terminado el vuelo, los alumnos descansaban en la playa y llegado el momento escuchaban de cerca a Juan. Tenía él ciertas ideas locas que no llegaban a entender, pero también las tenía buenas y comprensibles.

Poco a poco, por la noche, se formó otro círculo alrededor de los alumnos; un círculo de curiosos que escuchaban allí, en la oscuridad, hora tras hora, sin deseo de ver ni de ser vistos, y que desaparecían antes del amanecer.

Un mes después del Retorno, la primera gaviota de la Bandada cruzó la línea y pidió que se le enseñara a volar. Al preguntar, Terrence Lowell Gaviota se convirtió en un pájaro condenado, marcado por el Exilio y octavo alumno de Juan.

La próxima noche vino de la Bandada Esteban Lorenzo Gaviota, vacilante por la arena, arrastrando su ala izquierda hasta desplomarse a los pies de Juan.

-Ayúdame -dijo apenas, hablando como los que van a morir-. Más que nada en el mundo, quiero volar…

-Ven entonces -dijo Juan-. Subamos, dejemos atras la tierra y empecemos.

-No me entiendes. Mi ala. No puedo mover mi ala.

-Esteban Gaviota, tienes la libertad de ser tú mismo, tu verdadero ser, aquí y ahora, y no hay nada que te lo pueda impedir. Es la Ley de la Gran Gaviota, la Ley que Es.

-¿Estás diciendo que puedo volar?

-Digo que eres libre.

Y sin más, Esteban Lorenzo Gaviota extendió sus alas, sin el menor esfuerzo, y se alzó hacia la oscura noche. Su grito, al tope de sus fuerzas y desde doscientos metros de altura, sacó a la Bandada de su sueño:

-¡Puedo volar! ¡Escuchen! ¡PUEDO VOLAR!

Al amanecer había cerca de mil pájaros en torno al círculo de alumnos, mirando con curiosidad a Esteban. No les importaba si eran o no vistos, y escuchaban, tratando de comprender a Juan Gaviota.

Habló de cosas muy sencillas: que está bien que una gaviota vuele; que la libertad es la misma escencia de su ser; que todo aquello que le impida esa libertad debe ser eliminado, fuera ritual o superstición o limitación en cualquier forma.

-Eliminado -dijo una voz en la multitud-, ¿aunque sea Ley de la Bandada?

-La única Ley verdadera es aquella que conduce a la libertad -dijo Juan-. No hay otra.

-¿Cómo quieres que volemos como vuelas tú? -intervino otra voz-. Tú eres especial y dotado y divino, superior a cualquier pájaro.

-¡Mirad a Pedro, a Terrence, a Carlos Rolando, a Maria Antonio! ¿Son también ellos especiales y dotados y divinos? No más que vosotros, no más que yo. La única diferencia, realmente la única, es que ellos han empezado a comprender lo que de verdad son y han empezado a ponerlo en práctica.

Sus alumnos, salvo Pedro, se revolvían intranquilos. No se habían dado cuenta de que era eso lo que habían estado haciendo.

Día a día aumentaba la muchedumbre que venía a preguntar, a idolatrar, a despreciar.

-Dicen en la Bandada que si no eres el Hijo de la misma Gran Gaviota -le contó Pedro a Juan, una mañana después de las prácticas de Velocidad Avanzada-, entonces lo que ocurre contigo es que estás mil años por delante de tu tiempo.

Juan suspiró. Este es el precio de ser mal comprendido, pensó. Te llaman diablo o te llaman dios.

-¿Qué piensas tú, Pedro? ¿Nos hemos anticipado a nuestro tiempo?

Un largo silencio.

-Bueno, esta manera de volar siempre ha estado al alcance de quien quisiera aprender a descubrirla; y esto nada tiene que ver con el tiempo. A lo mejor nos hemos anticipado a la moda; a la manera de volar de la mayoría de las gaviotas.

-Eso ya es algo -dijo Juan, girando para planear invertidamente por un rato-. Eso es algo mejor que aquello de anticiparnos a nuestro tiempo.

Ocurrió justo una semana más tarde. Pedro se hallaba explicando los principios del vuelo a alta velocidad a una clase de nuevos alumnos. Acababa de salir de su picado desde cuatro mil metros -una verdadera estela gris disparada a pocos centímetros de la playa-, cuando un pajarito en su primer vuelo planeó justamente en su camino, llamando a su madre. En una décima de segundo, y para evitar al joven, Pedro Pablo Gaviota giró violentamente a la izquierda, y a más de trescientos kilómetros por hora fue a estrellarse contra una roca de sólido granito.

Fue para él como si la roca hubiese sido una dura y gigantesca puerta hacia otros mundos. Una avalancha de miedo y de espanto y de tinieblas se le echó encima junto con el golpe, y luego se sintió flotar en un cielo extraño, extraño, olvidando, recordando, olvidando; temeroso y triste y arrepentido; terriblemente arrepentido.

La voz le llegó como en aquel primer dia en que había conocido a Juan Salvador Gaviota.

-El problema, Pedro, consiste en que debemos intentar la superación de nuestras limitaciones en orden, y con paciencia. No intentamos cruzar a través de rocas hasta algo más tarde en el programa.

-¡Juan!

-También conocido como el Hijo de la Gran Gaviota -dijo su instructor, secamente.

-¿Qué haces aquí? ¡Esa roca! ¿no he… no me había… muerto?

-Bueno, Pedro, ya está bien. Piensa. Si me estás hablando ahora, es obvio que no has muerto, ¿verdad? Lo que sí lograste hacer fue cambiar tu nivel de conciencia de manera algo brusca. Ahora te toca escoger. Puedes quedarte aquí y aprender en este nivel -que, para que te enteres, es bastante más alto que el que dejaste-, o puedes volver y seguir trabajando en la Bandada. Los Mayores estaban deseando que ocurriera algún desastre y se han sorprendido de lo bien que les has complacido.

-Por supuesto que quiero volver a la Bandada. ¡Estoy apenas empezando con el nuevo grupo!

-Muy bien, Pedro. ¿Te acuerdas de lo que decíamos acerca de que el cuerpo de uno no es más que el pensamiento puro…?

Pedro sacudió su cabeza, extendió sus alas, abrió sus ojos, y se halló al pie de la roca y en el centro de toda la Bandada allí reunida. De la multitud surgió un gran clamor de graznidos y chillidos cuando empezó a moverse.

-¡Vive! ¡El que había muerto, vive!

-Le tocó con un extremo del ala! ¡Lo resucitó! ¡El hijo de la Gran Gaviota!

-¡No! ¡El lo niega! ¡Es un diablo! ¡DIABLO! ¡Ha venido a aniquilar a la Bandada!

Había cuatro mil gaviotas en la multitud, asustadas por lo que había sucedido, y el grito de ¡DIABLO! cruzó entre ellas como viento en una tempestad oceánica. Brillantes los ojos, aguzados los picos, avanzaron para destruir.

-Pedro, ¿te parece mejor si nos marchásemos? -preguntó Juan.

-Bueno, yo no pondría inconvenientes si…

Al instante se hallaron a un kilómetro de distancia, y los relampagueantes picos de la turba se cerraron en el vacío.

-¿Por qué será -se preguntó perplejo Juan- que no hay nada más difícil en el mundo que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo que puede probar por sí mismo si sólo se pasara un rato practicando? ¿Por qué será tan difícil?

Pedro aún parpadeaba por el cambio de escenario.

-¿Qué hicieste ahora? ¿Cómo llegamos hasta aquí?

-Dijiste que querías alejarte de la turba, ¿no?

-Sí, pero, ¿cómo has…?

-Como todo, Pedro. Práctica.

A la mañana siguiente, la Bandada había olvidado su demencia, pero no Pedro.

-Juan, ¿te acuerdas de lo que dijiste hace mucho tiempo acerca de amar lo suficiente la Bandada como para volver a ella y ayudarla a aprender?

-Claro.

-No comprendo cómo te las arreglas para amar a una turba de pájaros que acaba de intentar matarte.

-¡Vamos, Pedro, no es eso lo que tú amas! Por cierto que no se debe amar el odio y el mal. Tienes que practicar y llegar a ver a la verdadera gaviota, ver el bien que hay en cada una, y ayudarlas a que lo vean en sí mismas. Eso es lo que quiero decir por amar. Es divertido,cuando le aprendes el truco. Recuerdo, por ejemplo, a cierto orgulloso pájaro, un tal Pedro Pablo Gaviota. Exilado reciente, listo para luchar hasta la muerte contra la Bandada, empezaba ya a construirse su propio y amargo infierno en los Lejanos Acantilados. Sin embargo, aquí lo tenemos ahora, construyendo su propio cielo, y guiando a toda la Bandada en la misma dirección.

Pedro miró a su instructor, y por un momento hubo miedo en sus ojos.

-¿Yo, guiando? ¿Qué quieres decir: yo guiando? Tú eres el instructor aquí. ¡Tú no puedes marcharte!

-¿Ah, no? ¿No piensas que hay acaso otras Bandadas, otros Pedros, que necesitan más a un instructor que ésta, que ya va en camino de la Luz?

-¿Yo? Juan, soy una simple gaviota, y tú eres…

-¿…el único Hijo de la Gran Gaviota, supongo? -Juan suspiró y miró hacia el mar-. Ya no me necesitas. Lo que necesitas es seguir encontrándote a ti mismo, un poco más cada día; a ese verdadero e ilimitado Pedro Gaviota. El es tu instructor. Tienes que comprenderle, y ponerlo en práctica.

Un momento más tarde el cuerpo de Juan trepidó en el aire, resplandeciente, y empezó a hacerse transparente.

-No dejes que se corran rumores tontos sobre mí, o que me hagan un dios. ¿De acuerdo, Pedro? Soy gaviota. Y quizá me encante volar…

-¡JUAN!

-Pobre Pedro. No creas lo que tus ojos te dicen. Solo muestran limitaciones. Mira con tu entendimiento, descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar.

El resplandor se apagó. Y Juan Gaviota se desvaneció en el aire.

Después de un tiempo, Pedro Gaviota se obligó a remontar el espacio y se enfrentó con un nuevo grpo de estudiantes, ansiosos de empezar su primera lección.

-Para comenzar -dijo pesadamente- teneis que comprender que una gaviota es una idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota, y todo vuestro cuerpo, de extremo a extremo del ala, no es más que vuestro propio pensamiento.

Los jóvenes se miraron extrañados. ¡Vaya, hombre!, pensaron, eso no suena a una norma para hacer un rizo…

Pedro suspiró y empezó otra vez:

-¡Hum!… ah… muy bien -dijo, y les miró críticamente-. Empecemos con el Vuelo Horizontal. -Y al decirlo, comrpendió de pronto que, en verdad, su amigo no había sido más divino que el mismo Pedro.

¿No hay límites, Juan? pensó. ¡Bueno, llegará entonces el dia en que me apareceré en tu playa, y te enseñaré un par de cosas acerca del vuelo!

Y aunque intentó parecer adecuadamente severo ante sus alumnos, Pedro Gaviota les vio de pronto tal y como eran realmente, sólo por un momento, y más que gustarle, amó aquello que vio. ¿No hay límites, Juan? pensó, y sonrió. Su carrera hacia el aprendizaje había empezado.

Tercera Parte
Richard Bach

Monos y platanos

En cierta ocasión se llevó a cabo el siguiente experimento de comportamiento. Se colocaron 6 monos en una jaula, en el centro de la cual se encontraba una escalera que permitía alcanzar un racimo de plátanos que colgaba del techo. En cuanto uno de los monos intentaba alcanzar los plátanos, se les rociaba a todos con agua helada lo cual hacía que desistiera de su intento. Este proceso se repitió tantas veces cómo intentos por alcanzar los plátanos realizaron los monos. Finalmente, cuando alguno de los monos intentaba alcanzar los plátanos, eran sus propios compañeros los que le impedían acercarse a la escalera a base de golpes hasta que el mono desistía de su intento.

Llegados a este punto, se saca uno de los monos de la jaula y se introduce otro que evidentemente no había participado previamente en el experimento. Al poco de entrar en la jaula, el mono intenta encaramarse a la escalera para tomar los plátanos, pero en cuanto se acerca a la escalera, sus compañeros le agreden a golpes ante la posibilidad de una ducha helada. El nuevo mono no entiende nada, pero tras varios intentos se da cuenta de que no se puede acercar a los plátanos a menos que desee ser vapuleado.

En este momento, se saca de la jaula otro de los monos que empezaron el experimento y se introduce uno que tampoco tiene ningún conocimiento del funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono intenta agarrar los plátanos y cada vez que lo intenta, todos sus compañeros de jaula se abalanzan sobre él para impedírselo. La nota curiosa es que el mono que introdujimos a mitad del experimento y que no tiene la experiencia de haber sido rociado con agua helada también participa en la agresión aunque sin saber porqué. Para él, simplemente, no está permitido acercarse a la escalera.

Poco a poco se van sustituyendo todos los monos que comenzaron el experimento por otros que no han experimentado en ningún momento el hecho de haber sido rociados con agua helada.

Cuando se sustituye el último mono de la jaula, el comportamiento de los simios continúa igual, a poco que el nuevo mono intenta acercarse a la escalera es vapuleado por sus compañeros, aunque llegados a este momento, nadie sabe porqué ya que ninguno de ellos ha sido rociado con agua helada. Se ha establecido una regla: «Está prohibido subir por la escalera y quien lo intente se expone a una represión por parte del resto del grupo».

Quizás sea verdad que en ocasiones los monos reflejan un comportamiento casi humano, o quizás seamos los humanos los que en ocasiones nos comportamos como monos.

Una buena pregunta seria: ¿porqué hacemos cosas que no sabemos porque siempre «tenemos» que hacer?, o ¿porqué dejamos de hacer cosas que incluso no nos atrevemos siquiera a intentar?.

Dime como ves a los demás y te dire como eres

Había un anciano cuáquero qué sentado en el brocal del pozo de la aldea, saludaba a los cansados viajeros que pasaban por ahí.

Y a cada uno que le preguntaba:

¿Qué clase de gente vive por aquí?,

él les respondía con otra pregunta:

¿Qué clase de gente encontraste en tu última morada?

Si el viajero decía que había dejado un vecindario donde la gente era alegre y simpática, agradable y amante de la diversión, el cuáquero le respondía confiadamente que en su pueblo los encontraría iguales.

Para aquellos viajeros que se quejaban de que habían dejado un pueblo donde la gente era desagradable e iracunda, el patriarca les decía moviendo la cabeza tristemente:

Por desgracia, aquí los encontrara iguales.

Un joven que estaba escuchando todo lo que el cuáquero decía extrañado le preguntó a éste,

¿Por qué le responde a las personas que encontrarán la misma gente que la que encontraron en su última morada?

Y el patriarca con una sonrisa en sus labios respondió:

Por que el problema no es al pueblo al que llegues, sino la actitud que tomes en él.

La vida es como un espejo, la cara que tú le muestres es el reflejo que tendrás.

Los tres filtros

Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:

“¡Maestro, quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia!”.

Sócrates lo interrumpió diciendo: “¡Espera!, ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?».

“¿Los Tres Filtros?”.

“Sí”, replicó Sócrates.

El primer filtro es la VERDAD.

“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”.

“No, lo oí decir a unos vecinos”.

“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD. ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”.

“No, en realidad no, al contrario”.

“¡Ah!”, interrumpió Sócrates, “Entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”.

“Para ser sincero, no, necesario no es”.

“Entonces…», sonrió el sabio, «si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido”.

¿A quién llevas en tus hombros?

Dos monjes que regresaban a su templo llegaron a un arroyo donde encontraron a una hermosa mujer que no se atrevía a cruzarlo, temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era fuerte.

Uno de los monjes, el mayor, casi sin detenerse, la alzó en sus brazos y la llevó hasta la otra orilla. La mujer le agradeció, ya que su hijo estaba gravemente enfermo y ella necesitaba cruzar ese arroyo para verlo, y los hombres siguieron su camino.

Después de recorrer tres días el otro monje, el joven, sin poder contenerse más, exclamó: «¿ Cómo pudiste hacer eso, tomar una mujer en tus brazos?… Conoces bien las reglas…» y otras cosas por el estilo.

Respondió el monje cuestionado con una sonrisa: » Es posible que haya cometido alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para ver a su hijo. Yo solo crucé a la mujer y la dejé en la otra orilla.

«¿Pero qué te pasa a vos, que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?». Yo la dejé del otro lado del arroyo.

El secreto para ser feliz

Hace muchísimos años, vivía en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacia ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre mas feliz del mundo. Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras mas lo intentaban, mas infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día mas feliz. Un día llego ante él un niño y le dijo: «Señor, al igual que tu, también quiero ser inmensamente feliz. «Por qué no me enseñas que debo hacer para conseguirlo»? El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo: «A ti te enseñaré el secreto para ser feliz.

Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida».

El primer paso, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte, debes afirmar: yo soy importante, yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mí, no hay obstáculo que no pueda vencer: Este paso se llama autoestima alta.

El segundo paso, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.

El tercero paso, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron su meta, logra tu las tuyas.

El cuarto paso, es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz, tú perdona y olvida.

El quinto paso, es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitaran algo de más valor.

El sexto paso, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.

Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto para ser triunfador y que de esta manera, puedan ser felices».

Veamos lo que trae el tiempo

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo:

-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.

-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre.

Veremos lo que trae el tiempo…

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

-¡Padre, qué suerte! – exclamó esta vez el muchacho.

Nuestro caballo ha traído otro caballo.

-Por qué le llamas suerte? – repuso el padre.

Veamos qué nos trae el tiempo.

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.

-¡Padre, qué desgracia! – exclamó ahora el muchacho.

¡Me he quebrado la pierna!

Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:

-¿Por qué le llamas desgracia?

Veamos lo que trae el tiempo!

El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gimoteaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.

Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

La moraleja de este antiguo consejo chino es que «la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno malo.

Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en Dios, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas.

Antiguo consejo chino

Pelotas de golf y arena

Un profesor delante de su clase de filosofía sin decir palabra tomo un frasco grande y vacío de mayonesa y procedió a llenarlo con pelotas de golf. Luego le pregunto a sus estudiantes si el frasco estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que si. Así que el profesor tomo una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco de mayonesa. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf.

El profesor volvió a preguntarles a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que si. Luego el profesor tomo una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena lleno todos los espacios vacíos y el profesor pregunto nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un «si» unánime.

El profesor enseguida agrego 2 tazas de café al contenido del frasco y efectivamente lleno todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo: «Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas importantes, como Dios, la familia, los hijos, la salud, los amigos, las cosas que te apasionan. Son cosas que aún si todo lo demás lo perdiéramos y solo estas quedaran, nuestras vidas aun estarían llenas.

Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el carro, etc. La arena es todo lo demás, las pequeñas cosas.» «Si ponemos la arena en el frasco primero, no habría espacio para las canicas ni para la pelotas de golf.

Lo mismo ocurre con la vida. Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.

Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, tomate tiempo para asistir al doctor, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa y reparar la llave del agua. Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades, el resto es solo arena.» Uno de los estudiantes levanto la mano y pregunto que representaba el café. El profesor sonrió y dijo: «Que bueno que lo preguntas. Solo es para demostrarles que no importa cuan ocupada tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo».

Lo que aprendí en esté mundo

A los 9 años
aprendí que mi profesora
sólo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.

A los 10
aprendí que era posible
estar enamorado de cuatro chicas al mismo tiempo.

A los 12
aprendí que, si tenía problemas en la escuela,
los tenía más grandes en casa.

A los 13
aprendí que cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería,
mi madre me mandaba a ordenarlo.

A los 15
aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano menor,
porque mi padre tenía frustraciones mayores y la mano más pesada.

A los 20
aprendí que los grandes problemas
siempre empiezan pequeños.

A los 25
aprendí que nunca debía elogiar la comida de mi madre
cuando estaba comiendo algo preparado por mi mujer.

A los 27
aprendí que el título obtenido no era la meta soñada.

A los 28
aprendí que se puede hacer, en un instante,
algo que te puede doler la vida entera.

A los 30
aprendí que cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos,
pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.

A los 33
aprendí que a las mujeres les gusta recibir flores,
especialmente sin ningún motivo.

A los 34
aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.

A los 38
aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa;
y siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.

A los 39
aprendí que puedes saber que tu esposa te ama
cuando quedan dos galletas y elige la menor.

A los 42
aprendí que si estás llevando una vida sin fracasos,
no estás corriendo los suficientes riesgos.

A los 44
aprendí que puedes hacer a alguien disfrutar el día
con solo enviarle una pequeña postal.

A los 47
aprendí que niños y abuelos son aliados naturales.

A los 55
aprendí que es absolutamente imposible tomar vacaciones
sin engordar cinco kilos.

A los 63
aprendí que es razonable disfrutar del éxito,
pero que no se debe confiar demasiado en él.
Y que no puedo cambiar lo que pasó, pero puedo dejarlo atrás.

A los 64
aprendí que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado,
nunca suceden.

A los 67
aprendí que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida,
esperaste demasiado tiempo.

A los 71
aprendí que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.

A los 72
aprendí que, si las cosas van mal, yo no tengo por qué ir con ellas.

A los 76
aprendí que envejecer es importante.

A los 91
aprendí que amé menos de lo que hubiera debido.

A los 92
aprendí que todavía tengo mucho para aprender.

Siempre estamos aprendiendo algo nuevo, algo lindo, algo digno, como por ejemplo que la paz no se logra si realmente no se está dispuesto a perdonar por ella, entender cual es la verdadera importancia de la familia, de la gente simple, de la vida misma.

Que si bien todos tenemos distintas cualidades, capacidades y habilidades, sepamos valorar las que tenemos y podamos ofrecerlas a los demás, y disfrutar con las que otros nos pueden brindar.

Saber aceptar nuestras limitaciones y no olvidarnos de nuestras metas, aunque muchas veces parezcan muy lejanas y difíciles.

Encaminarse hacia ellas es el primer paso hacia algo que ni siquiera podemos imaginar.

Realmente no tiene mucha importancia hasta qué edad vivimos. Lo importante es sentir que no lo hemos hecho en vano.

Charles Chaplin

Paradojas

1.- Paradoja de los Sentimientos y la Lógica:
«El corazón tiene razones que la razón no entiende».

2.- Paradoja de la Ceguera:
«Lo esencial es invisible a los ojos. sólo se ve con el corazón».

3.- Paradoja de la Improvisación:
«La mejor improvisación es la adecuadamente preparada».

4. Paradoja de la Cultura:
«La televisión es una fuente de cultura, cada vez que alguien la enciende me voy a la habitación de al lado a leer un libro».

5.- Paradoja de la Ayuda:
«Si deseas que alguien te haga un trabajo pídeselo a quien esté ocupado; el que está sin hacer nada te dirá que no tiene tiempo».

6.- Paradoja del Dinero:
«Era un hombre tan pobre, tan pobre, tan pobre, que lo único que tenía era dinero».

7.- Paradoja del Tiempo:
«Vete despacio que tengo prisa».

8.- Paradoja de la Tecnología:
«La tecnología nos acerca a los más lejanos y nos distancia de los más próximos».

9.- Paradoja del Sentido:
«No llega antes el que va más rápido sino el que sabe dónde va».

10.- Paradoja de la Felicidad:
«Mientras que objetivamente estamos mejor que nunca, subjetivamente nos encontramos profundamente insatisfechos».

11.- Paradoja de la Sabiduría:
«Quien sabe mucho, escucha; quien sabe poco, habla.
Quien sabe mucho, pregunta; quien sabe poco, sentencia».

12.- Paradoja de la Generosidad:
«Cuanto más damos, más recibimos».

13.- Paradoja del Conocimiento:
«El hombre busca respuestas y encuentra preguntas».

14.- Paradoja del Humor:
«La risa es una cosa demasiado seria».

15.- Paradoja de lo Cotidiano:
«Lo más pequeño es lo más grande».

16.- Paradoja del Silencio:
«El silencio es el grito más fuerte».

17.- Paradoja del Expertise:
«No hay nada peor que un experto para evitar el progreso en un campo».

18.- Paradoja de la Riqueza:
«No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita».

19.- Paradoja del Cariño:
«Quien te quiere te hará sufrir».

20.- Paradoja del Disfrute:
«Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos».

La recopilación de estas paradojas se le atribuye a Mario Vargas Llosa.

Un mensaje a Garcia

Introducción

Esta pequeña narración, “Un Mensaje a García” – fue escrita en una sola hora, por la tarde después de la comida. Esto sucedió, el 22 de febrero de 1899, día en que se conmemora el natalicio de Washington. La edición correspondiente al mes de marzo de la revista “Philistine” iba a entrar en prensa.

Nació como brote entusiasta de mi corazón, escrito después de un día en que había agotado mis fuerzas indolentes, para que abandonasen su estado comatoso por una actividad radial.

Pero la verdadera inspiración broto al calor de la discusión, mientras bebía una taza de te, con mi hijo Bert, quien sostenía que el verdadero héroe de la Guerra de Cuba había sido Rowan, quien, por si solo, había realizado la mas importante hazaña; había llevado El Mensaje a Gracia.

Fue una idea inspiradora. Mi hijo tenia razón porque efectivamente había sido un verdadero héroe el realizador de aquella hazaña, el haber llevado el mensaje a García. Me levante y escribí el relato.

Tan poco importante me parecio el articulo así realizado, que lo publique sin titulo. Salió la edición y en breve vinieron peticiones por mayor numero de ejemplares de la edición de marzo de “Philistine”; una docena, cincuenta, cien. Cuando la Compañía de Noticias Americanas pidió mil ejemplares, pregunte a mis ayudantes cual era el articulo que había conmovido en tal forma al publico. Era el articulo sobre García.

Al día siguiente George H. Daniels, del Ferrocarril Central de Nueva York, nos mando el siguiente telegrama: “Coticen precio cien mil ejemplares de articulo Rowan en forma de folleto, con un anuncio del Empire State Express al final y digan que fecha pueden entregarlos”.

Conteste dando el precio y añadi que entregaríamos los folletos en dos años. Nuestros talleres eran entonces muy pequeños y cien mil folletos nos parecían una enormidad.

El resultado fue que hube de autorizar al señor Daniels para que reimprimiera el articulo como quisiera. Así fue que se imprimió millón de ejemplares, en forma de folleto.

Por dos o tres veces mas los reprodujo el señor Daniels, en cantidades de medio millón y mas de dos cientos periódicos y revistas lo reprodujeron también. Posteriormente fue traducido a todas las lenguas.

Cuando el Señor Daniels distribuía el “Mensaje a García”, estaba aquí el Príncipe Hilakoff, Director de los Ferrocarriles de Rusia. Era huésped del Ferrocarril Central de Nueva York y el señor Daniels lo acompaño en su viaje a través del país. El príncipe vio el articulo y se intereso por el, probablemente no por otra cosa que por estarlo distribuyendo en tan grande escala el señor Daniels. Sea de ello lo que se quiera, cuando regreso a su país, lo hizo traducir al ruso y dio un ejemplar a cada empleado de los ferrocarriles de Rusia.

Otros países siguieron el ejemplo y de Rusia paso a Alemania, a Francia, a España, a Turquia, al Indostán y China.

Durante la guerra entre Rusia y el Japón, cada soldado llevaba consigo un ejemplar del “Mensaje a García”. Los japoneses encontraron estos folletos en manos de los prisioneros y, pensando que tenían algún mérito, los tradujeron al japonés. Y por orden del Mikado se dio un ejemplar a cada empleado del gobierno japonés, civil o militar.

“Un Mensaje a García” ha sido impreso, pues, en mas de cuarenta millones de ejemplares, suma que jamas ha alcanzado publicación alguna, quizá gracias a una serie de incidentes afortunados.

Un Mensaje a García

Hay en la historia de Cuba un hombre que destaca en mi memoria como Marte en Perihelio.

Al estallar la guerra entre los Estados Unidos y España, era necesario entenderse con toda rapidez con el jefe de los revolucionarios de Cuba.

En aquellos momentos este jefe, el general García, estaba emboscado en las esperanzas de las montañas, nadie sabia donde. Ninguna comunicación le podía llegar ni por correo ni por telégrafo. No obstante, era preciso que el presidente de los Estados Unidos se comunicara con el. ¿Que debería hacerse?

Alguien aconsejo al Presidente: “Conozco a un tal Rowan que, si es posible encontrar a García, lo encontrara”.

Buscaron a Rowan y le entrego la carta para García.

Rowan tomo la carta y la guardo en una bolsa impermeable, sobre su pecho, cerca del corazón.

Después de cuatro días de navegación dejo la pequeña canoa que le había conducido a la costa de Cuba. Desapareció por entre los juncales y después de tres semanas se presento al otro lado de la isla; había atravesado a pie un país hostil y había cumplido su misión de entregar a García el mensaje del que era portador.

No es el objeto de este articulo narrar detalladamente el episodio que he descrito a grandes rasgos. Lo que quiero hacer notar es lo siguiente: McKinly le dio a Rowan una carta para que la entregara a García, y Rowan no pregunto: “¿En donde lo encuentro?”

Verdaderamente aquí hay un hombre que debe ser inmortalizado en bronce y su estatua colocada en todos los colegios del país.

Porque no es erudición lo que necesita la juventud, ni enseñanza de tal o cual cosa, sino la inculcacion del amor al deber, de la fidelidad a la confianza que en ella se deposita, del obrar con prontitud, del concentrar todas sus energías; hacer bien lo que se tiene que hacer. “Llevar un Mensaje a García”.

El general García ha muerto; pero hay muchos otros Garcias en todas partes.

Todo hombre que ha tratado de llevar a cabo una empresa para la que necesita la ayuda de otros, se ha quedado frecuentemente sorprendido por la estupidez de la generalidad de los hombres, por su incapacidad o falta de voluntad para concentrar sus facultades en una idea y ejecutarla.

Ayuda torpe, craso descuido, despreciable indiferencia y apatía por el cumplimiento de sus deberes; tales y ha sido siempre la rutina. Así, ningún hombre sale adelante, ni se logra ningún éxito si no es con amenazas y sobornando de cualquier otra manera a aquellos cuya ayuda es necesaria.

Lector amigo, tu mismo puedes hacer la prueba.

Te supongo muy tranquilo, senado en tu despacho ya tu alrededor seis empleados dispuestos todos a servirte. Llama a uno de ellos y hazle este encargo: “Busque, por favor, la enciclopedia y hágame un breve memorándum acerca de la vida del Correggio”.

¿Esperas que tu empleado con toda calma te conteste: “Si, señor” , y vaya tranquilamente a poner manos a la obra?

¡Desee luego que no! Abrirá desmesuradamente los ojos, te mirara sorprendido y te dirigirá una o mas de las siguientes preguntas:

¿Quien fue?

¿Cual enciclopedia?

¿Eso me corresponde a mi?

Usted quiere decir Bismarck, ¿no es así?

¿No seria mejor que lo hiciera Carlos?

¿Murió ya?

¿No seria mejor que le trajera el libro para que usted mismo lo buscara?

¿Para que lo quiere usted saber?

Apuesto diez contra uno, a que después de haber contestado a tales preguntas y explicado como hallar la información que deseas y para que la quieres, tu dependiente se marchara confuso e ira a solicitar la ayuda de sus compañeros para ‘encontrar a García’. Y todavía regresara después para decirte que no existe tal hombre. Puedo, por excepción, perder la apuesta; pero en la generalidad de los casos, tengo muchas probabilidades de ganarla.

Si conoces la ineptitud de tus empleados, no te molestaras en explicar a tu “ayudante”, que Correggio se encuentra en la letra C y no en la K. Te limitaras a sonreír e iras a buscarlo tu mismo.

No parece sino que es indispensable el dudoso garrote y el temor a ser despedido el sábado mas próximo, para retener a muchos empleados en sus puestos. Cuando se solicita un taquígrafo, de cada diez que ofrezcan sus servicios, nueve no sabrán escribir con ortografía y algunos de ellos consideraran este conocimiento como muy secundario.

¿Podrá tal persona redactar una carta a García?

–¿Ve usted este tenedor de libros? –me decía el administrador de una gran fabrica.

–Si, ¿por que?

–Es un gran contador, pero si le confió una comisión, solo por casualidad la desempeñara con acierto. Siempre tendré el temor de que en el camino se detenga en cada cantina que encuentre y cuando llegue a la Calle Real, haya olvidado completamente lo que tenia que hacer.

¿Crees, querido lector, que a tal hombre se le puede confiar Un Mensaje para García?

A ultimas fechas es frecuente escuchar que se excita nuestra compasión para los enternecedores lamentado de los desheredados, esclavos del salario, que van en busca de un empleo. Y esas voces a menudo van acompañadas de maldiciones para los que están “arriba”.

Nadie compadece a el patrón que envejece antes de tiempo, por esforzarse inútilmente para conseguir que el aprendiz chambón ejecute bien un trabajo. Ni nos ocupamos del tiempo y paciencia que pierde en educar a sus empleados para que estén en aptitud de realizar su trabajo, empleados que flojean en cuanto vuelve la espalda.

En todo almacén o fabrica se encuentran muchos zánganos, y el patrón se ve obligado a despedir a sus empleados todos lo días, pero no lo hacen por que la probabilidad de reemplazarlos con otro holgazán es la realidad – también impiden los reglamentos y la burocracia, los sindicatos, etc.

Esta es invariablemente la historia que se repite en tiempos de abundancia. Pero cuando por efecto de las circunstancias, escasea el trabajo, el jefe tiene oportunidad de escoger cuidadosamente y de señalar la puerta a los ineptos y a los holgazanes.

Por propio interés, cada patrón procura conservar lo mejor que encuentra; es decir, a aquellos que pueden llevar Un Mensaje a García.

Conozco un individuo que se halla dotado de cualidades y aptitudes verdaderamente sorprendentes; pero que carece de la habilidad necesaria para manejar sus propios negocios y que es absolutamente inservible para los demás. Sufre la monomanía de que sus jefes lo tiranizan y tratan de oprimirlo. No sabe dar ordenes, no quiere recibirlas.

Si se le confía Un Mensaje a García, probablemente contestaría: “llévelo usted mismo”

Actualmente este individuo recorre las calles en busca de trabajo, sin mas abrigo que un deshilachado saco por donde el aire se cuela silbando. Nadie que lo conozca acceda a darle empleo. A la menor observación que se le hace monta en cólera y no admite razones; seria preciso tratarlo a puntapiés, para sacar de el algún partido.

Convengo de buen grado en que un ser tan deforme, bajo el punto de vista moral, es digno cuando menos de la misma compasión que nos inspira un lisiado físicamente. Pero en medio de nuestro filantrópico enternecimiento, no debemos olvidar derramar una lagrima por aquellos que se afanan al llevar a cabo una gran empresa; por aquellos cuyas horas de trabajo son ilimitadas, pues para ellos no existe el silbato; por aquellos que a toda prisa encanecen, a causa de la lucha constante que se ven obligados a sostener contra la mugrienta indiferencia, la andrajosa estupidez y la negra ingratitud de los empleados que, si fuera por el espíritu emprendedor de estos hombres, se verían sin hogar y acosados por el hambre.

¿Son demasiados severos los términos en que acabo de expresarme? Tal vez si. Pero cuando todo mundo ha prodigado su compasión por el proletario inepto yo quiero decir una palabra de simpatía hacia el hombre que ha triunfado, hacia el hombre que, luchando con grandes obstáculos, ha sabido dirigir los esfuerzos de otros, y después de haber vencido, se encuentran con que lo que ha hecho no vale nada; solo la satisfacción de haber ganado su pan.

Yo mismo he cargado la portaviandas y trabajo por el jornal diario; y también he sido patrón de empresa, empleado “ayuda” de la misma clase a que me he referido, y se bien que hay argumentos por los dos lados.

La pobreza en si, no reviste excelencia alguna. Los harapos no son recomendables ni recomiendan por ningún motivo. No son todos los patrones rapaces y tiranos, ni tampoco todos los pobres son virtuosos.

Admiro de todo corazón al hombre que cumple con su deber, tanto cuando esta ausente el jefe, como cuando esta presente. Y el hombre que con toda calma toma el mensaje que se le entrega para García, sin hacer tontas preguntas, ni abrigar la aviesa intención de arrojarlo en la primera atarjea que encuentre, o de hacer cualquier otra cosa que no sea entregarlo, jamas encontrara cerrada la puerta, “Ni necesitara armar huelgas para obtener un aumento de sueldo”.

Esta es la clase de hombres que se necesitan y a la cual nada puede negarse. Son tan escasos y tan valiosos, que ningún patrón consentiría en dejarlos ir.

A un hombre así se le necesita en todas las ciudades, pueblos y aldeas, en todas las oficinas, talleres, fabricas y almacenes. El mundo entero clama por el, se necesita, ¡¡urge… el hombre que pueda llevar un mensaje a García!!.

Helbert Hubbard

Amigos del universo

Dale con tu amor una esperanza al sol,

dile al universo soy tu amigo.

En un lejano planeta de un bizarro sistema solar

habita una extraña criatura

que se llama asi misma Homo-Sapiens,

nace, grita, llora, duerme, juega, ensaya y aprende,

cuando crece le llaman Hombre,

el hombre se enoja, se contenta, se comporta, se arrepiente,

algunos otros traicionan, coechan, corrompen, prostituyen, venden

y los mas poderosos juegan a la guerra,

donde el hombre muere.

A los que no piensan asi

a los amigos del universo

los llaman locos,

fanaticos, enajenados, orates que mienten

y los persiguen, los torturan, los crucifican, los queman, los fusilan.

Pensaran ustedes que esto es producto de mi imaginación,

no es asi,

el hombre es un extraordinario ser,

quiso caminar y aprendio a correr,

quiso volar y viene saltando de planeta en planeta

detras de su ambicion,

¿Qué podemos hacer?,

encadenarlo, exclavisarlo, paralizarlo,

lavarle el cerebro o matarlo.

No, eso se ha venido haciendo desde siempre,

por eso se ha vuelto pequeño, por eso es su mala suerte,

para cambiar al hombre hay un camino

tan sencillo

que parece complicado,

hay que admirarlo

a pesar de toda contradicción,

hay que admirarlo,

a pesar de todos los esfuerzos que el haga

por no merecerlo,

amigos del universo,

hay que admirarlo.

Felipe Gil

Desiderata

«Desiderata desiderata desiderata».

Camina plácido entre el ruido y la prisa

y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.

En cuanto sea posible y sin rendirte

manten buenas relaciones con todas las personas.

Enuncia tu verdad de una manera serena y clara

y escucha a los demás

incluso al torpe e ignorante

también ellos tienen su propia historia.

Esquiva las personas ruidosas y agresivas

pues son un fastidio para el espíritu.

Si te comparas con los demás

te volveras vano y amargado

pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.

«You are a child of the universe

no less than the trees and the stars

you have a right to be here

and whether or not it is clear to you

no doubt the universe is unfolding as it should».

Disfruta de tus exitos

lo mismo que de tus planes

mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea

ella es una verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.

Sé cauto en tus negocios

pues el mundo está lleno de engaños

más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe.

Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales

la vida está llena de heroísmo.

Sé sincero contigo mismo

en especial no finjas el afecto y no seas cinico en el amor

pues en medio de todas las arideces y desengaños es perenne como la hierba.

Acata dosilmente el consejo de los años

abandonando con donaire las cosas de la juventud.

Cultiva la firmeza del espíritu

para que te proteja en las adversidades repentinas

muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.

Sobre una sana disciplina

sé benigno contigo mismo.

«You are a child of the universe

no less than the trees and the stars

you have a right to be here

and whether or not it is clear to you

no doubt the universe is unfolding as it should».

Tú eres una criatura del universo

no menos que las plantas y las estrellas

tienes derecho a existir

y sea que te resulte claro o no

indudablemente el universo marcha como debiera.

Por eso

debes estar en paz con dios

cualquiera que sea tu idea de él

y sean cualesquieras tus trabajos y aspiraciones.

Conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida.

Aun con todas su farsa

penalidades y sueños fallidos

el mundo es todavía hermoso.

Se cáuto.

Esfuerzate por ser feliz.

«You are a child of the universe

no less than the trees and the stars

you have a right to be here

You are a child of the universe

no less than the trees and the stars

you have a right to be here

You are a child of the universe

no less than the trees and the stars

you have a right to be here».

La vida en la tierra es solamente temporal…

Sin embargo, algunos viven

como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices.

El valor de las cosas no está en el tiempo que duran

sino en la intensidad con que suceden.

Por eso existen momentos inolvidables,

cosas inexplicables y personas incomparables.

Partiendo de donde aún es fácil,
realiza lo grande
partiendo de donde aún es pequeño.

Todo lo difícil comienza siempre fácil,
todo lo grande comienza siempre pequeño.

Por eso el sabio nunca hace nada grande
y realiza lo grande, sin embargo,
el árbol de ancho tronco
está ya en el pequeño brote,
un gran edificio
se basa en una capa de tierra.

El viaje hacia lo eterno
comienza ante tus pies.

Lao Tse

6 responses

21 03 2009
maria

son mensajes muy hermosos que deberiamos todos aplicarlos a nuestra vida diaria ya que a veces llevamos una vida muy agitada y a prisa y no valoramos muchas cosas lindas que tenemos a nuestro alrededor.MARIA

2 02 2011
luis

me encantaria tener el texto de la palabra magica completo supongo que aqui esta incompleta ya que anterior mente yo la tenia mas un conjunto que en su totalidad se llamavan los 12 mensajes de hernaitingare si alguien me puede ayudar, me encantaron

2 02 2011
luis

quise decir los 12 mensajes de Earl Nightingale

4 12 2013
José Mayo Solís

Son Excelentes me gustaría tener los 12 mensajes de Earl Nightingale. si me los pueden mandar a mi correo por favor..

5 12 2013
Diego Garcia

yo solo tengo los primeros 5 y unas paginas donde encontre mas info de el mi correo trey_d99@hotmail.com se los paso sin duda 😀

22 03 2015
Carmen Ruiz

ALGUEN SABE DONDE ENCONTRAR LOS 12 MENSAJES DE EARL NIGHTINGALE

Deja un comentario